«Ayer el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció un paquete de medidas urgido por el directorio establecido como núcleo duro de la Unión Monetaria, en el que, además de los dos mandatarios de Francia y Alemania, se encuadran el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso; el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet y su tocayo, el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker.»
Seis olíticos que el domingo pasado domingoestudiaron las posibles salidas para los países que se encuentran en la segunda línea de fuego de la actual crisis financiera, España e Italia. Las circunstancias de la agenda internacional permitieron que, un día más tarde,se produjera un careo entre los responsables de las instituciones europeas ySilvio Berlusconi, José Socrates y José Luis Rodríguez Zapatero,durante las sesiones de la cumbre Unión Europea- África que se celebraba en Trípoli. (EL ECONOMISTA) EL MUNDO.- Las nuevas medidas de ajuste y de estímulo económico consideradas innecesarias anteayer y anunciadas ayer por el presidente son la mejor demostración de que los inversores y los organismos internacionales están pidiendo al Gobierno que afronte con toda la crudeza la crisis de la deuda y que aporte soluciones. La foto del sábado no sirvió de nada, las medidas de ayer sí. El nuevo plan, de momento, ha aplacado a los inversores y ha lanzado la señal convenida al BCE sobre su disposición a cumplir los compromisos, para que éste empiece a hacer efectivo su plan de compra de deuda europea. EL PAÍS.- Sucede con las medidas económicas que anunció ayer el presidente del Gobierno que tomadas una a una son razonables, incluso beneficiosas, pero es dudoso que en conjunto solucionen el grave problema de confianza que pesa sobre la deuda española (pública y privada). Son medidas que resuelven poco, porque la gravedad de los tiempos exige otras respuestas. Las decisiones urgentes son de otra índole. Hay que cortar de manera inmediata el aumento de la prima de riesgo y alejar la amenaza de la intervención o rescate. Se trata de evitar que España caiga en una situación como Irlanda o Grecia. Y para ello no basta lo anunciado ayer. Crisis. El Economista Merkel y Sarkozy imponen a España el ritmo de las reformas H. F. C. El eje París-Berlín mantiene su hegemonía en la Unión Europea y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, a pesar de algunos desacuerdos concretos, siguen cocinando todas las iniciativas para anclar al euro en un terreno más firme. Ayer el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció un paquete de medidas urgido por el directorio establecido como núcleo duro de la Unión Monetaria, en el que, además de los dos mandatarios de Francia y Alemania, se encuadran el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso; el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet y su tocayo, el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker. Seis políticos, todos ellos del campo conservador, que el domingo pasado, poco antes de que se reunieran el Eurogrupo y el Ecofin, estudiaron las posibles salidas para los países que se encuentran en la segunda línea de fuego de la actual crisis financiera, España e Italia, lo que explica que la tercera y cuarta economías de la Eurozona fueran obviadas en esta reunión. Las circunstancias de la agenda internacional permitieron que, un día más tarde, se produjera un careo entre los responsables de las instituciones europeas y Silvio Berlusconi, José Socrates y José Luis Rodríguez Zapatero,durante las sesiones de la cumbre Unión Europea- África que se celebraba en Trípoli. (Por cierto, este encuentro se estaba produciendo en el momento en el que el presidente del Gobierno español debía dirigirse a la asamblea, dando lugar a que fuera la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, quien leyera las aportaciones españolas a la cumbre, según reveló una emisora de radio española). De la reunión entre los tres primeros ministros meridionales con Van Rompuy y Durao Barroso salió la conclusión de que las medidas de ajuste anunciadas por los respectivos gobiernos y los rescates financieros de Grecia e Irlanda no han sido suficientes para frenar los ataques contra el euro. Ante esta constatación, la urgencia de nuevas medidas en los países más vulnerables para dar seguridad a los mercados cobra una evidencia palmaria. Aunque el primer efecto de dicha reunión por parte española, la insistencia en la apelación al Banco Central Europeo para que adquiera deuda soberana de los países más comprometidos -que hizo Rodríguez Zapatero antes de salir de Trípoli-, no cayeron en saco roto, llegaron las advertencias del directorio sobre nuevas medidas económicas que avalen el ajuste prometido por las autoridades españolas en el Plan de Austeridad y que se cifran en un déficit del 6% en 2011. Esa urgencia ha sido la causa de que el presidente del Gobierno haya dado a conocer el grueso de las medidas (mañana el Consejo de Ministros aprobará alguna más) en un trámite parlamentario de tan escaso fuste como las preguntas rutinarias de la oposición en la sesión de control de los miércoles, en el Congreso de los Diputados. Otro de los efectos de la reunión de Trípoli es menos explicable. Las acusaciones más o menos explícitas contra Angela Merkel por la susceptibilidad del Gobierno alemán con la situación real de España y sus propuestas de una mayor implicación de los tenedores de deuda (especialmente el sector financiero) que afectaría de lleno a los bancos y las cajas españoles. EL ECONOMISTA. 2-12-2010 Editorial. El Mundo Lo anteayer innecesario, ayer fue providencial «PARA HACER lo que tengo que hacer no necesito reunirme con nadie», decía el martes Manuel Pizarro en el programa La Vuelta al Mundo de Veo7. Se refería al encuentro del G-37 con Zapatero en La Moncloa del pasado domingo. Pues bien, las nuevas medidas de ajuste y de estímulo económico consideradas innecesarias anteayer y anunciadas ayer por el presidente son la mejor demostración de la racionalidad de esa frase. Porque los inversores y los organismos internacionales están pidiendo al Gobierno que afronte con toda la crudeza la crisis de la deuda y que aporte soluciones. La foto del sábado no sirvió de nada, las medidas de ayer sí. El nuevo plan, de momento, ha aplacado a los inversores y ha lanzado la señal convenida al BCE sobre su disposición a cumplir los compromisos, para que éste empiece a hacer efectivo su plan de compra de deuda europea. De hecho, el anuncio sirvió para cortar en seco la sangría de los mercados: la prima de riesgo bajó de 313 a 251 puntos básicos y la Bolsa recuperó un 4,44%. Esta es la enseñanza que deberían guardarse Zapatero, Rubalcaba y Salgado: el Gobierno tiene que estar dispuesto a actuar en función de lo que le pidan sus acreedores o asumir las consecuencias de quedarse sin liquidez. Así de duro, pero así de real. Como en mayo, debe darse cuenta de que ya no hay más remedio que ofrecer a los mercados lo que nos pidan en cada momento. Eso es lo que las circunstancias le han obligado a hacer al Gobierno. Y esta vez se ha dirigido en la buena dirección, pero de manera improvisada. Porque no hay otra forma de explicar que el martes el secretario de Estado de Economía afirmara que el Ejecutivo no tenía por qué reaccionar ante «fluctuaciones de dos o tres días en los mercados» y ayer presentara este nuevo plan. Bajando al terreno concreto, las reformas que aprobará el viernes el Consejo de Ministros van bien encaminadas, aunque se quedan cortas. Con la eliminación de la ayuda de 426 euros a los parados que ya no tienen subsidio no se consigue un gran ahorro -el gasto total desde que se implantó ha sido de unos 1.000 millones-, pero se lanza la señal de que el Gobierno está dispuesto a recortar más el gasto social, aun dejando fuera de juego al ministro de Trabajo, que el martes insistía en que el subsidio se mantendría. Pero el Ejecutivo corre el riesgo de abrir un conflicto social ante la precariedad de muchos parados que se quedarán sin ingreso alguno. Por eso son bienvenidas las rebajas fiscales para pymes y autónomos del nuevo paquete si contribuyen a la creación de empleo. Es un buen paso la desaparición de la arcaica obligatoriedad del pago de cuotas empresariales a las Cámaras de Comercio. En el capítulo de los recortes, el Ejecutivo ha vuelto a decantarse por lo fácil y ha dejado de lado medidas mucho más eficaces de reducción de gasto corriente en el ámbito autonómico, como la privatización de televisiones, la obligatoriedad de un techo de gasto, o la reducción de los organismos públicos. Bajando al terreno concreto, las reformas que aprobará el viernes el Consejo de Ministros van bien encaminadas, aunque se quedan cortas. Con la eliminación de la ayuda de 426 euros a los parados que ya no tienen subsidio no se consigue un gran ahorro -el gasto total desde que se implantó ha sido de unos 1.000 millones-, pero se lanza la señal de que el Gobierno está dispuesto a recortar más el gasto social, aun dejando fuera de juego al ministro de Trabajo, que el martes insistía en que el subsidio se mantendría. Pero el Ejecutivo corre el riesgo de abrir un conflicto social ante la precariedad de muchos parados que se quedarán sin ingreso alguno. Por eso son bienvenidas las rebajas fiscales para pymes y autónomos del nuevo paquete si contribuyen a la creación de empleo. Es un buen paso la desaparición de la arcaica obligatoriedad del pago de cuotas empresariales a las Cámaras de Comercio. En el capítulo de los recortes, el Ejecutivo ha vuelto a decantarse por lo fácil y ha dejado de lado medidas mucho más eficaces de reducción de gasto corriente en el ámbito autonómico, como la privatización de televisiones, la obligatoriedad de un techo de gasto, o la reducción de los organismos públicos. EL MUNDO. 2-12-2010 Editorial. El País La prioridad es otra Sucede con las medidas económicas que anunció ayer el presidente del Gobierno que tomadas una a una son razonables, incluso beneficiosas, pero es dudoso que en conjunto solucionen el grave problema de confianza que pesa sobre la deuda española (pública y privada). Está bien que se amplíe el número de empresas que pueda acogerse a la rebaja del impuesto sobre sociedades o que se aumente la gestión privada de los aeropuertos; quizá incluso tenga sentido privatizar una parte de la lotería (económicamente pocos ingresos aportará a la corrección del déficit) y seguro que viene bien eliminar la obligatoriedad de las cuotas empresariales a las Cámaras de Comercio. Tiene sentido que se mejore la intermediación laboral, para que los parados tengan más fácil encontrar empleo; y la supresión de la ayuda de los 426 euros, un duro golpe para los más castigados por la crisis, alivia las arcas públicas. Son medidas, sin embargo, que resuelven poco, porque la gravedad de los tiempos exige otras respuestas. Las decisiones urgentes son de otra índole. Hay que cortar de manera inmediata el aumento de la prima de riesgo y alejar la amenaza de la intervención o rescate. Se trata de evitar que España caiga en una situación como Irlanda o Grecia. Y para ello no basta lo anunciado ayer. Las medidas que sí sirven se conocen de antiguo. Justo es decir que algunas, quizás las más importantes, no dependen del Gobierno. Como pudo observarse ayer, la posibilidad de que el BCE anuncie hoy que comprará deuda de los países "tocados" disparó la euforia en las Bolsas y rebajó la prima de riesgo de España hasta los 250 puntos básicos. Pero otras sí están enteramente en su mano. Por orden de importancia, tiene que acelerar el saneamiento del mercado financiero, anunciar la reforma del sistema de pensiones en tiempo y forma (algo más preciso que las vagas explicaciones del ministro de Trabajo, Valeriano Gómez) y cerrar la reforma laboral. Hay una receta que reduciría al mínimo la inquietud de los inversores sobre la solvencia de la deuda española, que depende en parte del Gobierno: un acuerdo político con el PP para poner orden en las desquiciadas finanzas autonómicas. Poner orden significa imponer los planes de austeridad, de forma que cumplan los objetivos de déficit, y cerrar el paso a las desdichadas emisiones de deuda patriótica, iniciadas por Cataluña y que ahora pretende imitar Valencia. Abonan la tesis de que las arcas autonómicas están vacías. Alejar el riesgo de quiebra del sistema autonómico es cuestión de supervivencia. En esta decisión debe estar implicado el PP, aunque solo sea porque muchas de las fuentes de generación de deuda proceden de su gestión en el Gobierno. La iniciativa para impulsar tal acuerdo corresponde al Gobierno; y si el PP no se siente concernido en un pacto de tal naturaleza, que la opinión pública lo sepa. Para que no quepa duda sobre quienes denigran la solvencia exterior de España. EL PAÍS. 2-12-2010