El compromiso del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer con la arquitectura no ha sido dedicarle toda su longeva vida -102 años-, el compromiso ha sido utilizar la arquitectura como lucha para cambiar el mundo. Cada edificio del carioca es un sinuoso movimiento de capoeira. Embelesarse únicamente con sus ondulante formas impide apreciar la naturaleza destructiva de esta danza marcial. Hasta el 22 de Noviembre en Madrid la Fundación Telefónica recoge una retrospectiva de su arquitectura… de su lucha.
Cuando Le Corbusier dijo de Niemeyer: “Oscar, tu tienes siemre en los ojos las montañas de Rio”, estaba definiendo la nueva mirada brasileña. Esa mirada pertenecía a un pensamiento nacional propio y por primera vez, iba a manifestarse artísticamente.En los años 50 el artista de Río de Janeiro fue expresión del proyecto nacional brasileño. El mismo presidente Juscelino Kubitschek se entrevistó con él para pedirle que construyera la nueva capital de Brasil junto al urbanista Lúcio Costa. Estaría situada en el interior del país en medio de la nada y se llamaría Brasilia. En la nueva capital, el arquitecto tropical construiría decenas de edificios en corto plazo de timepo. En un mandato presidencial la ciudad debía estar realizada. Y así fue.El arquitecto brasileño no daría la espalda a todo lo que su pueblo había construido durante siglos, y aunque fue seguidor del movimiento moderno internacional de Le Corbusier, consiguió crear una capital con arquitectura cien por cien brasileña.Pero, como el mismo Niemeyer plantea, el sueño de Brasilia se acabó pervirtiendo: “Los que nos ayudaron a hacer Brasilia llegaron de todos los puntos del país, pensando que Brasilia sería el comienzo de su vida. Salieron tan pobres como antes, porque después de que Brasilia se inauguró vinieron los hombres de negocios, vinieron los políticos. Todos los representantes… Todos los que gobiernan, todos los que gobernaron este país eran representantes del régimen capitalista con todas sus injusticias.”El golpe de estado de 1964, por parte de sectores de la oligarquía local junto a la CIA, promueven una régimen militar que persiguió al partido comunista, al que pertenecía. Tras desarrollar una feroz lucha mediante diversos monumentos contra el régimen, el artista de Río es obligado a abandonar el país.Tras más de 2 décadas de exilio, Niemeyer vuelve al Brasil democrático, pero sigue convencido de que se puede y se debe continuar transformando la realidad. Firme en su compromiso con la arquitectura en 1989 inaugura el Memorial de América Latina, que como el propio Niemeyer explicó tras su diseño : “está hecho para congregar a los pueblos de América Latina y crear un intercambio entre ellos. Una serie de experiencias, de arte, de cultura, de defensa política. América latina ha sido muy bombardeada, ha sido muy invadida, ha sido muy despreciada. Y hoy son países importantes. Pueden unirse y reaccionar contra el imperialismo. (…) Aquello me conmovía tanto que hice un diseño de una mano con sangre cayendo por el puño que representaba a America Latina”.Compromiso, lucha, danza… arquitectura a fin de cuentas, es lo que ha realizado Oscar Niemeyer durante más de un siglo. Quedarse únicamente con la revolución de sus formas, es no comprender su arquitectura, es no comprender… su forma de revolución.