En su libro, Alicia Garrido nos habla de su tío-abuelo, uno de tantos hombres anónimos que por defender la República, con sólo 19 años fue fusilado. Estamos ante un ensayo que posee la capacidad de combinar, con sutil equilibrio, emoción con estudio riguroso de los hechos. Por eso descubrimos una dimensión humana que es la de tantos otros hombres de nuestro pueblo, condenados a desaparecer de nuestra historia. Felicidades Alicia por este regalo.
¿Qué te llevó a escribir sobre tu tío-abuelo?
Fue una necesidad auténtica porque había una historia que contar. Había alguien de mi familia del que nadie me había dicho absolutamente nada… y la primera información que me da mi abuela es que es el hermano que mataron en la guerra y, ¿dónde está?, en algún monte de San Clodio… y las peguntas eran ¿por qué no lo buscáis? y los silencios… eso fue lo primero. Mucho más adelante, era como un runrún en mi cabeza: ‘me parece injusto’, ‘él seguro que no quería terminar así’, ‘¿por qué, por qué, por qué…?’
Era como sentir que él estaba ahí diciendo: ‘tienes que contar mi historia’ y eso se hizo realidad cuando tuve el sumario en la mano, un tesoro auténtico… empiezas a tirar de cincuenta mil hilos, y superé mi propio miedo… éste fue el impulso final: hacer justicia, contar su historia y conocer la verdad, su verdad y la de tantos otros.
¿Por qué piensas que hubo tantos pactos de silencio entre las familias de los represaliados y condenados a muerte?
El miedo es un animal poderosísimo, y en un pueblo pequeño donde tu marido es un militar de derechas que ha abandonado la República porque no está de acuerdo con el Gobierno que hay y tiene la oportunidad de irse con una paga… por otro lado tienes a un hijo con una tendencia completamente distinta.
Piensas que tienes más hijos, que hay que seguir viviendo… porque ahí había un conflicto familiar importante. No quieres que tus hijos estén marcados. De hecho lo que hizo mi familia fue poner tierra de por medio e irse a Vigo. Pero es que tres años después, ese marido militar se suicida, entonces el estigma es mayor en aquella España.
Era un runrún, la necesidad de contar la verdad
La figura de mi bisabuela Alicia (Licha ) fue clave para tirar para adelante con una mano delante y otra detrás. Si te manifiestas, proclamas y pides una justicia ¿qué va a ser de tus hermanos? (iban desde los 17 años a los 3).
¿Qué factores te parece que influyeron para que se haya dado una resistencia tan «numantina» en un microcosmos como San Clodio en la provincia de Lugo?
Creo que San Clodio en el 36, era uno de los lugares más avanzados gracias a tu abuelo, Marcelino Fernández, que era el alcalde. Se acaba una época larga totalmente caciquil, en la que todo el mundo tenía que deber favores y todo el mundo dependía de la buena voluntad de los que estaban allí gobernando. Creo que la gente tenía que estar cansada de eso, y llega tu abuelo con otra nueva forma de hacer política.
A mí, lo que más me llamó la atención es que crea esa sociedad cultural que no era sólo para hacer obras de teatro o recitales, sino para enseñar a la gente a leer y a escribir, y eso es revolucionario porque eso es conocer, y esa gente estaba engañadísima. Podemos decir que se dieron todos los factores, era un sitio donde económicamente había posibilidades, estaba el ferrocarril, la minas, los campos, económicamente la gente no tenía mayores problemas para salir adelante con un poco de ayuda.
Darriba, ¿fue ser un joven avanzado y con conciencia de clase?
Querían matar las ideas, querían matar a todo aquel que se opusiera a todo aquello que venga marcado. Darriba era un socialista, solidario… y querían matar todo eso. Lo que dijo Mola de cercenar de raíz aquel que piense diferente. Aquí no puede haber República, eso no debe existir.
Es un ensayo porque necesitaba contarlo con la emoción justa
Me ha llamado la atención que has mantenido un equilibrio entre la emoción y la rigurosidad de los hechos.
Eso es una de las cosas que más me preocupaban, y los historiadores son los historiadores. Sabes que si escribes un libro tienes que ser riguroso y respetuoso con otros que te están enseñando el camino, pero a la vez era mi familia y necesitaba transmitir esos hechos. Por eso fue un ensayo y no una novela. Necesitaba contarlo con la emoción justa, sin dejarme llevar por sentimentalismos, porque todo el mundo tiene una historia y la mía no es más importante que la de ningún otro, al contrario, es una más.
Homenajear a José Darriba es homenajear a Licha, su madre, a Aurora, tu abuela, o a Luisa, sus hermanas. Explícame ese hermoso lío…
Cuando empieza esa fase de investigar y conocer a Luisa, la hermana mayor, que es la que se sentó conmigo, me facilita fechas, nombres… compruebo que gracias a ella, que no ha podido ver el libro, la figura de su madre emerge como una auténtica heroína. Tuvo muchísimo valor. Era una mujer que no sabía leer, ni escribir.
Mi bisabuela fue más avanzada que mi propia abuela. Parece que la sociedad que vino, la hizo más reaccionaria. Educó a mi madre de una forma menos abierta a como lo hace su madre con ella… Alicia tiene a José Darriba y su novio pasa de ella, pero bautiza a su hijo con sus padres, como una señora, y se pone el mundo por montera.
Es la historia de mi bisabuela o de tu abuela, la de todas las mujeres que tuvieron que seguir adelante defendiendo a los suyos, manteniendo la cabeza muy alta.
¿No crees que queda mucho por narrar sobre el papel que juegan las mujeres en la guerra y la postguerra?
Queda todo. Yo sabía el papel de mi bisabuela, que muere con sólo 59 años, pero no sólo ella, todas las mujeres se merecen un capítulo aparte.
Un libro como éste no surge como rayo en cielo sereno, ¿qué antecedentes hay para que cristalice una obra tan contundente?
Soy filóloga, siempre he escrito pero pequeños relatos. Esto fue otra cosa, una motivación tan absoluta que descubrí la pasión por investigar. Eso de saber y sobre todo llegar a la verdad, y si no puedes llegar a la verdad no inventar, es fundamental. Y sabía literariamente como contarlo.
Hay que contarlo para que se rompa el pacto de silencio
Pongo las cartas que van dirigidas a su madre, pero se las lee Luisa, que es a quien le llegan. Escribir un ensayo sobre algo que sucedió, te ayuda a comprender cosas del presente, y esto es relevante para las generaciones futuras, porque si hubo un pacto de silencio y ese silencio no se rompe en algún momento, vamos a estar condenados a repetir lo mismo. Eso es justo lo que ellos querían que ocurriese. Por eso el empeño en poner tantos nombres, porque tiene que haber más nietos, bisnietos y tataranietos, que sea el punto de partida para que investiguen y que sus nombres no desaparezcan.
¿No crees que la ley de Recuperación de la Memoria histórica llega con 40 años de retraso?
No sólo se hizo borrón y cuenta nueva, se hicieron las cosas muy mal. Creo que en ningún otro país el que ha estado en un lado con delitos de sangre, luego está en el otro gobernando. Eso es muy difícil de entender, de tratar y de tragar, y aquí se hizo.
Entonces esa ley de memoria histórica posterior, todas las leyes, tienen que tener una partida económica, y esa partida económica no existe. Está muy bien la ley, pero hay que poner los medios, porque si no ¿de qué depende?, ¿de las familias?, se piden cosas sencillas. Yo no voy a levantar el Hotel de Lugo para ver si está allí enterrado mi tío-abuelo, pero es que hay un proceso penal, hay una sentencia para su reconocimiento, hay unas listas de él y de todos los demás… ¿dónde están? ¿es que no tienen muy claro a quién hicieron daño?
Tienen que ir más allá de la política, porque estamos hablando de situaciones que vivió gente normal, elegida de forma legítima y hubo un golpe de estado… en Educación las cosas se cuentan como si no hubiera habido un golpe militar.
Por último, agradecerte los datos nuevos que aportas sobre Marcelino Fernández Prada.