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Malí­: el vicio colonial

En vista de que los preparativos para intervenir colectivamente en Mali se estaban dilatando y que con el paso del tiempo aumentaban las reservas de los EE.UU. a uno y otro lado de Argelia, Francia decidió terminar con las esperas. El hecho concreto significa anteponer la guerra a la búsqueda de una solución política y cambiar al mismo tiempo las modalidades operativas. Parecía darse por descontado que Francia y los EE.UU. se limitarían a tareas de entrenamiento. apoyo logístico y comunicaciones en una operación llevada a cabo por lo demás con soldados africanos junto al desdibujado ejército maliense, o en su lugar.

Hollande lo había excluido siempre pero ha terminado, o ha empezado, a conversar con las tropas en el terreno. Se creía que el presidente socialista, que siempre repitió que los tiempos de la “Françafrique” habían terminado para siempre, quería mostrarse más enérgico que Sarkozy y hacer sin embargo “algo de derecha”. Ya se había orientado bastante en ese sentido con Siria (y no precisamente por motivos humanitarios).

No es el caso de llamar a la usurpación porque Mali sea de hecho un Estado fallido. Dos tercios del territorio se hallan ocupados por rebeldes y en la capital Bakamo se mantiene un precario condominio entre una junta militar y un gobierno civil provisional asediado por un ejército empeñado en una carrera por saber quién es más irresponsable e impotente. El beau geste de París constituye por lo tanto un gesto aún más hipócrita e insensato porque a nadie le será fácil restablecer la soberanía en lo que queda de Mali. Por su parte el capitán Sanogo, autor del golpe de Estado de marzo de 2012 contra el presidente a cargo y de un segundo golpe en diciembre para quitar del medio a un jefe de gobierno que se había vuelto indigesto, no ha dejado de llamar fuerzas “neocoloniales” a todas aquellas que se ofrecen a “ayudar” a Mali sin diferenciar a los países vecinos ni a las grandes potencias.

Por otra parte, llegado el momento de las decisiones, Francia pensaba probablemente que le asistían el derecho y el deber por su calidad de expotencia coloinial. Mali se estaba acercando demasiado a los EE.UU., al punto de haberse constituido en una sede oficiosa del Africom, el comando militar unificado para Africa creado en 2007 por Bush y consolidado por Obama. Resulta lógico preguntarse cómo una gran potencia se puede dejar sorprender por un golpe del ejército que ella misma arma, entrena y realmente controla.

Precisamente cuando parecía que se había conseguido una Unión Africana dispuesta a mantener el principio “soluciones africanas para las crisis africanas” las crisis como la de Mali o la de Somalia ya no son crisis africanas, sino que se promueven de oficio al rango de asuntos globales y se tratan en consecuencia. Según la lógica de la guerra al terrorismo todos los gatos son pardos. Poco importa que Mali, como todos los países de la franja sahel-sudanesa de paso entre el África árabe y el África negra se halle comprometida en delicadísimos problemas del state building. La obsesión por la “seguridad” complica irreparablemente los procesos internos en un clima de por sí vulnerable debido a las condiciones climáticas y a la fragilidad de sus sistemas económicos.

Al Qaeda es algo más que un pretexto pero la exagerada defensa montada por los EE.UU. y sus aliados en un medio que es ante todo un espacio en movimiento que reproduce y perpetúa, en todo o en parte, los fenómenos que querría conjurar. El fundamentalismo árabe está presente en el Sahel desde hace sesenta años pero solo recientemente ha adquirido una actitud antioccidental. El Sahara es el reino de los tuaregs, y más específicamente de la población bereber dedicada al comercio lícito e ilícito por las antiguas rutas de las caravanas. Los Estados que se han conformado con ciudades y agricultura como signos distintivos no soportan la forma de vida de los nómadas… Las fronteras son una garantía para los unos y un impedimento para los otros. La guerra genera el riesgo de compactar todas las rebeldías más allá de los propios planes. Las negociaciones contrapropuestas a los bombardeos tenían el objetivo de separar a los movimientos independentistas que proclamaron el Estado de Azawad de las formaciones islámicas directa o indirectamente vinculadas a Al Qaeda.

De un solo golpe Francia ha superado a la Ecowas (Comunidad Económica de Estados de África Occidental ), a la Unión Africana y a la propia ONU, de la que se esperaba una resolución que diese vía libre. Europa ha considerado correcta la versión de París. Veremos ahora cuál es la reacción del gobierno italiano. Tal vez el ministro Riccardi que ha dicho muchas veces que Mali limita con Italia y apoyó la designación de Prodi como representante especial del secretario general de las Naciones Unidas para el Sahel, tenga tiempo de expresar lo suyo. El mismo Prodi ha sido bien recibido por los africanos, pese al fracaso de sus candidatos porque lo consideran “un hombre de paz”. Quién sabe si Hollande le informó antes o después de su ataque. Por otra parte se dice que los comandos militares italianos están ansiosos de encontrar otro lugar al que enviar sus tropas cuando se retiren de Afganistán.