La industria del motor alemana lo ha vuelto a hacer. Los monopolios automovilísticos germanos, no hace tanto tiempo referentes de la técnica y de las «buenas prácticas», han vuelto a ser pillados in fraganti después del “dieselgate”. Ahora gigantes del motor como Volkswagen, BMW y Daimler están acusados de utilizar como cobayas a monos… y hombres, haciendoles inhalar gases contaminantes emitidos por motores diésel. Experimentos humanos y cámaras de gas ¿una fijación nostálgica de la burguesía monopolista alemana?
Los poderosos monopolios automovilísticos alemanes no ganan para disgustos, pobrecitos. Después de que en 2015 Volkswagen tuviera que reconocer instaló un software para esquivar controles medioambientales en 11 millones de vehículos diésel de todo el mundo, en julio de este año supimos que no eran los únicos, y que Daimler -fabricante de Mercedes Benz- también habían trucado sus coches entre 2008 y 2016 para saltarse la normativa medioambiental europea. Los directivos de sus consejos de administración han tenido que soportar compungidos como el «dieselgate» ha arrastrado por el barro el prestigio de pulcritud y eficiencia de la industria del motor germana, cómo sus acciones se desplomaban y asumían pérdidas de más de 2.500 millones, cómo se les cerraba la puerta al mercado norteamericano y cómo eran obligados a tener que hacer reparaciones en millones de automóviles. ¿Saben eso de que «los ricos también lloran»?
Luego han venido otros estudios a hurgarles en la herida, poniendo cifras de muerte a sus «malas prácticas». Según la Organización Mundial de la salud (OMS) la contaminación atmosférica por gases y sobre todo por partículas (de los que los motores diesel de los automóviles son los emisores punteros), matan cada año a 7 millones de personas en todo el mundo. En España esta polución ha asesinado a 26.830 personas en la última década (Escuela Nacional de Sanidad), 7.000 cada año según la OMS. Según el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la manipulación de los sensores de los motores diésel de los coches alemanes entre 2008 y 2011 supuso la muerte prematura de hasta 1.200 personas tan solo en Europa. ¿Recuerdan aquello de los «daños colaterales»?«Al fin y al cabo, en esto de hacer experimentos humanos y usar cámaras de gas, multinacionales como Volkswagen, BMW o Daimler -que tienen su origen monopolista al calor del régimen nazi- lo llevan en la sangre»
No habían logrado recuperarse de este desprestigio, cuando ahora les han vuelto a pillar con las manos en la masa, ¡mecachis!. Resulta que la Asociación Europea de Estudios sobre la Salud y el Medio Ambiente en el Transporte (EUGT, por sus siglas en alemán) -un lobby en el que participan Volkswagen, BMW y Daimler, y la también alemana Bosch, fabricante de componentes indispensables de los vehículos- realizó un estudio para «demostrar» que las emisiones de los motores diésel no eran para tanto, hombre, y que no tenían consecuencias graves para la salud. Así que recurrieron a las cámaras de gas, y se les hizo inhalar a un grupo de monos las emisiones diésel para determinar los efectos que éstas tenían sobre el sistema respiratorio y sobre la circulación sanguínea.
No contentos con este ejemplo de ética experimental con animales, decidieron ir un poquíto más allá. Según han revelado dos medios alemanes -el Stuttgarter Zeitung y el Süddeutsche Zeitung- durante 2014, en una dependencia de la clínica universitaria de Aquisgran, se sometió a un grupo de 25 personas a inhalaciones de dióxido de nitrógeno.
«No se comprobaron reacciones a la inhalación de NO2, ni tampoco inflamaciones en las vías respiratorias», señala triunfante el informe. Lástima que el escándalo -hasta el gobierno de Merkel ha tenido que tachar de «repugnantes» estas prácticas- no les permita seguir investigando. De lo contrario, es posible que pronto pudiéramos leer informes científicos que aseveraran las virtudes para la salud de pasar un buen rato en una cámara de gas diésel, respirando dióxido de nitrógeno, ese bello gas pardo-amarillento que en las mañanas de invierno forma las boinas de polución en las grandes ciudades. Con un poco más de investigación se podría determinar que sirve para hacer recetas «veggie».
En fin, no hagamos leña del árbol caído. Al fin y al cabo, en esto de hacer experimentos humanos y usar cámaras de gas, multinacionales como Volkswagen, BMW o Daimler -que tienen su origen monopolista al calor del régimen nazi- lo llevan en la sangre. Ya se sabe que la cabra tira al monte.