Los derechos de las madres solteras

Madre no hay más que una

Proteger los derechos de las familias monoparentales en España debe ser una prioridad

Mother and son looking out of window

En diciembre de 2024, el Tribunal Constitucional dictó una sentencia histórica que marca un antes y un después en la protección de los derechos de las familias monoparentales en España. Tras años de lucha legal y el trabajo persistente por parte de asociaciones como MSPE (Madres Solas por Elección) y FAMS (Federación de Asociaciones de Madres Solteras), el máximo órgano judicial del país reconoció por fin el derecho de estas familias a disfrutar de las mismas 26 semanas de permiso por nacimiento que las familias biparentales.

Hasta ahora, las familias monoparentales solo podían acceder a las 16 semanas que le corresponderían a un único progenitor, negándoseles de facto las 10 semanas adicionales que en las familias con dos progenitores pueden transferirse entre ellos. Esta desigualdad legal dejaba a miles de niños y niñas en situación de desventaja desde su nacimiento, vulnerando el principio de igualdad recogido en la Constitución y el interés superior del menor.

La sentencia del Tribunal Constitucional, dictada el 19 de diciembre de 2024, reconoce que limitar el permiso a un solo progenitor en las familias monoparentales supone una discriminación indirecta y no justificada que perjudica tanto a las madres como a sus hijos. El fallo establece que, en estos casos, la Seguridad Social está obligada a conceder las 10 semanas adicionales de forma automática, sin necesidad de acudir a la vía judicial.

Este logro no habría sido posible sin la labor persistente de entidades como MSPE y FAMS, que durante años han liderado campañas, ofrecido apoyo legal a cientos de madres, promovido recursos judiciales estratégicos y sensibilizado a la opinión pública sobre una realidad silenciada. Gracias a su valentía y determinación, muchas mujeres han conseguido lo impensable: que su voz, a menudo ignorada, haya sido escuchada en los tribunales más altos. A pesar de la espera de una Ley de Familias, que no llega, que reconozca a este tipo de familia y le otorgue un marco legal, la lucha de las propias familias interesadas ha ido más allá como suele suceder, de nuestras fuerzas politicas actuales.

Esta victoria judicial es también una victoria emocional. Es el reconocimiento de que la maternidad en solitario no puede ser castigada ni invisibilizada. Es el compromiso de un país que, poco a poco, empieza a entender que existe una gran diversidad familiar y que todas merecen las mismas oportunidades para criar, cuidar y acompañar a sus hijos en sus primeros meses de vida.

El camino no ha sido fácil. Pero hoy, gracias al esfuerzo colectivo y la tenacidad de quienes creyeron que la justicia debía prevalecer, miles de familias monoparentales podrán disfrutar de un derecho que durante demasiado tiempo les fue negado.