Selección de prensa nacional

Obama puede dividir al mundo

Colean aún las reacciones a la toma de posesión de Obama en la prensa de nuestro paí­s. Este fin de semana destaca el artí­culo de Timothy Garton Ash publicado en EL Paí­s en el que plantea la contradicción de cómo, pese a llegar Obama con la intención de liderar nuevamente el mundo, es muy posible que la mayor parte de éste, tras la sucesión de rupturas y el enorme desprestigio de los 8 años de Bush, no esté dispuesto ya a seguirle tan fácilmente como durante el perí­odo de Clinton

Mucho más tras conocer el último informe del Consejo Nacional de Inteligencia de EEUU donde se afirma que el mundo será, en 15 años, un “sistema multiolar en el que las diferencias de poder nacional entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo serán cada vez menores".Hablando –aunque en apariencia no lo haga– del mismo tema, pero desde un punto de vista completamente distinto, el escritor Félix de Azúa –uno de los 15 firmantes del manifiesto que daría lugar a la aparición de Ciudadanos– sugiere muy sutilmente, tras una afilada reflexión sobre el nacimiento del arquetipo del dandy en la moderna sociedad burguesa, la posibilidad de que, tras la aclamada figura de Obama, no se esconda en realidad sino un presidente virtual –un hombre de paja, la careta política de los verdaderos poderes norteamericanos en la sombra– al que recurrentemente nos tiene acostumbrados la política de EEUU.Para concluir, un muy interesante artículo de Jon Juaristi desmontando los argumentos de quienes, desde distintas ópticas, quieren presentar el problema de la articulación política del Reino Unido (incluido el problema de Irlanda, pero también los de Escocia y Gales) con las tendencias centrífugas presentes en España desde le siglo XIX. EL PAÍS. MADRIDOBAMA PUEDE DIVIDIR EL MUNDOT. Garton Ash(…) Se han dicho muchas cosas tratando de situar la "histórica" (qué epíteto tan repetido) jornada de investidura de Obama en el largo contexto de la historia de Estados Unidos, pero también debemos examinarla en la perspectiva de un futuro probable. Según la última proyección del Consejo Nacional de Inteligencia estadounidense, "en 2025, el sistema internacional será un sistema multipolar en el que las diferencias de poder nacional entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo serán cada vez menores".Eso no quiere decir que Estados Unidos vaya a sufrir un declive; significa que otros continuarán ascendiendo. Había casi una nota de melancolía y desafío en la proclamación de Obama durante su toma de posesión: "Seguimos siendo el país más próspero y poderoso de la Tierra", "seguimos siendo…".En un discurso que fue muy bueno (…) Obama se dirigió a su país y al mundo. En mi opinión, triunfó desde el punto de vista retórico; y, en la práctica, puede triunfar con el primero de esos dos públicos, a pesar de todas las dificultades actuales, pero no estoy tan seguro respecto al segundo. Es más, existe cierta tensión poco mencionada entre cómo habla para Estados Unidos y cómo necesita dirigirse al mundo.El tema central de toda su vida (…) ha sido, hasta ahora, la mezcla de múltiples identidades en Estados Unidos, que, por fin, va a sentirse auténticamente unido (…) "Nuestra herencia multicolor es una ventaja, no una debilidad", dijo, y él puede hacer que sea así. Aunque fueron las locuras financieras estadounidenses, tanto públicas como privadas, las que nos metieron en este lío en el que nos encontramos, seguramente Estados Unidos tiene mejores posibilidades que la mayoría de los países europeos para salir de él. Puede que no sea justo, pero ¿quién ha dicho que la vida sea justa? Además, Obama puede aprovechar la oportunidad que le ofrece esta crisis para hacer inversiones transformadoras en energía, educación e infraestructuras.Es decir, ¿reconstruir Estados Unidos? Sí, puede. No hay nada seguro en esta vida, salvo la muerte y los impuestos, pero tiene una oportunidad bastante buena de lograrlo, sobre todo si obtiene un segundo mandato. Ahora bien, ¿transformar el mundo? En eso soy más escéptico.Seguramente, las cosas irán mejor que en los últimos ocho años. No es difícil (aparte de ver despedirse a Bush, una de las delicias francamente malvadas del traspaso del martes fue ver al ex vicepresidente Dick Cheney en silla de ruedas, con lo que, por fin, quedó claro su verdadero carácter de Doctor Strangelove).Obama dijo muchas de las cosas que el mundo desea oír de Washington, y las dijo con su típica elegancia (…) El párrafo fundamental fue éste: "Por eso, a todos los demás pueblos y gobiernos que hoy nos contemplan, desde las mayores capitales hasta la pequeña aldea en la que nació mi padre, os digo: sabed que Estados Unidos es amigo de todas las naciones y todos los hombres, mujeres y niños que buscan paz y dignidad, y que estamos dispuestos a asumir de nuevo el liderazgo". Maravilloso; pero la trampa está en el final. Es posible que Estados Unidos esté dispuesto a asumir "de nuevo" el liderazgo, pero ¿y si el mundo ya no está dispuesto a seguirle? ¿Y si cree que Estados Unidos, en los últimos ocho años, ha perdido gran parte de su derecho moral a ejercer ese liderazgo, que ya no tiene el poder que antes tenía y que, de todas formas, nos encaminamos hacia un sistema mundial multipolar, como predice el propio Consejo Nacional de Inteligencia de Washington?Me llama la atención cuántos pequeños "síes" y "peros" se han oído entremezclados en las acostumbradas palabras de bienvenida de los dirigentes mundiales. La alemana Angela Merkel ofreció unas cálidas y cristianas felicitaciones, pero añadió que "ningún país puede resolver por sí solo los problemas del mundo". Nicolas Sarkozy dijo que "estamos deseando que empiece a trabajar para que, juntos, podamos cambiar el mundo" (es decir, fíjense en que Francia también está dispuesta a asumir de nuevo el liderazgo). Si pasamos a lo que han dicho China, Rusia y un mundo árabe indignado por el silencio de Obama a propósito de Gaza, los peros ya no eran pullas delicadas, sino pesadas cargas de artillería (…)Existe, pues, una tensión entre la visión que ofrece a su propio país del liderazgo kennediano de Estados Unidos en el mundo y lo que el resto del mundo quiere oír o va a estar dispuesto a aceptar. Una tensión, repito, no una clara contradicción. Cómo administrar esa tensión será otro de los numerosos y complejos problemas que va a tener que abordar este todavía joven maestro de la complejidad.EL PAÍS. 25-1-2209 EL PERIÓDICO. BarcelonaDESNUDOS FRENTE AL AUDITORIOFélix De AzúaMe voy a Madrid para participar en un ciclo de la Fundación March sobre figuras y mitos de la modernidad. Son “el librepensador”, “el dandi”, “el esteta” y “el bohemio”, modelos que influyeron en la vida de millones de personas dispuestas a copiarles, así como en la actualidad lo hacen los deportistas, los cantantes o las maniquís. Es un conjunto bonito, como el de los santos. San Cristobalón, san Estanislao de Kostka, santa Eva de Adis Abeba, fueron modelos de conducta en tiempos más severos.Me ha tocado el dandi, con tan mala fortuna que hablo después de Fernando Savater (“el librepensador”). Quien trate de complacer a una audiencia tras el paso de Savater se sentirá como si a Dany de Vito le pusieran la americana y los pantalones de Clint Eastwood y le empujaran a escena. Trato de superarlo en el AVE mientras veo la historia del robot Wall-e abandonado en un planeta cubierto de chatarra y sin vida humana. Me identifico sentimentalmente con Wall-e. Como corresponde a una gran compañía como Renfe, la película se rompe a la salida de Zaragoza y me quedo sin saber si Wall-e logra devolver la vida orgánica a la Tierra.No es muy distinto de lo que quiero explicar sobre esa figura prehistórica que es el dandi, una pieza arqueológica de cuando Europa y América comenzaban a construir un mundo enteramente constituido por mercancías. Los dandis fueron los primeros escaparates humanos destinados a incitar la imitación, los primeros cuerpos convertidos en almacén de mercancías, las catacumbas de esa fantasía jurídica llamada derechos de imagen. De ellos vienen por una parte las actuales mercancías tipo Beckham, pero también las vanguardias más nihilistas, a partir de Duchamp, las que utilizaban el cuerpo humano como galería, obra de arte y creador, todo al mismo tiempo y en el mismo lugar. Ha empezado de nuevo la película y a lo mejor acabo por ver el final. ¿Será nuestro mundo ese montón de chatarra que debe redimir Wall-e? ¿O descubriremos el modo de eliminar de nuestros cuerpos la pesada carga de las mercancías? ¿Será Obama un dandi?EL PERIÓDICO. 24-1-2009ABC. MadridBRITÁNICOSJon JuaristiMI amigo y maestro Andrés de Blas Guerrero publica en El País del viernes una llamada de atención a los políticos y a la opinión pública española para que aviven «su interés por el problema nacional británico», y señala una serie de analogías y diferencias entre ambos procesos históricos, el de España y el del Reino Unido, que resultarían muy estimulantes para la reflexión acerca de la «necesidad de renovar los elementos de la conciencia nacional» en el improbable caso de que alguien se sintiera tentado de seguir su sabio consejo, en medio de la que está cayendo (…)Según Andrés de Blas, el Reino Unido ha suscitado interés en la política española, fundamentalmente, por tres cuestiones: su tradición de autogobierno local, que inspiró las tentativas reformistas en la administración desde mediados del siglo XIX; la problemática irlandesa, en la que no han dejado de mirarse, como en un espejo, los nacionalismos periféricos, y, más recientemente, «el inicio de la Devolution en Escocia y Gales y el restablecimiento del autogobierno en Irlanda del Norte», que habrían merecido la atención tanto de los secesionistas como de «una visión política e intelectual interesada en la suerte de España como nación y Estado del conjunto de los españoles». Es decir, la visión que ha representado en la izquierda, casi en solitario, Andrés de Blas Guerrero.(…) la fusión británica poco tuvo que ver con el proceso incorporativo o de construcción de la nación española. Como nación histórica, España es tan antigua como Inglaterra, que ya estaba formada antes de la invasión normanda. El Reino Unido fue algo mucho más moderno, una consecuencia directa de la expansión imperial. En España, como supo ver Ortega, el imperio repercutió negativamente sobre la cohesión de una nación histórica que alcanzó la unidad política justo cuando iniciaba la conquista de un nuevo continente. En el espacio británico, el imperialismo amortiguó los particularismos; en España, los exacerbó. De ahí queel liberalismo español del XIX, con todas sus carencias, limitaciones y defectos, viera en la desaparición del imperio la oportunidad para la reconstrucción de la nación política. En el Reino Unido se ha producido el fenómeno inverso. Los nacionalismos periféricos españoles son una prolongación antiliberal (y moderna) de los particularismos imperiales. Los nacionalismos post-británicos, el síntoma final del desvanecimiento del Imperio. Seguimos siendo asimétricos.ABC. 25-1-2009