El anuncio de adquisición de Bankia por parte de La Caixa es la primera oleada de un terremoto de profundas implicaciones económicas, políticas y sociales ha estallado. No es una mera operación entre dos bancos. Sino el primer paso de lo que se anuncia como una reestructuración del corazón del poder en España, la gran banca, que afectará directamente a nuestras vidas.
¿En qué sentido? ¿Cuál es su profundidad? ¿Por qué ahora, y a qué razones obedece?
No será una fusión, sino una operación de compra. La Caixa será quien adquiera Bankia. Y, gracias a los mecanismos solo a disposición de unos pocos, La Caixa se hará, al precio del valor de las acciones de Bankia -3.178 millones- con unos activos valorados en 220.000 millones.
Con esta operación se crearía un grupo bancario con activos que superarían los 620.000 millones de euros y 21 millones de clientes. Estaría por debajo de las cifras de Santander y BBVA, hegemonía obtenida gracias a un negocio exterior casi inexistente en el caso de La Caixa o Bankia, pero la primera megafusión de la “era Covid-19” se convertiría en el primer banco en España, con cuota del 23% del mercado nacional.
Esta es una operación, no ya bendecida sino alentada por el Banco Central Europeo. Su vicepresidente, Luis de Guindos -ex ministro con Rajoy- había anunciado pocos días antes que “las fusiones bancarias deberían llevarse a cabo de forma relativamente rápida y urgente”. Y el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, el mismo que en el Congreso anticipaba “una década de recortes” a través de “un ambicioso programa de reformas estructurales”, ha intervenido para acelerar la operación, planteando que “hay espacio para la tercera gran oleada de integraciones bancarias en España”.
Una operación que ha contado con el respaldo del Ministerio de Economía, liderado por Nadia Calviño -cuyas relaciones con la Comisión Europea, y con gigantes de la banca como el Santander, son estrechas-, y la oposición de Unidas Podemos.
¿Por qué La Caixa?
Bankia era la “pieza de caza mayor” por la que muchos pugnaban en la gran banca. Su ultimatum estaba dictado, no por sus problemas financieros -lleva varios años presentando beneficios, incluso este, en plena pandemia-, sino impuesto desde el exterior. El Estado es, con un 62% de las acciones, es el primer propietario de Bankia, el cuarto banco español. Y el memorando impuesto tras el rescate de 2012 por la UE obliga a su privatización.
Se habían barajado varias novias para Bankia. Si finalmente se ha elegido a La Caixa es, en primer lugar, porque era la única opción que no otorgaba a las acciones públicas el control del gigante resultante.
Si se hubiera entregado al Santander o al BBVA, se hubiera planteado el “problema” de que el Estado pasaría a ser el primer accionista de uno de los dos megabancos. Eso es algo permitido en Alemania, Francia o Italia, pero no en España.
Si Bankia se hubiera fusionado con el Banco de Sabadell, atrayendo además a algunos de los bancos pequeños o medianos, se hubiera creado en los hechos un gran banco público, donde el Estado, como primer accionista, tendría el control. Con capacidad para competir con la banca privada e intervenir en las condiciones del mercado bancario -bajando las comisiones, facilitando el crédito…-.
Esta posibilidad, beneficiosa para el país, debía ser eliminada.
¿Vendrán más fusiones?
“Comienza el baile”. Así han recibido los medios y analistas la adquisición de Bankia por La Caixa. Vendrán más fusiones, y lo que está en juego es como acabarán conformándose.
Se anticipa como posible la adquisición por parte del BBVA de un banco “mediano” como el Sabadell -pero cuyos activos superan los 200.000 millones-. Y piezas “pequeñas” como Unicaja, Ibercaja o Liberbank están en todas las dianas.
Incluso se plantea, como un insistente rumor desde hace varios meses, una “megaoperación” que uniría el Santander y el BBVA. En realidad, sería el banco de los Botín quien aprovecharía los problemas del BBVA para hacerse con su control, contando para ello con el apoyo del BCE y el Banco de España. El Santander ya supo jugar sus cartas tras la crisis de 2010, adquiriendo, ¡por un solo euro!, una entidad histórica como el Popular.
Tras la operación de La Caixa y Bankia, los principales medios económicos dibuja “un plan perfectamente delimitado en el tiempo para reducir el sistema a no más de tres entidades”.
¿Por qué ahora?
Se plantea este “baile de fusiones” en la banca como inevitable, e incluso beneficioso. Arguyendo que la caída de rentabilidad, junto a la perspectiva de un aumento de la morosidad a causa de la pandemia, obligan a crear “campeones nacionales”, que además serán “más eficaces”.
La realidad es otra muy diferente.
En primer lugar, es la oligarquía española quien se protege. Las caídas de las bolsas han dejado “a tiro de OPA” a todos los bancos españoles -excepto el Santander-. Una cosa es que los fondos extranjeros, principalmente norteamericanos, aumenten su participación en el accionariado -como acaba de hacer BalckRock en Bankia-, y otra que un competidor foráneo se haga con el control de una parte importante del sistema financiero español.
En segundo lugar, la oligarquía se fortalece para participar del nuevo salto en el saqueo a la población que se pretende imponer aprovechando los efectos de la pandemia. La “macrocumbre” organizada por la CEOE anunció su intención de “marcar la agenda económica para los próximos 10, 15, 20 años”. Y ahora fortalecen el músculo, su poder financiero, que les permita imponer sus intereses al conjunto del país.
Algo más que una amenaza
No estamos ante una noticia económica más. Los movimientos en la gran banca -y el que se está empezando a ejecutar es uno de enorme calado- afecta al corazón del poder en España.
Evidencia el mayor grado de intervención sobre nuestro país. Fue el BCE quien dirigió la entrega del Popular al Santander, y ahora ha sido quien ha impulsado la adquisición de Bankia por parte de La Caixa.
Y anuncia un mayor grado de expolio sobre la población. Organizaciones de consumidores como FACUA y OCU ya han denunciado que “la concentración bancaria es una mala noticia en mercado bastante concentrado, y acaba traduciéndose en un aumento de las comisiones”.
Más concentración bancaria es más poder, económico y político. Y esa es la base que permite a la oligarquía avanzar en el atraco a la población y vampirizar los recursos nacionales. Los hechos así lo demuestran. La oleada de concentración, liquidando las cajas, que se impuso tras 2010, ha dado el resultado de un mayor expolio financiero por parte de la gran banca.
Estamos en un momento decisivo. Y el calado de movimientos como el que estamos analizando así lo demuestra.
Existen condiciones para formar en torno a Bankia un gran banco público que puedan poner enormes recursos -solo en el caso de Bankia hablamos de más de 200.000 millones en activos- al servicio de un proyecto de reindustrialización del país, para salir fortalecidos de la pandemia. Desde Washington y Berlín, y desde la oligarquía española, se ha dado un golpe encima de la mesa para impedirlo, apropiándose de lo que fue rescatado con dinero público. Pero esa partida no está todavía concluida.
Se ha abierto la veda en las más altas esferas del poder financiero español. Las consecuencias van a ser profundas, y afectarán a nuestras vidas.