Dirigentes detenidos por tratar de reconstruir Batasuna

Ni arrear al árbol, ni recoger las nueces

Bajo la dirección del juez Baltasar Garzón, policí­as de la Comisarí­a General de Información han llevado a cabo la detención de nueve dirigentes del entramado polí­tico de ETA que estaban reorganizando las estructuras de la ilegalizada Batasuna, siguiendo las directrices de la propia ETA, según la investigación en marcha. Es decir, la continuidad delictiva con el objetivo de reactivar un partido polí­tico ya ilegalizado. Lo que está muy bien. Debe seguir la investigación de las relaciones concretas y materiales que todo ese entorno mantiene con ETA. Son los arreadores del árbol. Pero también hay que investigar a los recogedores de nueces. Porque una vez más aparece con claridad meridiana la «santa» alianza entre los unos y los otros. Sus palabras les delatan.

Joseba Egibar, del PNV ha criticado las detenciones y ha salido en defensa de todos esos individuos, largamente vinculados al entramado olítico de ETA, con el venenoso argumento de que “si se sabe que todas estas personas están apostando por las vías políticas, es evidentemente que no están queriendo ingresar en ETA para seguir la lucha armada, sino justo lo contrario”. Palabras que tratan de esconder la división funcional entre los activistas políticos de ETA y los que desarrollan la actividad terrorista (y enaltecida al usar el término de “lucha armada”). Iñigo Urkullu, presidente del PNV, ha pedido que se cumplan “todas las garantías procesales” ante las, según él, anteriores “denuncias fehacientes de personas no sospechosas”. Lo que significa realmente un ataque a los demócratas y una defensa del entorno político de ETA. Como ha declarado Maite Pagazaurtundua, la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT), ante estas detenciones, con su habitual valentía personal y agudeza política, “ha costado muchos años comprender desde el punto de vista judicial, policial y social que todo el entramado alrededor de ETA era ETA, que sin ese mundo político ETA no se puede desarrollar ni tampoco su proyecto, que sin exaltación del terrorismo no hay nuevas camadas de terroristas”. Hace pocos meses Xabier Arzalluz sacó la cabeza de la cripta, del sacro armario del PNV, y lanzó un par de exabruptos: “en Lizarra-Garazi nosotros pactamos con ETA. En mi trayectoria política no he conocido una ilusión como aquélla. Aquella increíble concordia entre abertzales se fue a la basura”. Siempre coherente con su tenebrosa frase: “unos arrean al árbol y otros recogemos los frutos”. Sus discípulos le siguen. Hay que investigar esa línea negra en el seno del PNV que se ha dedicado durante muchos años a alentar y justificar, a apoyar y comprender, bajo la máscara del “conflicto vasco”, toda la actividad terrorista de ETA y la actuación política de su entramado. Una línea siniestra que ha mantenido en el seno de la Ertzaintza, la policía vasca, un grupo dedicado a paralizar y boicotear, dentro y fuera de ella, la lucha policial contra ETA y su entorno. Hay que terminar cabalmente con ambos para que no puedan ni arrear al árbol ni recoger las nueces.