Mientras que sus aliados europeos se han expresado en términos mucho más duros -llegando a hablar abiertamente, como Sarkozy, de fraude- el presidente norteamericano está a un paso de reconocer formalmente los resultados electorales en Irán. Al mismo tiempo que maniobra para alentar y favorecer a los partidarios de Musaví -un candidato que habría facilitado las relaciones con Washington-, la Casa Blanca se ha expresado en términos sorprendentemente cuidadosos y respetuosos -para lo acostumbra la superpotencia- con los sucesos en Teherán. Obama ha afirmado que EEUU no busca inmiscuirse en los asuntos internos de Irán. ¿Signos del «cambio de tono» de la nueva diplomacia norteamericano?
Sorrende contrastar las palabras del presidente francés con las del norteamericano acerca de las elecciones iraníes. Sarkozy ha calificado los comicios como “execrables” y ha puesto abiertamente en custión la validez de los mismos. “La amplitud del fraude es proporcional a la violencia de la reacción”, ha manifestado tajante el inquilino del Eliseo, lanzando una pregunta: “Si Ahmadineyad ha conseguido tantos votos, si representan de verdad a dos tercios del electorado, ¿por qué está habiendo tanta violencia?”. El presidente de la superpotencia –con muchos más intereses en un cambio de línea del régimen de los ayatolás- parece sin embargo haber optado por una postura mucho más cautelosa. "Dada la historia de las relaciones entre Estados Unidos e Irán no creo que fuese apropiado que el presidente norteamericano apareciera involucrándose en los asuntos internos iraníes", declaró Obama, añadiendo que "corresponde a Irán decidir cómo elige a sus líderes”. Es evidente que la Casa Blanca ha valorado que a estas alturas –independientemente de las componendas y compromisos a los que lleguen los representantes de las dos líneas en lucha dentro del régimen de los ayatolás para calmar las aguas revueltas y no comprometer la estabilidad del país- la batalla está ganada para la línea Ahmadinejad. El Consejo de Guardianes ha desestimado la petición de Musaví de anular los comicios y de convocar otros nuevos, y el Guía Supremo, Alí Jamenei, ha respaldado el triunfo de los conservadores. El recuento de los votos al que han accedido las autoridades podrá modificar algo el resultado, pero es extremadamente improbable que cambie el signo. No lo espera así ni el propio Musaví, ni mucho de los asesores de Obama, que antes de las elecciones ya alertaban contra el “exceso de optimismo” ante la expectativa de triunfo del reformista. Vistas así las cosas –un panorama adverso, dado que Ahmadinejad se niega en redondo a negociar con EEUU sobre su programa nuclear- la Casa Blanca no quiere deteriorar más las relaciones con un líder ya suficientemente difícil. "De cualquiera de las maneras, tendremos que tratar con un régimen iraní que ha sido históricamente hostil a Estados Unidos", ha reconocido Obama en este sentido. Y más teniendo en cuenta que el propio Ahmadinejad advirtió que estarían muy pendientes de la actitud norteamericana ante los sucesos electorales. No hay más remedio. Reconducir las ambiciones nucleares –según el Pentágono, dotarse de un arma atómica, aunque Teherán lo niega- y lograr la cooperación (o al menos la colaboración pasiva) de Irán en cuestiones como Palestina-Israel, Siria, Líbano, la retirada de Irak o el refuerzo de Afganistán-Pakistán no es una opción, es una necesidad. Se impone el pragmatismo. No faltan las voces que le reclaman mano dura contra un régimen hostil, y explotar los graves sucesos ocurridos tras las elecciones. "Lo que debería haber dicho [el presidente] es que éste es un proceso corrompido, que las elecciones han sido un vulgar fraude y que el pueblo iraní ha sido privado de sus derechos", le exigió su contrincante republicano John McCain.El pragmatismo y la cautela no quieren decir en absoluto que EEUU –aunque de forma más sutil y tolerable para el régimen de los ayatolás- no esté presionando diplomáticamente ni intentando maniobrar en Irán de acuerdo a sus objetivos. Obama señaló que se sentía "profundamente preocupado" por las escenas de violencia que han dado la vuelta al mundo. "El derecho de los ciudadanos a un proceso electoral democrático y la libertad de expresión son valores universales que tienen que ser respetados", dijo. Aunque saben que la batalla principal está perdida, EEUU intenta ganar influencia sobre los seguidores de Musaví. El Departamento de Estado convenció a la red social Twitter –que junto con Facebook es utilizada profusamente por los opositores para comunicarse y convocar movilizaciones- para que no aplicara actualizaciones que podrían haber perjudicado a los internautas iraníes.