Si quieres contemplar los frisos del Partenón, no vayas a Grecia dirígete a Londres. Allí, fruto del expolio del imperialismo británico, siguen exhibiéndose gran parte de los tesoros artísticos helenos ¿Hasta cuándo lo vamos a permitir?
Cuando el archifamoso modisto francés Yves Saint Laurent incluyó, en una subasta dirigida por Chistie´s, dos bronces expoliados a China en el siglo XIX, Pekín hizo saltar la alarma.
Se negó a pagar por recuperar lo que le habían robado. Exigiendo la devolución gratuita del patrimonio cultural sustraído.
Según la UNESCO, alrededor de 1,6 millones de objetos de arte chinos se encuentran en más de 200 museos de 47 países. Las cifras del gobierno chino hablan de 10 millones de piezas, que se hallan repartidas por 2.000 museos de todo el mundo.
La mayoría de ellas fueron robadas a partir de 1.840, cuando comenzaron las Guerras del Opio, y China se convirtió en un territorio de saqueo para las potencias occidentales.
Como, por ejemplo, las dos piezas de bronce que han empañado la subasta de Yves Saint Lorent, una cabeza de ratón y otra de conejo. Ambas fueron robadas cuando las tropas anglo-francesas arrasaron el antiguo Palacio de Verano de Pekín en 1860, al final de la Segunda Guerra del Opio.
Pero este no es un derecho del que sólo puedan disponer los grandes países, como China o India.
También pequeños Estados, como Perú, están decididos a recuperar lo que, por derecho, es suyo.
El país andino, ocupa, de hecho, el primer lugar del mundo en recuperación de patrimonio cultural.
En los últimos cinco años, Perú ha logrado recuperar 2.700 bienes culturales, a propósito de 50 casos de robos de piezas que terminaron en 14 países del mundo.
Pero todavía quedan tesoros nacionales en manos extranjeras. Como las piezas extraídas de la ciudadela inca de Machu Picchu por el explorador estadounidense Hiram Bingham, en 1912.
Que fueron cedidas de manera temporal a la Universidad norteamericana de Yale… Y que ahora se niega a devolver.
Es una cuestión cultural… y es un tema político. La mayor autonomía de países del Tercer Mundo respecto a la superpotencia norteamericana, ha desembocado también en una exigencia de restitución de los agravios antiguos.
Y se ha demostrado que, aunque el tamaño, evidentemente, si importa, no es la única, ni siquiera la principal razón.
Cuando Brasil era igual de grande que ahora, pero no disfrutaba de un gobierno como el del Lula o Rouseff, su grado de independencia respecto a Washington era mucho menor que el actual.
De la misma manera, la conquista en Perú de un gobierno nacional y anti-imperialista, como el presidido por Ollanta Humala, ha permitido que resurja la dignidad nacional en todos los aspectos… también en el de la recuperación de nuestro tesoro cultural.