Nuevo paso atrás del independentismo

Al reunirse con Pedro Sánchez en Moncloa, el president de la Generalitat, Quim Torra, ha vuelto a evidenciar el retroceso de los sectores más agresivos y aventureros del independentismo.

Se equivocan quienes piensan que las élites independentistas siguen a la ofensiva porque Torra continúa hablando de “no renunciar a hacer realidad los resultados del 1-O”, de “presos políticos” o de “avanzar hacia la república”. Esas son solo sus palabras. Sus hechos apuntan en otra dirección antagónica. Un conocido periodista lo definía lúcidamente como “autonomismo real, independentismo verbal”.

El contenido y los resultados de la reunión en Moncloa han sido el último paso atrás del independentismo.

Torra había afirmado que “no iremos a Madrid a hablar de carreteras y trenes”, y que solo discutiría con un presidente español en torno a cómo celebrar un referéndum soberanista y de qué forma podían “liberarse los presos políticos”. Pero cuando Torra compareció informando de los temas tratados durante más de dos horas con Pedro Sánchez reconoció no haber ni siquiera planteado la celebración de un referéndum pactado por la independencia, alegando que “la situación actual no pasa por esa reivindicación”, ni haber negociado “nada” respecto a los políticos encarcelados porque “ellos [el Gobierno de Sánchez] lo han pedido así”.

El único resultado tangible de la reunión ha sido la reactivación de la comisión bilateral entre el Gobierno español y el catalán. Está contemplada en el Estatuto y solo han discutido sobre inversiones, mejora de la financiación, infraestructuras, traspaso de competencias o desbloqueo de leyes impugnadas sobre temas sociales.

Esto no tiene nada que ver con “implementar el 1-O”. En los hechos, lo que ha hecho Torra aceptando participar en esta comisión bilateral es volver a moverse en el marco autonómico.

No es el primer movimiento que ha hecho Torra en este sentido. El “ungido” por Puigdemont gracias a sus credenciales de independentista “pata negra” ha aceptado eliminar de la composición del Govern a todos los políticos presos y fugados, formando un ejecutivo viable dentro de los límites legales. El mismo Torra que lanzaba duros ataques verbales al Rey acabó reuniéndose con el Jefe del Estado cuando fue a Cataluña a inaugurar los Juegos del Mediterráneo en Tarragona.

La reunión en Moncloa es la penúltima de las renuncias, de los pasos atrás que Torra se ha visto obligado a dar. Así lo reconoce la CUP, que tras el encuentro en Moncloa acusó al Govern catalán de “dar pasos atrás en el camino abierto el 1-O”. O los Comités de Defensa de la República (CDR), hegemonizados por la CUP, han pedido la dimisión de Torra afirmando que “no estamos aquí para hablar del Estatuto”.

Torra no va a dejar de ser independentista ni de expresarlo públicamente. Pero la realidad le ha obligado a reconocer que no existe posibilidad de continuar por ninguna vía unilateral, y que no tienen fuerza para lanzar un nuevo enfrentamiento directo con el Estado.

Esta es la realidad que aceptan ya el grueso de las élites independentistas, desde ERC a la dirección del PDeCAT, que ya no están dispuestas a seguir a Puigdemont en su camino de mantener a toda costa el enfrentamiento con el Estado.

Los límites del independentismo están en la propia Cataluña. Una reciente encuesta nos informa de que el 62% considera que Cataluña debe ahora apostar por mejorar el autogobierno. Mientras que los que apuestan por la independencia quedan reducidos al 21,5%. Incluso entre los votantes de ERC son mayoría quienes quieren negociar y no dar nuevos pasos hacia la ruptura.

Y el nuevo tiempo político en España, tras la sustitución del Gobierno del PP por uno encabezado por Pedro Sánchez, ha fortalecido a la mayoría de progreso en toda España, y también en Cataluña a la mayoría que defiende la unidad y rechaza la fragmentación.

La posición del Gobierno de Pedro Sánchez antes, durante y después de la reunión con Torra ha sido tajante. Gestos de distensión, sí… pero firmeza en el fondo. Así lo expresó la vicepresidenta Carmen Calvo -que negoció el 155 y fue elegida para dar la versión del Gobierno sobre el encuentro con el presidente catalán- al afirmar que “hay margen para mejorar el autogobierno” pero que “ni jurídica ni políticamente hay espacio fuera de la Constitución”.

Estas son mejores condiciones para quienes defendemos la unidad, y peores para quienes pretenden impulsar la división y el enfrentamiento.

Que sus palabras no nos confundan. No es verdad que “sigan en las mismas”, ni mucho menos que estén “envalentonados”. No hay “peligrosas concesiones al independentismo”.

Será necesario seguir defendiendo la unidad durante mucho tiempo y no bajar la guardia. Pero debe quedar claro que quienes están en retroceso son ellos, las élites independentistas, obligadas a dar pasos atrás que en los hechos están liquidando de forma controlada el procés.