Alarma, conmoción o estupefacción han sido los términos más usados estos días para calificar el efecto causado por la nacionalización de Bankia. Y sin embargo, ni la suma de todos ellos alcanza para explicar la sustancia de lo que está ocurriendo.
La mayoría del país se indigna, y con razón, ante la oleada de recortes en servicios esenciales en nombre de que “no hay dinero”, mientras asiste a una masiva inyección de dinero público en la banca. Dinero que además de quitárselo a pensionistas, pacientes, estudiantes y familias para dárselo a la banca, tendremos que volver a pagar a través de los intereses de la deuda pública.
Hace apenas dos semanas, Rajoy afirmó que “los recortes son inevitables, porque no hay dinero para los servicios públicos”. A lo que desde estas mismas páginas contestamos con una consigna que ha prendido con éxito entre decenas de miles de manifestantes: ¡Es mentira, sí hay dinero, se lo están regalando a los banqueros! «Junto a las pensiones, el sistema financiero es el otro gran botín que quiere quedarse el capital extranjero»
15 días después, el mismo decreto de reforma financiera del gobierno nos ha dado la razón. Todo lo que nos han contado era mentira. Sí había dinero, y mucho. El problema es que lo guardaban para rescatar a los banqueros.Bajo el paraguas de la obligación de que los bancos aumenten las provisiones se esconde que, a partir de ahora, el dinero de nuestros impuestos garantizará con liquidez los 300.000 millones de la cartera de créditos inmobiliarios de los bancos.
El engaño de que “no le costará dinero al contribuyente”, porque será a través de préstamos al 10% de interés no se sostiene. ¿Dónde están los más de 17.000 millones inyectados en Bankia, la CAM y Caja Castilla-La Mancha que ya debían haber sido devueltos? Hacienda no ha visto, ni verá, un solo céntimo de ellos.
Están dispuestos a desmantelar la sanidad pública, a convertir la educación pública en un taller de desguace, a amenazar las pensiones públicas… Pero se vuelven generosos con el dinero público cuando los intereses de la banca están en juego.
Pero éste, con ser el aspecto más sangrante del asunto, no es, sin embargo, el más inquietante.Hacia la híper-concentración bancariaAl inicio de la crisis, el sistema financiero español, entre bancos y cajas, sumaba no menos de 54 entidades. Tres años después se han reducido a 17 entidades. Se han liquidado más de la mitad de las cajas de ahorro, que eran semipúblicas, para ser entregadas a la gran banca. De momento la nacional, pero ya veremos cuanto tarda la gran banca extranjera en reclamar su parte del botín. Y el objetivo declarado por el gobierno es que al final no queden más de 10 entidades financieras.
El capital y el poder que hace sólo unos años se repartían más de 50 bancos, va a quedar ahora en manos de sólo 10.
En 2008, España encabezaba el ranking europeo de países más bancarizados, es decir, en que la banca dispone de un mayor control sobre todos los aspectos de la economía nacional. La concentración monopolista del sistema bancario al que estamos asistiendo nos conduce a una bancarización que va a alcanzar extremos insoportables.
Más riqueza, más peso económico y más poder concentrado en un pequeño puñado de magnates financieros.
El derribo de Bankia es todo un aviso. Nadie está ya a salvo. Incluso el cuarto banco español puede ser desguazado por la presión conjunta del FMI y la auditora norteamericana Deloitte, negándose a firmar las cuentas de 2011 presentadas por Rato.Y todavía está por ver quién va a ser el principal beneficiado del nuevo rescate. Hace dos años, bajo presión del FMI, se cambió la legislación para que los bancos extranjeros pudieran comprar cajas de ahorro. Las cajas gallegas están ya en su punto de mira. La asamblea semestral del FMI en Washington colocó a Bankia en la diana, forzando su intervención. Tras sanearlo con dinero público, acabará entregado al gran capital privado. Y que nadie dude que la banca extranjera será una de los protagonistas de la subasta. Intentando hacer realidad su viejo y anhelado deseo de meter baza en el sistema financiero español.
Junto al sistema público de pensiones –contra el que apuntan insistentemente y cuya privatización está en su punto de mira–, el sistema financiero es el otro gran botín al que aspiran en su proyecto de saqueo.
En su histórica debilidad y ceguera, la oligarquía financiera española creyó que con la venta del país a cambio de la entrada en el Mercado Común y en la moneda única había comprado un billete seguro que le llevaría a codearse con el top ten del poder financiero internacional. Aunque ello supusiera renunciar a cualquier proyecto de fortalecimiento político y militar propio. Unos años después, empieza a comprobar con creciente temor y desasosiego que también ella y sus buques insignia están en el punto de mira de la voracidad de las potencias hegemonistas a las que ha encadenado el país.
Ceguera cuyas consecuencias, si no lo remediamos, acabaremos pagando principalmente todos nosotros.