“Soy un perseguido político”, dijo sin ruborizarse Mauricio Macri a su audiencia en El Escorial. El expresidente argentino, de visita estos días por España, invitado por Pablo Casado, se refirió así a las distintas causas por fraude y corrupción que tiene abiertas en su país, pero sobre todo a la reciente denuncia que Bolivia ha abierto contra él, revelando la profunda implicación del gobierno Macri -con armas, municiones y hasta espías argentinos- en el golpe de estado «cívico-militar» que desalojó a Evo Morales en 2019.
Tras acumular una tonelada de pruebas, el gobierno boliviano de Luis Arce ha lanzado una acusación que ya era un secreto a voces. Bolivia ha denunciado que Mauricio Macri, presidente de Argentina desde 2015 a 2019, envió armas, municiones y hasta agentes infiltrados para apoyar el golpe de Estado contra el gobierno de Evo Morales, en octubre de 2019.
El de Macri fue un apoyo premeditado y planeado con antelación, y en total connivencia no solo con la derecha boliviana, sino con los auténticos diseñadores del golpe en Washington. Semanas antes del golpe, algunos líderes golpistas del Comité Cívico cruceño cruzaron la frontera y se reunieron en la provincia argentina de Jujuy con la hija de Trump, Ivanka. Según la ministra de gobierno, María Nela Prada, el material bélico procedente de Argentina llegó a La Paz el 12 de noviembre de 2019, el mismo día que Jeanine Áñez se autoproclamaba presidenta.
Como prueba incriminatoria, el canciller de Bolivia, Rogelio Malta, mostró una nota de agradecimiento enviada por el entonces comandante de la Fuerza Aérea de Bolivia al embajador de Argentina en Bolivia, el 13 de noviembre de 2019. En ella, el general Gonzalo Terceros confirmaba al diplomático argentino Normando Álvarez García que había recibido 40.000 cartuchos AT-12/70 y bombas lacrimógenas. El gobierno de Luis Arce ha confirmado que esta munición fue utilizada por las fuerzas represivas a las órdenes del gobierno golpista de Jeanine Añez en las masacres de Sacaba y Senkata, los días 11 y 15 de noviembre de 2019, que terminaron con un saldo de 22 muertos.
A pesar de las pruebas concretas en su contra, y en el marco del avance de las investigaciones del Ministerio de Seguridad, Macri ha declarado que «quiero desmentir de manera rotunda la veracidad de esas acusaciones», afirmando además que «tanto el ex embajador argentino como el ex comandante general de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB), desmintieron la denuncia de conspiración y la autenticidad de la prueba que se presenta con apariencia documental». Sin embargo, el que aparentemente miente con esa afirmación es Macri, puesto que la FAB certificó la autenticidad de la nota.
La implicación de Macri en el golpe de Estado ha sido también reconocida por el actual jefe de Estado argentino, Alberto Fernández, que a pesar de no tener nada que ver -de hecho, Fernández dió asilo político y apoyo diplomático en todo momento a Evo Morales- pidió disculpas oficiales al pueblo boliviano a través de una carta dirigida a su homólogo Luis Arce. Fernández también calificó las acciones de Macri de «colaboración decidida con la represión militar y policial que sufrieron quienes defendieron el orden institucional» del gobierno legítimo de Evo Morales, derrocado por los militares.
El presidente boliviano ha agradecido la carta, que confirma «los lazos de hermandad con el pueblo argentino y reconoce la solidaridad y apoyo del hermano presidente Alberto Fernández al pueblo boliviano, así como su compromiso con la memoria, la verdad y la justicia».