Las negociaciones para la formación del nuevo gobierno

Mejores condiciones para avanzar hacia un gobierno de unidad contra los recortes

En las condiciones polí­ticas creadas por el 20-D y con la actual composición del parlamento, este es el gobierno que más contradicciones generarí­a a la ejecución del proyecto hegemonista, y que mejores condiciones crearí­a para avanzar en la acumulación de fuerzas en el seno del pueblo.

Los acontecimientos, impulsados por el avance del viento popular, caminan en una dirección más favorable a la formación de un gobierno de unidad contra los recortes, la alternativa que venimos defendiendo desde el 20-D, y que en las actuales condiciones es la mejor para la defensa de los intereses populares y nacionales.

El documento presentado por el PSOE de 43 medidas como base para la formación de una mayoría de gobierno tiene, como remarcan todos los medios, “un importante contenido social”. Para poder formar gobierno, Pedro Sánchez está obligado a recoger algunas de las demandas de un viento popular en avance.

Propone una subida del salario mínimo hasta los 1.000 euros, la derogación de partes de la reforma laboral o el objetivo de reducir el paro a la mitad en cuatro años.

Pretende impulsar un “plan de emergencia social” con una renta mínima para familias sin ingresos, junto a medidas contra la pobreza energética o los desahucios.

Se plantea una renegociación con Bruselas de los objetivos del déficit y la deuda pública, reclamando la misma flexibilidad aplicada ya con Francia o Alemania.

Ofreciendo también pactos por la educación, con la retirada de la Ley Wert, la ciencia y la cultura, además de medidas contra la corrupción y una reforma de la ley electoral.

Incluso el PSOE ha abierto la puerta a una reforma del artículo 135 de la Constitución, para sin cuestionar la prioridad del pago de la deuda blindar los servicios sociales básicos.

De conjunto es un programa con el que, aunque hay que exigir que se vaya mucho más allá, el hecho de que el PSOE lo presente evidencia hasta donde ha llegado la influencia política del viento popular.

La iniciativa política está en manos del PSOE y Pedro Sánchez, y eso afecta también a la posición de Podemos o Ciudadanos. Tal y como plantea Enric Juliana “cada día será más alto el precio de la ruptura de la negociaciones. Quien dé el primer portazo lo puede pagar caro”. Por eso, frente a los vetos y exclusiones (Pablo Iglesias identificando a Ciudadanos con “las derechas”, o Ciudadanos calificando a Podemos como “izquierda radical”), tanto Podemos como Ciudadanos, y también IU, han aceptado el documento presentado por el PSOE, afirmando que “sería fácil y sencillo ponerse de acuerdo”.

Dos fuerzas en choqueEn la batalla política por la formación del nuevo gobierno se entrecruzan dos fuerzas en choque. Por un lado el avance del viento popular, por otro las presiones del hegemonismo y la oligarquía para imponer en las actuales condiciones el gobierno que mejor pueda gestionar la ejecución de su proyecto de saqueo, y que hoy parece pasar por un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, apoyado externamente por el PP.

El avance del viento popular ha dinamitado las “opciones naturales” de gobierno del hegemonismo y la oligarquía (una mayoría PP-Ciudadanos), o dificultado la ejecución de otras (una “gran coalición” encabezada por el PP).En las actuales condiciones el hegemonismo y la oligarquía parecen optar por una fórmula de gobierno basada en un acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos, y que el PP permita a través de su abstención. Excluyendo el “riesgo” de la participación de Podemos, no por la posición de su dirección sino por la presión de unas bases radicalizadas en la lucha contra los recortes.

Así lo expresa la información de El Mundo, desvelando que “El Ibex presiona para que el PP deje gobiernar a PSOE y Cs”, donde se afirma que “altos directivos abogan por que Rajoy se abstenga si Sánchez llega a un acuerdo con Rivera. “El mejor servicio que podría hacer a España es marcharse” dice un empresario”.

Mucho más explícito es Luis María Ansón (que ya participó de forma destacada en la “tercera reconducción” para acabar con los gobiernos de Felipe González): “Albert Rivera negocia a fondo con Pedro Sánchez. (…) La investidura de Sánchez saldría adelante en segunda vuelta con la abstención del Partido Popular. (…) Esta es la solución que apoya el empresariado español, la que agrada a Angela Merkel y a la Europa unida, la que alientan los servicios de inteligencia de Estados Unidos, la primera potencia del mundo con altos intereses militares en España. (…) Si Rajoy no cede, desdeñando las presiones nacionales e internacionales, su responsabilidad histórica será muy alta porque Sánchez se doblegará en los idus de marzo a las exigencias de Podemos”.

Y que también confirma el Wall Street Journal, en un artículo titulado “El arriesgado juego de coalición de los socialistas españoles”. Donde se alerta de “los riesgos” de “un gobierno de izquierdas que ralentice las reformas, quiera anular la reforma laboral o elevar el salario mínimo”.

Un gobierno PSOE-Ciudadanos, obligado también a “entenderse con el PP” en cuestiones claves, podría permitir al hegemonismo y la oligarquía gestionar el avance de un viento popular que ya no puede no ser tenido en cuenta (algo que no podría hacer un gobierno encabezado por el PP), garantizando al mismo tiempo el cumplimiento del grueso de los “compromisos internacionales” en el terreno económico, político y militar.

Dificultades y recursosEn la actual situación existen recursos y también dificultades, que permiten avanzar o crean obstáculos a la formación de un gobierno de unidad contra los recortes.

La debilidad cada vez mayor del PP influye en las posibles alternativas de gobierno del hegemonismo y la oligarquía. Los cuatro años de gestión de la ejecución del proyecto hegemonista, junto al avance del viento popular, han socavado la estabilidad del PP, agravada por los escándalos de corrupción. Cuestionando cada vez más el propio liderazgo de Rajoy. Y convirtiendo la alternativa de un gobierno encabezado por el PP en un “apuesta arriesgada” para el hegemonismo y la oligarquía. Esta es la razón de que el Rey haya optado finalmente por proponer a Pedro Sánchez como primer candidato a la investidura.

El hegemonismo y la oligarquía ya están utilizando todas sus armas de presión para impedir o dificultar la formación de un gobierno de unidad contra los recortes. Amenazando con “consecuencias terribles” en caso de un “gobierno de izquierdas”. No es casual el estallido del escándalo de la detención de los tiriteros en Madrid, ni tampoco que el ministro del Interior afirme que “ETA desea como agua de mayo un gobierno PSOE-Podemos”. También se utiliza las repercusiones de la nueva oleada de la crisis económica global para deslizar que “si no hay un gobierno estable que de confianza a los mercados puede estar en riesgo la recuperación”.

El avance del viento popular crea mejores condiciones para la formación de un gobierno de unidad contra los recortes. Obligando al PSOE a “girar a la izquierda”,y recoger parte de las demandas de la mayoría que rechaza los recortes. Y también forzando a Podemos o Ciudadanos a poner por delante los puntos de unidad, ante el precio que pagará quien impida la formación de un gobierno progresista.Pero las posiciones que excluyan a una parte de ese viento popular, bien señalando a Ciudadanos como “las derechas” o “un marca blanca del PP”, bien eliminando a Podemos porque “amenaza la estabilidad”, están objetivamente colocando más dificultades a la formación de un gobierno de unidad contra los recortes que se corresponda con la voluntad expresada por la mayoría de votantes el 20-D.

¿Qué pasa con Cataluña?En Cataluña el nuevo gobierno de Puigdemont pretende hacer avanzar el proyecto de fragmentación bajo nuevas formas en apariencia “más suaves” pero en el fondo más peligrosas. Dirigidas a “ampliar la base de masas del independentismo” y a “corregir” el avance en Cataluña, tanto el 27-S como el 20-D, del viento popular contra los recortes y por la unidad.

El avance del viento popular contra los recortes y por la unidad en Cataluña, expresado el 27-S y el 20-D, ha obligado a “cambiar el guión”, sacrificando la cabeza de Mas -representante de los recortes y la fragmentación que más rechazo generan en la sociedad catalana-.

El nuevo gobierno de Carles Puigdemont no significa la renuncia al proyecto de fragmentación. El parlament ya ha dado luz verde a las primeras tres “leyes de desconexión con España”, las de «protección social catalana», de «régimen jurídico catalán» y de “administración tributaria catalana».

Pero la estrategia del nuevo gobierno catalán no pasa una confrontación inminente con el gobierno español, sino que se traslada al “procés constituent” que debe desembocar en la elaboración de una Constitución de la República Catalana. Ya se ha anunciado para el 5 de marzo la apertura de una “Convención Constituyente Ciudadana Catalana”. La Vanguardia, principal portavoz de la gran burguesía catalana, anuncia que la estrategia es que “el proceso constituyente devenga en banderín de enganche de aquellos ciudadanos todavía refractarios a la independencia”. Incluyendo en él, como ya se ha hecho, a Catalunya Si que es Pot, la marca de Podemos en el parlamento catalán.

El nuevo gobierno de Puigdemont ofrece un “plan de choque social” que solo representa el 11% de los recortes ejecutados por Artur Mas. Es decir, pretende, además disfrazándolo de un “barniz social”, que aceptemos el 89% de los recortes ya ejecutados por ellos mismos.

Que la herida contra la unidad en Cataluña permanezca abierta juega, además y sobre todo, un papel que favorece la ejecución de proyecto hegemonista de saqueo sobre España. Aunque la fragmentación de España no está en los planes del hegemonismo, sí le interesa azuzar la división para incrementar la debilidad y reducir las defensas ante la agresividad de sus objetivos de saqueo sobre España.

Hay que tomar una posición clara por la defensa de la unidad de todo el pueblo trabajador de España en la lucha contra los recortes. Denunciando que quienes nos dividen y enfrentan benefician a quienes pretenden imponernos un saqueo todavía mayor. Y evidenciando que el nuevo gobierno de Puigdemont es el “gobierno de la troika” en Cataluña, representante de quienes han ejecutado sumisamente los mayores recortes sociales.

Ahora más que nunca, un gobierno de unidad contra los recortesDebemos redoblar la exigencia de un gobierno de unidad contra los recortes.

Defendemos un gobierno de unidad contra los recortes que integre a todas las fuerzas que, de una u otra manera, representan el avance del viento popular. Que incluya al PSOE, a Ciudadanos, a Podemos, a IU…

No es un “gobierno de izquierdas”, sino un gobierno que represente a las diferentes fuerzas que en el parlamento representan el avance del viento popular.

Cualquier exclusión, a “izquierda” o a “derecha”, cambiaría su naturaleza.

Tenemos importantes y serias divergencias con cada una de las fuerzas que deben integrarlo. Sabemos que un gobierno encabezado por Pedro Sánchez cumpliría los mandatos de la UE o de la OTAN. Y que sea cual sea la forma que finalmente adopte (más “escorada a la izquierda” o “más centrada”) puede traicionar, ante las presiones de los diferentes centros de poder, los compromisos adquiridos.

Pero, en las condiciones políticas creadas por el 20-D y con la actual composición del parlamento, este es el gobierno que más contradicciones generaría a la ejecución del proyecto hegemonista, y que mejores condiciones crearía para avanzar en la acumulación de fuerzas en el seno del pueblo.

Así lo entienden también los sectores más adelantados, como lo demuestra el manifiesto “Necesitamos otro gobierno”, donde 20 intelectuales (entre ello Benjamín Forcano o Aute, promotores de Recortes Cero), que defiende la misma alternativa que nosotros planteamos.