El rechazo a los presupuestos generales presentados por el gobierno de Pedro Sánchez ha abocado ya a una campaña electoral que va a decidir el futuro político del país.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué está realmente en juego? ¿Qué alternativas están ya encima de la mesa?
La visión de que fueron las cesiones al independentismo las que han provocado la caída del gobierno es una “fake news” que intenta ocultar la realidad.
A lo que hemos asistido es a una ofensiva, bajo la consigna “todos contra el gobierno de Pedro Sánchez”, en la que han confluido el radicalizado PP de Pablo Casado, con la ultraderecha de Abascal como “fuerza de choque”, y los sectores más ultramontanos del independentismo, dirigidos por Puigdemont desde Waterloo.
Esta ofensiva se ha desatado en un clima donde desde el Banco de España a la Comisión Europea o el FMI, han clamado contra la subida del salario mínimo o la elevación a rango de ley de la actualización de las pensiones según el IPC.
Esta es la clave que todos ocultan: los grandes centros de poder quieren llevar todavía más allá “el programa de los recortes”, y por eso las medidas tomadas por el gobierno de Sánchez, aún cuando representaran un programa socialdemócrata moderado, eran inaceptables.
Y esta ofensiva va a continuar durante todo el ciclo electoral con un objetivo central: impedir que se forme un gobierno bajo la influencia de la mayoría social progresista.
Su resultado no solo va a decidir el futuro gobierno, sino también influir sobre como acaba articulándose el nuevo modelo político.
Ya se están moviendo todas las fichas. Y algunos de los jugadores en el tablero político español tienen acento extranjero. Impulsando un PP de Pablo Casado cada vez más alineado con la línea Trump, con su campaña de “fake news” sobre el gobierno “que ha vendido España a los independentistas”. Al que se suma la inoculación de VOX, directamente financiado, asesorado e impulsado desde Washington para encuadrar bajo banderas xenófobas a sectores descontentos de la derecha.
Sin olvidar el papel que siguen jugando las élites independentistas como ariete para provocar mayor inestabilidad. Utilizando el juicio del procés para degradar a España, presentando a un país con un sistema judicial y un régimen democrático “franquista”.
Pero no juegan ellos solos. Existe una mayoría progresista en España que no solo influye sino que ha demostrado su capacidad para “trastocar” los planes que los grandes centros de poder aparentemente iban a ejecutar con facilidad. Sucedió tras imponer, con un golpe interno en el PSOE, a Rajoy en la Moncloa. Apenas un año después, el rechazo a las políticas de recortes y a la corrupción cambió el guión, y aupó a Pedro Sánchez a la Moncloa.
Las elecciones se presentan como una batalla con un futuro incierto.
La alternativa de un “gobierno de los recortes” presidido por Pablo Casado y respaldado por Vox encuentra serias dificultades. Su carácter extremadamente reaccionario le hace cosechar un rechazo cada vez mayor.
Y, aunque se empeñan en silenciarla, hay una mayoría de progreso que va a ser decisiva en las urnas.
Casi todos los medios están presentando las encuestas como si lo único que hubiera en juego son dos opciones de gobierno, el bloque de la derecha (PP, Cs y VOX) y el de la izquierda (PSOE, Unidos Podemos y otros).
Sin embargo, un análisis más concreto de las encuestas publicadas presenta otra alternativa. El gobierno con más apoyos -211 diputados- seria el “gobierno de progreso” (acuerdo PSOE, Ciudadanos y Podemos por la fuerte subida del PSOE y de Ciudadanos y la fuerte caída también del PP (-40 diputados), incluso que PSOE y Ciudadanos podrían alcanzar la mayoría (179 diputados).
Una vez más, la posición ante un gobierno de progreso, como una alternativa de gobierno estable respaldada por una amplia mayoría, y que sería un dique de contención ante quienes pretenden imponernos más recortes y menos derechos, va a volver a estar en primer plano.