Pablo M. Escanciano
Se trata de uno de los expertos que más notoriedad ha tenido en estos dos años de pandemia. De forma pedagógica y siempre rigurosa, nos ha venido advirtiendo de no bajar la guardia contra un virus que ya ha superado las cien mil víctimas mortales en nuestro país. Daniel López Acuña es médico, epidemiólogo, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) – donde viene coordinando proyectos de necesidades de salud de los refugiados desde 2014- es además profesor de la Universidad Camilo José Cela y de la Escuela Andaluza de Salud Pública.
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Algunas voces ya señalan que -al menos en España- podemos dar la pandemia por finalizada, o casi finalizándose. ¿Están en lo cierto o es un espejismo?
Discrepo con quienes afirman que se puede dar por finalizada la pandemia en España. Es una afirmación que carece de rigor epidemiológico. Además, Ómicron no ha sido tan benigna como se cree o como han querido pintarla. Ha producido en España más de 11 mil fallecimientos durante la sexta ola en razón del aluvión de casos que su alta contagiosidad ha producido aun cuando la letalidad haya sido menor que la de otras variantes.
Y el tener un alto porcentaje de vacunación de la población diana no se traduce en inmunidad de rebaño y no determina la desaparición del virus ni de su transmisión ni mucho menos la desaparición de la pandemia cuando sabemos que las vacunas no son esterilizantes y que protegen contra la severidad y el riesgo de muerte, pero no ante la posibilidad de contagios
No debe tomarnos por sorpresa el que se esté produciendo una nueva ola, que en España sería la séptima, que puede no tener la misma magnitud que la anterior pero que debe ocuparnos y preocuparnos y hacernos reconsiderar la precipitada relajación de medidas como el suprimir la obligatoriedad de medidas de protección tales como el uso de la mascarilla en interiores
Un alto porcentaje vacunado no se traduce en inmunidad de rebaño, ni mucho menos en la desaparición de la pandemia
No debemos lanzar campanas al vuelo en Europa creyendo que todo ha terminado: La dinámica de Asia, los repuntes en Europa y el riesgo de nuevas variantes nos deben hacer ser cautelosos. Es difícil saber en este momento si iremos a una séptima ola en España pero preocupan varias cosas. La ralentización en el descenso de la incidencia, los ligeros repuntes en varias comunidades autónomas, los incrementos pronunciados en países que llevaban dos años con muy bajas incidencias y ahora tienen un número de casos disparadísimo (Hong Kong, Vietnam y Corea del Norte), los notables repuntes en países que han eliminado restricciones como Dinamarca. Yo pienso que no se trata de algo pasajero pero aún no podemos decir que sea el inicio de una séptima ola: Y esta la preocupación de nuevas variantes y de la inmunidad que va decayendo
Debemos adelantarnos y pensar en una estrategia para el segundo semestre con nuevas formulaciones de vacunas que protejan eficazmente ante las nuevas variantes. Y debemos resistir la tentación de querer proclamar falsas libertades de no cuarentenas y aislamientos, no mascarillas y no pasaportes COVID pensando que son signos de emancipación cuando en las nuevas realidades pandémicas son elementos de desprotección.
¿Podemos dar por cerrada la pandemia en España mientras hay amplias zonas del planeta donde la cobertura vacunal es casi nula, mientras el virus sigue propagándose y mutando por el mundo?
Es un error craso pensar que en una pandemia existen islas epidemiológicas. Una pandemia no está acabada mientras la transmisión del virus siga activa en buena parte del mundo y permanezca todavía activa en España. Es muy importante poner en perspectiva la dinámica mundial de la pandemia en estos momentos y entender que la pandemia no ha terminado y que se están produciendo repuntes importantes en Asia, en países que tuvieron incidencias bajísimas o casi inexistentes a lo largo de dos años, pero también en Europa especialmente en países que relajaron prematuramente las restricciones. Países como Corea del Sur, Hong Kong, Vietnam y ahora China muestran claros repuntes considerables de la incidencia en las últimas cuatro semanas. Y países como Dinamarca, Noruega, Suecia e incluso Suiza que han relajado por completo las restricciones están viendo un notable incremento de la incidencia, el número de hospitalizaciones y el número de fallecimientos en el último mes
Todo esto es el resultado de múltiples factores que se conjuntan. Presencia de variantes más contagiosas y que escapan en mayor grado a la eficacia de las vacunas, cono la Ómicron clásica y los sub-linajes como la variante sigilosa. Decaimiento de la inmunidad tras la infección natural y la vacunación. Grupos importantes de personas susceptibles no vacunadas o incompletamente vacunadas que suponen colectivos vulnerables a la infección severa y la muerte. Variantes que producen reinfección en personas que experimentaron COVID por otras variantes. Y “barra libre” al contagio al abandonar medidas de protección como mascarilla en interiores, distancia física, no aglomeraciones y relajar las restricciones de aforos y horarios en interiores mal ventilados y al suprimir cuarentenas y aislamientos. Y ciertamente al enfrentarnos ante variantes más contagiosas y que escapan a la eficacia de vacunas.
No existen las islas epidemiológicas. Una pandemia no está acabada mientras la transmisión del virus siga activa en buena parte del mundo
La estrategia de COVID cero ha resultado ser un espejismo como lo fue la idea de la inmunidad de grupo. Y ciertamente ante variantes más contagiosas y ante una menor eficacia de las vacunas la inmunidad no funciona adecuadamente. Japón es un país en Asia que excepcionalmente ha podido mantener incidencias más bajas, pero en gran medida es porque lleva a rajatabla el uso de la mascarilla y no ha relajado medidas de protección. Una gran ola en Asia o en cualquier otro continente nos devuelve a la situación de equilibrios precarios en el control del virus y al riesgo de surgimiento de nuevas variantes amenazadoras.
Y mientras más alta sea la incidencia de la enfermedad, aun con episodios relativamente benignos, mayor será el riesgo de surgimiento de nuevas variantes
¿En qué consiste la nueva estrategia contra el virus que gobierno y CCAA han acordado en Zaragoza? ¿Qué opina de ella?
La Declaración de Zaragoza es un pronunciamiento genérico en favor del fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica, que como señalo desde hace casi dos años la Comisión de Reconstrucción post COVID 19 del Congreso de los Diputados debería de ser una de las áreas que mayor fortalecimiento tengan en las políticas y programas de reconstrucción. El principio es defendible pero falta dar más especificidad a los planteamientos de detalle que tracen una hoja de ruta con hitos específicos y resultados a alcanzar en distintos plazos. Es una declaración de buenas intenciones y poco más.
En cuanto a la transición hacia una vigilancia centinela de los casos de COVID-19 desde mi punto de vista se trata de un abordaje prematuro que se apoya más en el wishful thinking de que la pandemia de COVID se comporte como una gripe y menos en una lectura realista y objetiva de la naturaleza cambiante de esta pandemia y sus implicaciones
No deben relajarse las medidas de protección cuando la incidencia es elevada, y la transmisión comunitaria está presente todavía. Se debe esperar a tener una baja incidencia de 25 a 50.
Está claro que bajar la guardia cuando no toca tiene graves consecuencias. ¿Qué condiciones se deben cumplir para que haya una desescalada o una relajación, con la prudencia debida, en las medidas clásicas como son las mascarillas en interiores, los aforos, etc…?
Dinamarca es un claro ejemplo de lo que no debe hacerse. No deben relajarse las medidas de protección ni las restricciones esenciales cuando la incidencia es elevada, y la transmisión comunitaria está presente todavía. Se debe esperar a tener una baja incidencia de 25 a 50 por cien mil habitantes y a que la transmisión de la enfermedad se produzca en forma de brotes, no cuando aún está presente un patrón de transmisión comunitaria generalizada
Ahora se van a cumplen dos años del inicio del primer Estado de Alarma en España, que todos recordamos. A su juicio, y con la perspectiva de estos dos años, ¿qué hemos hecho mejor?, ¿cuáles han sido los puntos fuertes del combate a esta pandemia? Y por el contrario, ¿qué errores, qué hemos de aprender para no repetir en futuras pandemias?
El Estado de Alarma, el Mando Único y el Confinamiento que se llevaron a cabo al inicio de la pandemia fueron medidas fundamentales e imprescindibles sin las cuales se habrían producido mucho más presión asistencial y saturación de la infraestructura de camas de hospitales y UCIs y un numero mucho mayor de fallecimientos. También ha sido importante conseguir altas coberturas de vacunación y vacunar a ritmos muy superiores a los que lo han hecho otros países.
El Estado de Alarma y el Confinamiento fueron medidas imprescindibles. Pero luego se cometieron errores en la desescalada prematura, en la relajación precipitada de restricciones, en la falta contundencia en las olas siguientes.
Pero se han cometido errores en la desescalada prematura, en la relajación precipitada de restricciones, en la falta de actuación contundente para frenar la transmisión en olas subsiguientes lo que dio lugar a notables repuntes y a un número de muertes elevado que podía haberse prevenido. La incoordinación en la gobernanza sanitaria ha hecho mucho daño y el anteponer razones económicas, políticas o electorales por parte del gobierno estatal y los gobiernos autonómicos de diversos signos políticos no ha contribuido a una gestión eficaz de las fases subsiguientes de la pandemia.
Me preocupan las más de 11 mil muertes en la sexta ola a pesar de contar ya con la vacunación.