Miles de organizaciones en todo el mundo -entre ellas 300 en España- encabezadas por el movimiento Fridays For Future (FFF) de la joven activista sueca Greta Thunberg, han convocado la exitosa semana de movilizaciones (del 20 al 27 de septiembre) para exigir y presionar a los gobiernos mundiales, cuyos líderes se han reunido en la Cumbre del Clima de la ONU en Nueva York. Llaman a detener un proceso, el calentamiento global -provocado por un modelo energético y productivo al servicio del máximo beneficio para los grandes capitales y basado en la combustión de energías fósiles- que aboca a la humanidad a una catástrofe climática de hondas consecuencias no solo ecológicas y medioambientales, sino de graves implicaciones geopolíticas.
La semana de lucha culmina con una huelga por el clima (ya celebrada en muchos países y convocada en España para el 27 de septiembre). Se estima que en las multitudinarias protestas -5.000 actos en 156 países-participaron por lo menos tres millones de personas en todo el mundo, según los organizadores. Entre las consignas más coreadas está el There Is No Planet B! (¡No hay Planeta B!)
La manifestación más multitudinaria recorrió las calles de Nueva York, donde más de un millón de personas, sobre todo estudiantes que faltaron a clase, acompañaron a Greta Thunberg. En Australia las marchas sacaron a 300.000 personas a las calles, y en capitales europeas como Londres o Berlín las manifestaciones superaron los 100.000 asistentes. Las protestas han recorrido múltiples lugares del mundo: de Varsovia a Beirut, de Helsinki a Nairobi, de Ciudad del Cabo a Singapur.
La fuerza de las movilizaciones se dejó sentir en la Cumbre de Nueva York, donde la intervención de Greta Thunberg abroncando a los líderes mundiales se ha hecho viral. Algunos han empezado a acusarla de populismo y de alarmismo sobreactuado, pero otros muchos recuerdan que la joven está advirtiendo de un peligro real sobre el que miles de prestigiosos científicos llevan años advirtiendo, con mucho rigor, relativa sobriedad y escaso éxito.
Desde hace décadas la comunidad científica alerta del deterioro de un gran número de ecosistemas, tanto terrestres como marinos, así como del punto de no retorno frente al cambio climático. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), señala que si el calentamiento global supera los críticos 1,5° C, podría desencadenar un proceso irreversible
No detener este proceso no solo supone la extinción de muchas especies e, incluso, de ecosistemas completos. Significa la muerte y el aumento de la pobreza extrema para millones de personas por fenómenos que van desde sequías y catástrofes naturales a la inundación de amplias zonas costeras. Parar el calentamiento global no es una opción. Es una necesidad impostergable.
Los negacionistas del calentamiento global son cada vez menos, pero entre ellos se encuentran poderosos representantes de las clases dominantes como Donald Trump. El presidente norteamericano decidió mostrar su desprecio por la Cumbre del Clima de Nueva York. Apareció cuando nadie le esperaba, se sentó durante un cuarto de hora y súbitamente se levantó y se fue. La diplomacia estadounidense había contraprogramado en la ONU un «foro sobre protección de minorías religiosas».