La libertad sexual y los derechos civiles de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales (LGTB) se abren paso en el mundo y nada los va a detener. Desde su origen en los disturbios del bar Stonewall (EEUU) en 1969, que dieron lugar al Día del Orgullo Gay, el movimiento LGTB ha conquistados enormes avances que la inmensa mayoría de la sociedad siente como propios. Pero queda mucho aún por hacer hasta lograr un mundo libre de homofobia.
La protección de los derechos civiles y de identidad sexual del colectivo LGTB en el mundo ha cambiado drásticamente a mejor en las últimas dos décadas, sobretodo en los países más desarrollados. Actualmente, el matrimonio homosexual es legal en 22 países (y las uniones civiles en 15 países más) y el derecho de adopción en 16. En 56 países el grado de protección es intermedio: ser LGTB es legal, pero no las uniones civiles ni el derecho a formar familia. Y por último, la libertad de la identidad sexual está aún en la Edad Media en 84 países, incluyendo 12 donde ser homosexual se castiga con la muerte. Queda mucho mundo por conquistar.
Pero -aunque ha sido justamente el mascarón de proa del movimiento LGTB en las últimas décadas- sería un error reducir la lucha por los derechos civiles de este colectivo, a la de conseguir el derecho al matrimonio/unión civil o a la de adopción. El problema fundamental es la lucha por la normalización absoluta de la identidad sexual, la erradicación de cualquier forma de discriminación por motivo de orientación. La batalla se debe dar en el terreno legal, pero sobretodo en el terreno ideológico y cultural, contra las distintas formas de machismo, patriarcado y homofobia.En esa lucha estamos todas y todos. Es una lucha por la libertad. «La protección de los derechos civiles y de identidad sexual del colectivo LGTB en el mundo ha cambiado drásticamente a mejor en las últimas dos décadas»
La lucha por la normalización LGTB en el mundo.Enterrar la homofobiaUn año despues de que el movimiento LGTB norteamericano celebrase el enorme hito democrático que supone la legalización por una sentencia del Tribunal Supremo del matrimonio homosexual en todo el territorio estadounidense, el Dia del Orgullo se ha celebrado entre la alegría y el luto por las 50 víctimas de la reciente masacre de Orlando, el peor crimen de odio sexual de la historia del país.
Independientemente de los vinculos reales o ficticios con los terroristas del ISIS, la masacre de Omar Mateen tiene el hedor de la homofobia. El asesino irrumpió en Pulse, una conocida discoteca gay de Orlando, abriendo fuego indiscriminadamente contra la gente que había ido a divertirse, matando a 50 personas e hiriendo a otras 53. Es el peor tiroteo múltiple registrado en la historia del país.
Si bien es cierto que el auge del integrismo islámico es un poderoso rail para la homofobia -valga como ejemplo los graves disturbios de este año en Turquía, donde el cada vez más autoritario gobierno de Erdogan ha prohibido y reprimido salvajemente la marcha del Dia del Orgullo que tradicionalmente se había celebrado en Estambul, por coincidir con el Ramadán- el terrorismo homófobo es un fenómeno tristemente frecuente en los países desarrollados.
Pocas horas despues de la matanza de Orlando, en Los Ángeles, la policía local detenía a un hombre de Indiana -vinculado a la extrema derecha- repleto de explosivos y armas de fuego con la intención de atentar contra el desfile del orgullo gay de la ciudad.
En nuestro país, la campaña de visualización del movimiento LGTB en Sevilla, colocando carteles con imágenes de parejas homosexuales besándose, ha provocado airadas protestas de los sectores más casposos y ultramontanos del PP. Y no hace mucho que Antonio Cañizares, el arzobispo de Valencia -famoso también por sus diatribas contra los refugiados- arremetió contra el feminismo, la “ideología de género” y “el imperio gay”.
Afortunadamente, las corrientes progresistas están avanzando en la Iglesia, y el Papa Francisco no sólo ha llamado a capítulo a Cañizares, sino que con motivo del Dia del Orgullo, ha declarado que “la Iglesia Católica debe no solo pedir disculpas, sino perdón, a aquellos que ha marginado, entre ellos, a los homosexuales”. El pontífice, que rompió una regla vaticana milenaria al decir hace tres años «si una persona es gay, busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?», está dando aliento a las numerosas corrientes progresistas cristianas que buscan que la religión acepte todas las identidades y orientaciones sexuales. Sean bienvenidas.
Los ‘ayuntamientos del cambio’ con el Orgullo Gay Manuela sí que entiendeEspaña tiene el honor de ser vanguardia en la lucha por los derechos civiles de los LGTB. Durante mucho tiempo esa lucha tuvo que avanzar a contracorriente y contra la hostilidad -abierta o encubierta- de las instituciones. Por eso es una excelente noticia que muchos ayuntamientos, en especial los gobernados por las ‘fuerzas municipalistas del cambio’ hayan puesto en sus balcones la bandera arcoiris. «Ahora los que luchan por no ser encerrados en el armario son las fuerzas y autoridades que -en público o en privado- no ocultan su homofobia»
De escondidos, marginados y humillados a ciudadanos orgullosos. En España, el movimiento LGTB hace mucho que ha salido del armario, y ahora los que luchan por no ser encerrados en él son las fuerzas y autoridades que -en público o en privado- no ocultan su homofobia.
Han pasado más de diez años desde las declaraciones de la ex-alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que dijo ante las leyes de matrimonio homosexual aquello de «las manzanas no son peras. Si se suman una manzana y una pera nunca puede dar dos manzanas». Los colectivos LGTB le exigieron una disculpa que nunca llegó. Hoy esas rancias palabras se recuerdan entre feroces sarcasmos o acidos chascarrillos, y forman parte del mismo vertedero de las que la pronunció.
Diametralmente opuesta es la actitud de la alcaldesa Manuela Carmena, que ha elevado la fiesta del Orgullo Gay al rango de “fiesta de especial interés turístico”, ha cuadruplicado su presupuesto y ha llevado su itinerario a la Puerta del Sol. Un trato de reconocimiento similar ha recibido este año la celebración del Orgullo en Barcelona, Valencia, Zaragoza, Santiago, Cádiz…
En la capital las protestas de la bancada del PP han sido replicadas con cifras. Según los comerciantes, hosteleros y organizadores la fiesta del Orgullo en Madrid atrae a una media de 300.000 turistas y supone un impacto económico que oscila entre los 140 y 150 millones de euros, con la ocupación hotelera en el centro rozando el 100% de ocupación y calles, bares y terrazas a rebosar. Además de engalanar el Palacio de Correos con las naderas arcoiris, el consistorio ha anunciado que el año que viene Madrid será la sede mundial del Orgullo.
Un ejemplo de progreso y tolerancia para toda España. Esta alcaldesa si que entiende que es luchar por la libertad.