Mas y Rajoy coinciden en la posibilidad de una salida negociada al conflicto catalán que no incluya el referéndum
En un nuevo giro del guión, en el “procés soberanista” algunos actores parecen interpretar un papel muy diferente al que tenían asignado. Artur Mas, principal referencia del independentismo, ofrece la posibilidad de una salida que no incluya el referéndum soberanista. Y Rajoy, personificación del “inmovilismo”, está dispuesto a negociar todas las reivindicaciones de la Generalitat, a cambio de aparcar la consulta.
Detrás de estos acontecimientos, que frente al “choque de trenes” han colocado en primer plano un horizonte de negociación, está la necesidad, compartida por muchos y poderosos intereses, de reconducir el conflicto catalán. Marginando de su resolución a la mayoría social progresista en avance en Cataluña, la fuerza que más ha contribuido a debilitar las amenazas de ruptura.
Quien hizo saltar la liebre fue Artur Mas. Afirmando en una conferencia en Madrid -a puerta cerrada pero con la clara intención de que se hiciera público- que además de los «dos esquemas posibles» (la independencia o «la autonomía en regresión»), hay una solución «en medio» que debería proponer «el Estado español». «Una negociación encabezada por Rajoy y Mas o Puigdemont no resolverá el conflicto catalán. Dejára intactos los recortes y abierta la herida contra la unidad «
Al día siguiente, el portavoz del gobierno del PP calificó la propuesta de Mas como interesante y apostó por “sondear” si iba en serio. Y uno de los principales periódicos españoles, organizador de la conferencia a la que acudió el ex presidente catalán, editorializaba, bajo el título “Una salida para Cataluña”, que “Mas plantea una alternativa a la independencia que debe ser aprovechada”.
Como escenario propicio a esta “operación Cataluña”, se ha difundido que la “desconexión” entre el gobierno central y el catalán estaba en realidad agujereada por contactos y negociaciones secretas. La Vanguardia, histórico portavoz de la gran burguesía catalana, ha revelado una reunión entre Rajoy y Puigdemont celebrada el pasado 11 de enero.
La alternativa Rajoy
El “inmovilismo” del que muchos acusan a Rajoy ante el problema catalán parece haberse transformado en una sorprendente audacia.
El 20 de abril de 2016, en la única reunión pública entre ambos, Puigdemont presentó a Rajoy 46 reivindicaciones, el doble de las expresadas por Artur Mas en 2012. Pues bien, ahora Rajoy dice estar dispuesto a negociarlas todas… menos una, la convocatoria de un referéndum soberanista.
En este paquete se incluye una mejora de la financiación autonómica, una ampliación y blindaje de las competencias de la Generalitat, el impulso a infraestructuras claves para la economía catalana como el corredor mediterráneo, el abandono de los procesos judiciales que están cercando a la ex Convergencia, la inyección de nuevos recursos por parte del Estado en dependencia…
Sería el mayor proceso de negociación emprendido entre el gobierno central y la Generalitat. ¿Por qué el PP se muestra ahora dispuesto?
Reconducir el conflicto catalán es una necesidad para un gobierno del PP en minoría, que debe asegurar el mantenimiento de la política de recortes contra la población en unas condiciones de debilidad mayores que en la anterior legislatura.
Rajoy ya ha movido las fichas para ello. Encargando a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, la conducción de la negociación. O nombrando un nuevo delegado del gobierno en Cataluña, Enric Millo, que proviene de las filas de la ex CiU.
El gobierno de Rajoy ha dado gran relevancia pública a la reunión de la vicepresidenta con el G-16, el “sanedrín” de la gran burguesía catalana, en el que participan los principales centros de poder económico, social, cultural… en Cataluña, y que se reúne cada dos meses para evaluar la situación.
Una gran burguesía catalana, con gran influencia en la ex Convergencia, que defiende abandonar el tren independentista para abordar una negociación que arranque al gobierno central mejores condiciones para sus negocios.
Los problemas de Mas y Puigdemont
El día que Artur Mas comparecía ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, bajo la amenaza de inhabilitación por haber permitido la consulta del 9-N, los medios públicos catalanes presentaban un movimiento de solidaridad de la “sociedad civil” con el ex president.
Paralelamente, una encuesta demostraba que al 64,3% de los catalanes le interesaba “poco o nada” en juicio a Artur Mas.
La distancia entre la Cataluña real y la oficial no podía ser mayor.
En Cataluña avanza una mayoría social progresista que ha cambiado el guión de los Mas y Puigdemont.
Todas las encuestas confirman un descenso del apoyo al independentismo en los últimos meses. Y todas evidencian la histórica debacle de la ex Convergencia, que su refundación y cambio de nombre no ha detenido. Puede quedar reducida a quinta fuerza política en Cataluña, pasando de 62 diputados en el parlament en 2012 a tan solo 10 en unas futuras elecciones.
Al mismo tiempo, la ejecución de los recortes por parte de los Mas y Puigdemont ha vaciado las arcas públicas de la Generalitat, haciéndole depender hasta 2020 de la protección del Estado español para poder acceder a la financiación internacional, como confesaba el informe presentado por el vicepresidente de ERC, Oriol Junqueras, a los inversores internacionales internacionales.
La sociedad catalana ha girado a la izquierda, y cuanto más lo ha hecho, más debilitados han quedado las cabezas de los recortes y la fragmentación, los Mas y Puigdemont.
La alternativa que no se contempla
Una resolución del conflicto catalán basada en una negociación entre Rajoy y los Mas y Puigdemont tendría dos consecuencias.
Primero fortalecer la estabilidad de un gobierno del PP en minoría. Segundo, asegurar que las “reformas” en Cataluña se ejecutan de forma controlada, frente a las exigencias de una mayoría social progresista cuyo avance es necesario reconducir.
Rajoy afirma que es necesario aparcar el referéndum para discutir sobre “los problemas que interesan a la gente”. Pero los Rajoy y los Mas y Puigdemont, los que en Madrid o en Barcelona han sido los mayores ejecutores de los recortes contra la población… ¿van a satisfacer las demandas de la mayoría?
Una negociación encabezada por Rajoy y Mas o Puigdemont no resolverá el conflicto catalán. Dejará intactos los recortes y abierta la herida contra la unidad, por mucho que se aparque el referéndum.
Ha sido el avance de la mayoría social progresista en Cataluña y en el resto de España lo que ha impuesto los límites a la disgregación y ha colocado en primer plano la lucha contra los recortes.
Este es el protagonista que todos silencian y marginan. Hacer valer su fuerza es una premisa para resolver el conflicto catalán desde los intereses de la mayoría. Encabezando desde la izquierda la denuncia a una ruptura encabezada por los Mas y Puigdemont, los que han ejecutado los mayores ataques contra la población en Cataluña. Y fortaleciendo la unidad con el conjunto del pueblo trabajador del resto de España para defender nuestros intereses comunes.