¿Que lógica puede haber en dejar atrapados a cientos de miles de refugiados -más los miles que llegan cada semana- en el miembro económicamente más débil de la UE, con una economía arrasada tras años de dictados de la troika, con una tasa record de desempleo y con una población griega que arrastra su propia crisis humanitaria? Sólo una: crear un nuevo y gravísimo problema al gobierno de Syriza, el objetivo a derribar para Washington y Berlín.
Mientras decenas de miles de refugiados cruzan el Egeo cada mes, intentando huir de los horrores de la guerra y el hambre para llegar a la seguridad y la prosperidad de Europa, mientras miles de ellos naufragan tratando de llegar a las costas helenas y cientos de miles pasan hambre y frío en lo más crudo del invierno, las plutocracias de Bruselas o de Berlín no tienen ninguna clase de escrúpulos en utilizarlos como arma de presión y chantaje para derribar al gobierno de Syriza en Grecia. La troika busca una “tormenta perfecta”, añadiendo a la ya delicada situación económica, política y social helena -que ya padece su propia crisis humanitaria- la llegada y confinamiento en el país de un número creciente de desplazados. «Exigencias draconianas junto a la crisis humanitaria de los refugiados. Esta es la “tormenta perfecta” que busca la troika para derribar al gobierno de Syriza»
Se estima en unos 25.000 refugiados y migrantes los que ahora mismo se encuentran en Grecia, pero ese número podría pasar a 70.000 si la UE y los países fronterizos cierran las fronteras y condenan al país heleno a convertirse en un gigantesco campo de refugiados. Sólo en enero, más de 50.000 migrantes y refugiados consiguieron llegar a las costas griegas, pese al mal tiempo y a la mala mar. Para un país de algo menos de 11 millones de habitantes, con una población castigada por la pobreza, el desempleo y la escasez, y al borde permanentemente de la bancarrota por el estrangulamiento financiero de la troika, es un barril de polvora a la espera de una chispa.
Los refugiados acampan por miles en varias plazas de la capital convertidas en improvisados y extremadamente precarios campos de refugiados. “Todos los alojamientos temporales en Atenas están sobrecargados”, informaba hace días Acnur. Mientras, Alemania, Dinamarca o Suecia han endurecido sus políticas de asilo, y Austria ha organizado una reunión con los países del Este -excluyendo a Grecia- para discutir qué hacer con los refugiados. Croacia o Macedonia ha acordado cerrar sus fronteras para frenar la entrada de solicitantes de asilo desde Grecia, a lo que Atenas ha llamado a consultas a su embajadora en Viena. “No aceptaremos que nos conviertan en el Líbano de Europa”, han dicho las autoridades griegas.
«El cierre de la frontera representaría un enorme varapalo político para el gobierno de Tsipras, que lucha por llevar a cabo las reformas económicas exigidas por el rescate», indica Mujtaba Rahman, responsable de análisis de la consultora de riesgos Eurasia Group, en declaraciones al periódico inglés The Guardian. «Tsipras podría considerar que las elecciones anticipadas son su única vía de escape, lo cual sería catastrófico para la economía del país, y ya no digamos para la política, si consideramos el creciente ascenso del partido neonazi Amanecer Dorado», añade Rahman.