«Han surgido tensiones entre funcionarios alemanes y estadounidenses antes de la reunión del Grupo de 20 naciones industrializadas y en desarrollo, que se inicia el miércoles por la noche en Seúl. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, ha estado presionando a las naciones miembro para que se adopten metas con el fin de reducir los superávits y déficits comerciales. En cambio, funcionarios alemanes han criticado públicamente a Washington respecto de la prudencia de sus políticas económicas.»
En una conferencia conjunta con el rimer ministro de India, Manmohan Singh, el mandatario estadounidense se acercó a defender la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de inyectar US$600.000 millones a la economía mediante la compra de bonos del Tesoro estadounidense en una apuesta por mantener bajas las tasas de interés y alentar la demanda de consumo. Funcionarios alemanes han acusado a Estados Unidos de unirse a otros países en una guerra de divisas diseñada para hacer caer el valor de las monedas, abaratar sus productos e impulsar las exportaciones. (THE WALL STREET JOURNAL) PÁGINA 12.- En aquellas regiones donde el eje de la división del trabajo se orientó a la industria manufacturera, la necesidad de incorporar nuevas tecnologías y hacer fuertes adaptaciones para reducir costos a fin de mantener los capitales trasnacionales, implicaron una participación e intervención fuerte por parte de los Estados. La propuesta consistió en generar una fuerte promoción de políticas gubernamentales que apoyaran al capital de origen local, o al capital de origen público, a fin de alcanzar la innovación tecnológica autóctona, fundamental para el aparato industrial y para la actividad económica. Los Estados que hoy se destacan por su crecimiento del Este de Asia, han tenido una política activa de desarrollo y una participación del capital extranjero condicionada y en algunos casos más reducida que el resto de la periferia. Estrategias no tan acordes a las de los organismos internacionales, han dado a estos países la posibilidad de pasar a competir con el centro, generando incluso un entramado regional sobre el cual se sustentan. EEUU. The Wall Street Journal Obama se involucra en la disputas de divisas y superávits del G-20 Jonathan Weisman El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en respuesta a un acalorado intercambio con Alemania, se sumó a los llamados de su país para reducir los enormes superávits comerciales de Alemania y China e incrementar la presión sobre este último para que permita que el valor de su moneda aumente. Han surgido tensiones entre funcionarios alemanes y estadounidenses antes de la reunión del Grupo de 20 naciones industrializadas y en desarrollo, que se inicia el miércoles por la noche en Seúl. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, ha estado presionando a las naciones miembro para que se adopten metas con el fin de reducir los superávits y déficits comerciales. En cambio, funcionarios alemanes han criticado públicamente a Washington respecto de la prudencia de sus políticas económicas. En una conferencia conjunta con el primer ministro de India, Manmohan Singh, el mandatario estadounidense se acercó a defender la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de inyectar US$600.000 millones a la economía mediante la compra de bonos del Tesoro estadounidense en una apuesta por mantener bajas las tasas de interés y alentar la demanda de consumo. La Reserva Federal es un órgano independiente del gobierno y, por tradición, las administraciones en la Casa Blanca se han esforzado por evitar cualquier apariencia de colusión sobre la Fed y las políticas de gobierno. Obama sostuvo que el gobierno no se refiere a medidas particulares del banco central, para luego añadir que "diré que el mandato de la Fed, mi mandato, es hacer crecer nuestra economía y que eso no es bueno solamente para Estados Unidos. Eso es bueno para el mundo entero". Funcionarios alemanes han acusado a Estados Unidos de unirse a otros países en una guerra de divisas diseñada para hacer caer el valor de las monedas, abaratar sus productos e impulsar las exportaciones. Obama no cejó. "No podemos continuar situaciones en las que algunos países mantienen enormes superávits [comerciales], otros países tienen enormes déficits y nunca hay un ajuste con respecto a la moneda que llevaría a un patrón de crecimiento más equilibrado". Obama consiguió un aliado clave en Singh, economista cuyo país, junto con Brasil y China, está ganando cada vez más influencia en el G-20. Singh señaló que "cualquier cosa que estimule los impulsos de crecimiento subyacente del emprendimiento en Estados Unidos ayudará a la causa de la prosperidad global". THE WALL STREET JOURNAL. 8-11-210 Argentina. Página 12 Crecimiento y autonomía María Andrea Urturi La realidad de la economía internacional actual revela un sistema donde el centro y la periferia están redefiniendo sus roles. La iniciativa de las empresas de los países centrales de trasladar sus operaciones intensivas en trabajo a la periferia para recomponer sus tasas de ganancias, luego de que ésta cayera en el centro, tuvo por resultado un sistema económico inesperado, donde la periferia está aportando cada vez una mayor participación en el crecimiento del PIB mundial. En una primera instancia, la búsqueda del traslado de los fragmentos más intensivos en el uso de mano de obra a fin de aprovechar los bajos salarios de la periferia, garantizaba que las transnacionales pudieran expandirse y desarrollar los distintos segmentos de la producción allí donde sus costos fueran menores. Este mecanismo generaba, así, una profundización de la división internacional del trabajo. Mientras las transnacionales mantuvieran la acumulación de los excedentes producidos por una disminución de los costos de producción vía salario, la periferia lucía como un lugar muy redituable. Una vez que esa ganancia extraordinaria se viera disminuida por competidores que adoptaran la misma estrategia, la empresa debería buscar relocalizarse en otros destinos periféricos donde los salarios fueran aún más bajos. Esa internacionalización de la producción fue posibilitada por la concreción de un ámbito global institucionalmente homogéneo destinado a facilitar el despliegue sin trabas del capital trasnacional. Se impulsaron con tal fin medidas orientadas a la eliminación de las barreras aduaneras en los países en desarrollo, la eliminación o la reducción de las interferencias de los Estados desarrollistas sobre la actividad de las empresas multinacionales y una política económica fuertemente orientada a facilitar y promover la instalación del capital extranjero con vistas al crecimiento a través de las exportaciones. El optimismo expresado por los organismos internacionales sobre dichos cambios, refería principalmente a que la inserción de la periferia en las redes de estas empresas permitiría a los países que la conformaban acceder a un mayor crecimiento a través de de la incorporación de las tecnologías más avanzadas en un proceso de aprendizaje estimulado y dirigido por las trasnacionales. A su vez, la experiencia de las mismas, y los mercados que ya poseían les facilitarían el crecimiento. Dichas creencias, fueron el sostén de las presiones ejercidas por el capital trasnacional durante la década de los ’80 sobre los países periféricos para que accedieran a las medidas de reformas impulsadas desde el centro. En este contexto, se sostenía incluso que las medidas anteriormente realizadas en pos de una industrialización, no tenían sentido alguno dado que serían las propias fuerzas del mercado las que lo concretarían. No obstante dicho escenario, ciertas regiones de la periferia fueron dando otros pasos. Particularmente en aquellas regiones donde el eje de la división del trabajo se orientó a la industria manufacturera, la necesidad de incorporar nuevas tecnologías y hacer fuertes adaptaciones para reducir costos a fin de mantener los capitales trasnacionales, implicaron una participación e intervención fuerte por parte de los Estados. La propuesta consistió en generar una fuerte promoción de políticas gubernamentales que apoyaran al capital de origen local, o al capital de origen público, a fin de alcanzar la innovación tecnológica autóctona, fundamental para el aparato industrial y para la actividad económica. Los Estados que hoy se destacan por su crecimiento del Este de Asia, han tenido una política activa de desarrollo y una participación del capital extranjero condicionada y en algunos casos más reducida que el resto de la periferia. Estrategias no tan acordes a las de los organismos internacionales, han dado a estos países la posibilidad de pasar a competir con el centro, generando incluso un entramado regional sobre el cual se sustentan. La fuerte apuesta a los aparatos científicos nacionales, el mantenimiento de tasas de cambio competitivas, las políticas con respecto a la inversión extranjera, y aquellas de acumulación de reservas, dejan en evidencia que las tasas de crecimiento de esos países no se deben al libremercado sino que la contribución al PIB mundial de la periferia, cada vez mayor, sólo puede explicarse por la presencia de Estados con fuertes políticas de desarrollo más allá de los actores transnacionales.PÁGINA 12. 8-11-2010