Los objetivos y bases ideológicas de ETA desde su misma fundación

Nunca fueron marxistas. Nunca fueron revolucionarios

Existe todavía confusión al valorar las bases ideológicas y políticas que guiaron a ETA. Hasta su último comunicado la dirección de ETA se ha empeñado en definirse como “organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional”. Nadie les cree. Pero mucha gente ha considerado, aún rechazando el terrorismo, que sí nacieron de “la lucha de los vascos por su liberación”, en pleno franquismo. O seguimos escuchando que “defendían objetivos justos” pero “adoptaron métodos inaceptables”.

Esa es una visión cuanto menos completamente equivocada. Lo vamos a comprobar no desde valoraciones u opiniones de este redactor, sino acudiendo directamente a lo que la dirección de ETA ha dicho.

No es que degeneraran al mezclarse con el etnicismo, es que nunca fueron marxistas. No es que “se desviaran” al entregarse al terrorismo, es que sus objetivos nada tenían de revolucionarios desde el principio.

No nacieron de la lucha popular

ETA se funda a finales de los años cincuenta, y comienza su andadura en los sesenta. En ese momento la lucha antifranquista adquiere nuevas fuerzas. La clase obrera vasca será uno de los referentes, con importantes movilizaciones. Y en Euskadi se desarrollan círculos organizados que tienen el marxismo como guía.

El nacimiento de ETA nada tiene que ver con esto. No es resultado de la evolución de círculos obreros o revolucionarios radicalizados. Más bien todo lo contrario.

El embrión de ETA está en el grupo Ekin, un círculo de universitarios cuyo impulso era la defensa del euskera y la cultura vasca. A partir de 1953 entra en contacto con las juventudes del PNV, Euzko Gaztedi Indarra (EGI). Ambas organizaciones acabarán fusionándose. Los rasgos principales de este grupo fueron su carácter clandestino, el maximalismo nacionalista y el hincapié en el euskera. Ni una palabra, ni siquiera una mínima preocupación, por la lucha obrera, ni mucho menos por ninguna transformación revolucionaria.

Eligieron para su presentación pública, con una carta dirigida al entonces lehendakari en el exilio, una efeméride que nos ilustra sobre el carácter con que nacieron: el 31 de julio de 1959, la festividad de San Ignacio de Loyola, el mismo día que Sabino Arana escogió para fundar el PNV.

Los auténticos objetivos de ETA

Es falso que ETA naciera con el objetivo de “construir una Euskadi socialista independiente”, y que para ello hiciera uso del terrorismo, influenciada por la actividad de guerrillas revolucionarias.

La realidad es que tiene desde el principio un único objetivo: forzar la fractura de Euskadi disgregándola del resto del España. Y para ello adopta como guía ideológica una versión remozada del etnicismo sabiniano y del nacionalismo excluyente más reaccionario.

En el ideario adoptado por la Iª Asamblea de ETA aparece como principal objetivo “la independencia de Euskal Herria”, comprendiendo esta los territorios españoles y franceses de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra, Labort y Sola. Y “la defensa del euskera como elemento definidor de la identidad nacional vasca”.

Ni una palabra sobre el marxismo. Ni una sola referencia a la clase obrera, compuesta en gran parte en Euskadi por trabajadores llegados desde otras partes de España.«Desde su fundación, ETA establece como único objetivo, al que deben someterse todos los demás, la independencia de Euskadi»

El sector etnicista, el que dirige la banda terrorista, va a ser intransigente en mantener que este es el objetivo por el que hay que luchar, combatiendo a todos los que desde la izquierda lo critican. En 1966 la dirección de ETA lo formula explícitamente: “En Euzkadi la contradicción principal es la nacional y la lucha de liberación no está ligada ni depende del avance o del reflujo del socialismo del Estado español”.

Para ello van a difundir una visión mítica de la historia de una Euskal Herria que abarcaría el alto Ebro, La Rioja, las laderas del Moncayo y llegando hasta las puertas de Soria. Llegando incluso a establecer una definición oficial de la etnia vasca, diferenciada de la española: “La etnia vasca consiste en una colectividad humana que ha desarrollado una serie de respuestas culturales específicas y diferenciadas con respecto a otras etnias; la base de todo este sistema cultural es la lengua vasca, el euskera, útil de trabajo infraestructural de enorme importancia. Cuando los factores objetivos de la etnia se desarrollan, esta adquiere conciencia de sí misma y se convierte en una nación”.

Estas son las auténticas bases ideológicas sobre las que se funda, y que mantiene a lo largo de su historia. Su actividad terrorista está impulsada desde 1968, no por “sectores revolucionarios extraviados”, sino por los más etnicistas.

ETA contra el marxismo

En la IIª Asamblea, la dirección de ETA, hegemonizada por los sectores más etnicistas, cambió a última hora el lugar de celebración, avisando solo a sus adeptos, para evitar que pudieran presentarse quienes estaban situados más a la izquierda.

Es el principio de una sistemática lucha de la dirección de la banda terrorista contra el marxismo. Su visión etnicista y excluyente era antagónica con cualquier posición mínimamente ligada a la defensa de intereses populares. Para imponerla llevaron adelante una feroz purga eliminando, a través de todos los métodos, a todas las posiciones que cuestionaban el someterlo todo al objetivo principal de la independencia de Euskadi.«Jamás pertenecieron al campo de la revolución, ni un solo día, ni un solo minuto»

En 1965 toda la Oficina Política es expulsada por defender que la visión étnica se sustituya por el interés por temas sociolaborales, bajo una óptica marxista, y propugnar la confluencia con el movimiento obrero del conjunto de España. La condena se basará en que “se ha convertido en un órgano pseudoizquierdista del imperialismo español y del colonialismo político y cultural del Estado español”.

Un año después vuelve a pasar lo mismo: los sectores influenciados por el marxismo son expulsados de ETA. Pasarán a denominarse Komunistak y se transformarían en el Euskadiko Mugimendu Komunista (EMK), que daría lugar al Movimiento Comunista. Son expulsados de ETA por defender que “Euzkadi no es una colonia de Castilla y Andalucía. Euzkadi está explotada por la oligarquía como lo están los demás pueblos y nacionalidades que sufren el yugo del franquismo. No hay una contradicción entre los intereses del pueblo vasco y del pueblo castellano. Por el contrario, hay una identidad de intereses y un enemigo común ante el que es necesario unirse estrechamente”«La dirección de la banda terrorista lleva una sistemática persecución contra el marxismo y el movimiento obrero»

La fiereza de la dirección de la banda terrorista contra todo lo que suene a marxismo o movimiento obrero es una constante. En 1968 prohíben a sus miembros que entablen contacto con CCOO. En 1970 la dirección de ETA, que había perdido la VI Asamblea frente a una mayoría que apoyaba las tesis “obreristas” para confluir con la lucha del movimiento obrero en toda España, da un auténtico golpe y vuelve a tomar el poder, apoyándose en la integración de un sector de las juventudes del PNV virulentamente anticomunista. Otro episodio se sucede en 1973, donde para imponer el objetivo de asesinar a Carrero Blanco se arremete contra los sectores “obreristas”, que acabarán expulsados.

Esta contradicción volverá a abrirse con la división entre los “polimilis”, que acabaran aceptando la amnistía concedida por el gobierno de Suárez y formando muchos de ellos Euzkadiko Ezkerra, y los sectores más etnicistas ETA-militar.

También está detrás de algunos de los episodios más turbios de la historia de ETA, como la hoy todavía no esclarecida desaparición de Pertur en 1976. Representante de los sectores más obreristas, que se planteaban el desarme, su eliminación fortaleció a los sectores más etnicistas, siempre los más sanguinarios.

Palabras y hechos

Son antagónicos con el marxismo. No lo decimos nosotros. Lo dicen ellos. Y lo han hecho. Han combatido el marxismo desde su mismo nacimiento. La falsa palabrería “socialista” de sus comunicados no es más que una cortina de humo.

Nunca han tenido como objetivo la liberación del pueblo vasco. En los años más duros del terror, quienes apoyaban a ETA anunciaron cuál sería su ciudad vasca del futuro. En ella la clase obrera quedaría enclaustrada en guetos donde los “maketos” españoles pudieran ser sometidos a estricta vigilancia.

Nunca han tenido como objetivo ninguna transformación revolucionaria de Euskadi. Como ellos mismos admiten, todo debía someterse al objetivo supremo de separar Euskadi de España.

Por eso han podido trabajar al servicio de los proyectos más reaccionarios. En 1990, Arzalluz se reunió en secreto con ETA para firmar el pacto de Lizarra, y estableció una famosa división del trabajo: “No conozco de ningún pueblo que haya alcanzado su liberación sin que unos arreen y otros discutan. Unos sacuden el árbol, pero sin romperlo, para que caigan las nueces, y otros las recogen para repartirlas. Antes, aunque sin un acuerdo explícito, había un cierto valor entendido de esta complementariedad”.«Los más etnicistas han sido los más sanguinarios. Solo puede desgajarse Euskadi de España por la fuerza»

No era un extraño maridaje entre marxistas y los círculos más sabinianos del ultraconservador PNV. Era, como explicaba cínicamente Arzalluz, un acuerdo natural entre quienes tenían un mismo objetivo: forzar la disgregación de Euskadi.

Por eso los más etnicistas han sido los más sanguinarios. Solo puede desgajarse Euskadi, unida por múltiples vínculos al resto de España, imponiéndolo por la fuerza en primer lugar a la mayoría de la sociedad vasca.

Conclusión

Que ETA es una banda terrorista es una evidencia. Que se ha repudiado su actividad criminal es evidente. Pero tiene que quedar meridianamente claro para todos que jamás pertenecieron al campo de la revolución, ni un solo día, ni un solo minuto, ni durante la dictadura fascista ni mucho menos después. Al decidir asesinar a Melitón Manzanas, aunque se tratara de un torturador franquista, reafirmaron que estaban en el campo de la contrarrevolución. Luego el terror sería “socializado”, pero ya desde un principio tiene un color negro, incompatible con cualquier tonalidad del rojo.