Frente a la propaganda que deforma la realidad, los hechos demuestran que Torra y Puigdemont han vuelto a retroceder y quienes defendemos la unidad ganamos más fuerza.
Hace poco más de una semana se anunciaba un horizonte adverso que parecía predecir el fracaso de la anunciada reunión del Consejo del Ministros en Barcelona. Torra incendiaba el clima político al reivindicar el “modelo esloveno” hacia la independencia, mientras imponía la pasividad de los mossos ante el corte de la autopista A-7 durante 15 horas por un reducido grupo de los CDR. Puigdemont planteaba en Londres que “a Sánchez se le acaba el tiempo”, anticipando “una nueva época en la que no hay que renunciar a la unilateralidad”. Y los resultados de las elecciones andaluzas eran utilizados como munición contra el gobierno de Sánchez.
¿Cuál es el balance político tras la celebración del Consejo de Ministros?
La batalla de Cataluña sigue evidentemente abierta, pero el gobierno de Pedro Sánchez, contra los negros pronósticos de muchos, ha salido fortalecido, y la ofensiva independentista que se anunciaba ha quedado “jibarizada”, evidenciando un nuevo retroceso de los Puigdemont y Torra.
El jueves por la mañana, un día antes de la celebración de la reunión del gobierno español en Barcelona, los dirigentes del procés encarcelados anunciaban el final de su huelga de hambre. Con una carta de ex presidentes de la Generalitat y el Parlament, que el propio Puigdemont tuvo que firmar, apremiándoles a que lo hicieran.
Casi paralelamente, los diputados de fuerzas independentistas en el Congreso permitían con su voto aprobar la nueva senda de déficit propuesta por el gobierno, frente al cerrado rechazo anterior.
Y la noche de ese mismo jueves se celebró una reunión entre Torra y Sánchez. El intento de presentarla como “una cumbre entre dos gobiernos” por parte de las fuerzas independentistas, fracasó estrepitosamente. Y en el comunicado conjunto final, que el govern de Torra aceptó, se plantea un díalogo desde “la seguridad jurídica”. La ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, aclaró el sentido de estas palabras al plantear que “todo debe hacerse de acuerdo al orden jurídico vigente”.
Si lo que sucedió el jueves evidenciaba ya un retroceso de los Torra y Puigdemont, lo que ocurrió el viernes agudizó esta tendencia.
El Consejo de Ministros del gobierno español se ha reunido en Barcelona, en pleno centro histórico, y el presidente y los ministros han acudido a la reunión andando. Allí han aprobado la subida del salario mínimo a 900 euros, una revisión al alza del 2,5% del sueldo de los funcionarios, y medidas para proteger a las mujeres contra la violencia machista. Justo antes, el presidente del gobierno se había reunido con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, para impulsar medidas contra la escandalosa subida de los alquileres. Un camino que cuenta con el respaldo de la mayoría social progresista, en Cataluña y en el resto de España.
La portavoz del govern, Elsa Artadi, no ha podido esconder su rabia, afirmando que las medidas aprobadas en el Consejo de Ministros son “menores”, y concluyendo que “para eso no hacía falta venir a Barcelona”. Para el govern de Torra subir salarios es algo “menor”. Lo dice el gobierno que con más saña ha ejecutado los recortes.
El anunciado “infierno” que paralizaría Barcelona en protesta contra “la visita del gobierno opresor” ha quedado limitado a la actuación de reducidos grupos de CDR, cuya actuación ha provocado 12 detenidos y más de 60 heridos. Hace unos días Torra pedía una purga en los mossos por las cargas contra los CDR, ahora la policía autonómica ha garantizado la seguridad para que el gobierno español pudiera reunirse en Barcelona.
Resulta sorprendente que desde Madrid el PP de Casado, o Ciudadanos, sumándose de forma irresponsable, insistan en afirmar que “el gobierno de Sänchez se arrodilla ante Torra”, y “humilla a España concediendo todo lo que los independentistas querían”. En los hechos, lo que hacen es dar oxígeno político a los Torra y Puigdemont, cuando están en una situación de debilidad, y atacar al gobierno español que se enfrenta a la fragmentación.
Las élites del procés no han desaparecido. Siguen teniendo capacidad de movilización y controlan el enorme poder de la Generalitat. Pero debe quedar claro que han vuelto a retroceder, mientras quienes defendemos la unidad ganamos más fuerza.