Un profundo sentimiento de solidaridad, hermanamiento y apoyo a la lucha del Soterramiento ha despertado -de forma trasversal- en todos los rincones de Murcia
Quieren encerrarlos tras un vergonzoso muro de hormigón, acero y plexiglás, pero los vecinos de los ‘barrios de la vía’ han forjado una muralla de solidaridad, movilización, dignidad y lucha. Hay quien se sorprende que en Murcia las movilizaciones pro-soterramiento de las vías lleven más de 30 días ininterrumpidos de manifestaciones nocturnas, pero en realidad las plataformas vecinales llevan 30 años de lucha soterrada, persistente, tenaz y paciente. Los barrios obreros del sur de la ciudad -Santiago el Mayor, Pio X, El Progreso y Barriomar- se han puesto en pie y han unido tras de sí a la inmensa mayoría de la sociedad murciana.
Los barrios de la vía llevan décadas soportando que una llaga de hierro les separe del resto de Murcia, degradando sus condiciones de vida y obstaculizando su acceso a los servicios básicos. Pero ahora, el proyecto de traer el AVE a la Estación de El Carmen, con su catenaria y el muro de 9 kilómetros que elimina todos los pasos a nivel, amenaza con separarlos por completo de Murcia, antagonizando su marginación. Las obras del ‘Muro de la Vergüenza’ han soliviantado a los vecinos, que han ido llenando, primero por cientos y luego -tras las cargas policiales contra los manifestantes- por miles y miles.
No se cansan, no se rinden. Todos los días al caer el sol, sin faltar ni uno desde principios de septiembre, una multitud de vecinos se dan cita en el epicentro de la protesta, convertido ya en un nuevo ‘Gamonal’: el paso a nivel de Santiago el Mayor. Tras un buen rato de concentración, marchan por las calles del centro de la ciudad.
Alegría, energía y sobretodo, unidad. Acudir a cualquiera de esas marchas hace que se te ericen los pelos, que pienses que lo conseguirán. Un profundo sentimiento de solidaridad, hermanamiento y apoyo ha despertado -de forma trasversal- en todos los rincones de Murcia, ha inundado toda la Región y rebota como una onda desde toda la península. Su justa exigencia de que el AVE llegue a Murcia soterrado, de que “las personas por arriba, el tren por abajo!” se han ganado a una abrumadora mayoría de la sociedad murciana. La última y masiva manifestación -de más de 50.000 personas el 30 de septiembre- por la Gran Vía de la capital no dejan lugar a dudas.
Las organizaciones vecinales o las asociaciones de padres de escolares de los barrios colindantes al norte de la vía (el lado “bueno”) de El Carmen o del Infante se han sumado fraternalmente como un puño a las marchas de sus vecinos del sur. Los clubes deportivos y las hinchadas de la Región exhiben pancartas de ¡Soterramiento Ya! en todos los encuentros. Desde otras ciudades, desde otras plataformas pro-soterramiento de toda España llegan saludos fraternales, admiración y ánimos. ¡Adelante, vuestra lucha es nuestra lucha!, clama un comunicado de la Platafroma Tracte Just Soterrament Total, de Montcada i Reixac, ciudad catalana del area metropolitana de Barcelona, y de sus homólogos del resto de la Península.
La imaginación, creatividad y el colorido son otra nota distintiva de este movimiento protagonizado por la gente de forma absolutamente coral. Los estudiantes de 4º de Periodismo de la UMU hacen reportajes que se hacen virales. Una legión de artistas gráficos, ilustradores, diseñadores y grafiteros ha inundado con mil y una imágenes y murales en apoyo al Soterramiento las redes sociales y los tapias de Murcia. Hasta han creado una simbólica y simpática imagen de la “Virgen del Muro” a la que sacan en procesión, esperando que los “meapilas del PP” le hagan caso. Y sobretodo los músicos -una orquesta de más de 200 integrantes, desde percusionistas hasta coros, desde violinistas hasta vientos- amenizan las marchas con una brillante y emocionante versión de “Another Brick in the Wall” de Pink Floyd, para tirar con sus voces el Muro.
Pasan las semanas y los vecinos no se rinden, ni aflojan en su convicción de soterrar la vía. Los más activos han acampado al lado de las obras del Muro para asegurarse de que no continúan. Las asambleas -porque todo esto se decide en asambleas- siguen manteniendo que la cita diaria, hasta que se consiga el Soterramiento. ¿Como se van a cansar de defender sus vidas, su barrio, a su gente?.
La señora Ana y su silla plegable.
La primera vez que ví esta imagen (Nacho García, La Verdad) una inequívoca sensación de familiaridad me invadío. En las concentraciones diarias en el paso a nivel de Santiago el Mayor había surgido una figura discreta pero entrañablemente poderosa. Todos los días y desde el primer momento, esta señora octogenaria de pelo cano -armada con una ligera sillita de playa- se apostaba en las vías para apoyar solidariamente la lucha de sus vecinos.
Cuando comenté la foto en las redes sociales, un viejo amigo me dió una colleja y me dijo entre risas “¡pero hombre! ¿no reconoces a la madre del Juli?”. Entonces me acordé de cuantas veces la señora Ana -que así se llama mi vecina y madre de otro viejo amigo- me había comprado el De Verdad en la esquina de Alameda de Capuchinos, a pocos pasos de su casa.
La señora Ana se ha convertido en un icono porque las señoras octogenarias armadas con sillas plegables representan a los vecinos de toda la vida, a nuestros padres y abuelos, a esas Doñas de barrio obrero que saben reconocer cuándo una lucha es de sentido común, es fruto de una exigencia popular de innegable justeza. Muestran cómo la lucha de los barrios de la vía ha despertado la más profunda solidaridad de sus vecinos. La señora Ana vive en el Carmen, al norte del Muro de la Vergüenza, pero a sus ochenta años, no ha fallado ni un día a las concentraciones y a las marchas en apoyo al otro lado de la vía.
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La señora Ana tiene una técnica secreta que la hace incansable, una de la que deberíamos aprender: cuando sus piernas se fatigan, coge la silla… y se sienta. Y luego se levanta. Como van a seguir todas las señoras Anas -y sus hijos, y sus nietos- hasta conseguir que soterren la vía y el muro les separa de sus vecinos.