«¿Por qué no ordenará la Corte Penal Internacional la captura de Bush?, ¿por qué no ordenará la captura del presidente de Israel?», dijo hace dos días en Qatar Hugo Chávez ante el pleno de la II Cumbre de ASPA (América del Sur-Países Árabes). El mandatario recibió un sonoro aplauso de la mayoría de los representantes allí reunidos. Chávez criticaba así la orden de busca y captura que el CPI ha lanzado contra Omar al Bashir, presidente de Sudán, al que invitó a visitar Venezuela para demostrarle su apoyo. El gesto del venezolano ha generado una fuerte polémica internacional, pues supone todo un desafío a la CPI, organismo dependiente de la ONU. ¿Es una astracanada o le asiste la razón?
El venezolano atribuyó esta decisión al "cinismo" de los aíses desarrollados, y se preguntó, al igual que lo hizo esta mañana al llegar a Doha, "por qué ese tribunal no persigue a Bush, que es un genocida que gobernó Estados Unidos durante ocho años y que mandó bombardear Irak". También consideró hipócrita la "actitud del imperio", refiriéndose a EEUU, respecto al nuevo Gobierno israelí, que no reconoce a Palestina como un país, después de que Washington rechazase al grupo palestino Hamás tras ganar las elecciones porque no reconoce a Israel. “Que juzguen a Simón Peres, responsable de la guerra de Gaza”, dijo Chávez."Esa corte no tiene ninguna potestad para tomar una decisión de tal magnitud contra un presidente en funciones, pero lo hace porque es un país africano, del tercer mundo", dijo el presidente venezolano, por lo que denunció la sentencia de la CPI como "un adefesio jurídico y un atropello político no sólo para Sudán, sino para todos los pueblos del tercer mundo". Chávez, fiel a su estilo, mostró su apoyo a Bashir de forma muy gráfica: “Yo hablé hoy con Al Bashir y le pregunté qué riesgos corre cuando viene por estos mundos. Le invité a Caracas pero le dije: ‘ojalá no tengas ningún problema por allá". Asimismo, Chávez arremetió contra Inglaterra, "el imperio inglés", responsable, según él de tantos "atropellos" al pueblo árabe, y recordó que árabes y sudamericanos son "dos áreas geopolíticas que tienen un frente de siglos de lucha contra el atropello de los grandes imperios". "Ahora nos estamos uniendo en la construcción de un mundo nuevo", dijo, recogiendo de nuevo aplausos en el pleno.El mandatario venezolano posee la virtud de no dejar indiferente ni con la forma ni con la esencia de sus declaraciones. La verdad es revolucionaria, así que vayamos por partes.¿Acaso exagera Chávez cuando habla de los crímenes de guerra perpetrados por el ejército norteamericano en Irak o Afganistán, o del genocidio cometido por el Tsahal contra Palestina, y de la responsabilidad directa del jefe del Estado norteamericano o israelí?. Hay testimonios sobrados para afirmar que Bush, Sharón, Peres, Olmert o Rumsfeld deberían responder ante un tribunal por sus crímenes. ¿Es demagógico el argumento según el cual el atraso secular de América Latina o del mundo árabe es culpa de la acción directa de las potencias imperialistas, actuando decisivamente para dividir y dominar, apoyando a los reaccionarios locales y aplastando a los pueblos?. Que alguien saque –desde un estudio riguroso de la historia- argumentos que desmientan la verdad de las palabras de Chávez.¿Es tendencioso afirmar que el CPI actúa con diligencia y contundencia contra el presidente de Sudán –a diferencia de la mano de seda o que utiliza con otros países- porque se trata de un país africano, del Tercer Mundo? ¿Acaso se imagina alguien a un organismo internacional actuando con esa contundencia contra un esbirro del hegemonismo, contra uno de los muchos dictadores, tiranos y genocidas que actúan bajo el amparo de Washington?Hugo Chávez ha puesto el dedo en la llaga, ha obligado a mirar dónde el imperialismo no quiere que giremos la vista. Ahora bien ¿quién es Omar al Bashir, al que Chávez brinda su apoyo e invita a visitar Venezuela?En el poder desde un golpe de Estado en 1989, al-Bashir ha gobernado Sudán imponiendo una sangrienta dictadura, apoyando –y disputándose el poder- con las milicias islámicas, los temidos Janjaweed. La mano de Omar al-Bashir la población negra (2 millones y medio) ha sido deportada forzosamente al árido e inhabitable sur del país, a la tristemente famosa región de Darfur, repoblando los territorios fértiles con grupos árabes. Con estos ingredientes de extrema opresión –y con la intervención de las potencias imperialistas occidentales contra un gobierno hostil a sus intereses, armando a los rebeldes contra Jartum- se originó el conflicto de Darfur, en la que el gobierno de Bashir se sirvió de los Janjaweed para cometer todo tipo de atrocidades contra los refugiados negros. Se calculan unos 300.000 muertos. Chávez acusa a las potencias occidentales y a la CPI de aplicar una intolerable doble moral, una distinta vara de medir contra los tiranos de la factoría del imperio y aquellos sátrapas contrarios a sus intereses. Y tiene razón. Pero precisamente por eso, el presidente venezolano, que encabeza un frente de países latinoamericanos que han conseguido enormes conquistas en el terreno de la independencia nacional y que es un referente mundial de la lucha contra el imperialismo, no puede permitirse ningún tipo de oportunismo. Una cosa es no entrar al juego interesado del juicio a al-Bashir, y contribuir a desenmascarar lo espúreos intereses de quienes lo promueven –quienes lo dicen, cuando lo dicen, para qué lo dicen-. Otra cosa muy distinta es apoyar -poniendo en juego el enorme prestigio del frente antihegemonista latinoamericano- a un genocida como Omar al-Bashir, dando pié dentro del campo de la revolución al principio más venenoso de todos: aquel que susurra al oído que “el fin justifica los medios”.