Encuestas sobre resultados electorales

Los votantes lo tienen claro

Las encuestas no coinciden exactamente con la realidad y en ocasiones se presentan sesgadas para influir en la política, pero son un buen indicador para valorar la tendencia. La conclusión más destacada es que el ascenso de Ciudadanos se basa en más votos desde la izquierda que ganados al Partido Popular. La defensa de la unidad frente a los peligros de fractura en Cataluña y las vacilaciones de algunas izquierdas en este tema podrían ser la clave.

En este artículo presentamos un resumen de los últimos dos meses, utilizando estudios de diferentes empresas y comparando municipales, autonómicas y generales para poder tener una visión más global del movimiento del voto.

En Valencia el movimiento común en Ayuntamiento y Comunidad es el ascenso de Ciudadanos. En ambos casos sube más de lo que baja el PP, lo que muestra que Ciudadanos arrebata voto a la izquierda. Mientras en la comunidad PP bajaría un 3,7, Cs subiría un 9,5. Luego la mayoría de su crecimiento proviene de la izquierda y la abstención. Esto se confirma en que Cs obtendría más crecimiento en la Comunidad que en el Ayuntamiento, aunque el PP baja más en la ciudad.El otro rasgo es que mientras la izquierda sube en Valencia capital un 1,7, por contra, reduciría su voto un -5,6 en la Comunidad. La actuación de los más destacados dirigentes de Compromís (gobierna la capital) con una mayor consecuencia en defender la unidad desde la izquierda, y su batallar por coaliciones progresistas al margen de cualquier sectarismo, podría explicar esta diferencia.

La misma tendencia se apunta en Madrid. Podemos baja casi un tercio en intención de voto en la Comunidad, mientras que la destacada labor de Manuela Carmena, eficacísima en la gestión económica, y sus diferentes posiciones políticas, le permiten aguantar el retroceso de sus socios de coalición.

Y de nuevo mientras PP pierde un 7,8 en la Comunidad, y se desploma en la Capital, Cs ganaría un 15,4 arrebatando claramente votos a la izquierda.

La comparación entre Barcelona y Cataluña refuerza la idea principal. Es en la capital donde la izquierda gobernante a través de la coalición En Común, más ha conciliado con el chantaje de Puigdemont. Mientras en el Parlament, la izquierda sí ha denunciado la estafa antidemocrática que supuso ignorar leyes, Estatut y Reglamento al servicio de imponer a la mayoría la ruptura, desde el Ayuntamiento, Ada Colau ha tragado ruedas de molino para intentar mostrarse equidistante ante una crisis política antagónica, cuando no se alineó directamente con Puigdemont. A eso hay que sumar el esperpento de enfangarse en batallas laterales para la izquierda como el cambio de nombre de calles, mientras caen chuzos de punta. Aquí sí que Cs limita su crecimiento a la caída del PP, lastrado sin duda por una cabeza de lista en el municipio que recuerda lo peor de la derecha, tanto como para proponer al ex primer ministro francés M. Valls.

Galicia pierde la excepción de la mayoría absoluta del PP y abre las puertas a la posibilidad de un gobierno de Progreso en coalición. La mayoría social de izquierdas, refleja la corriente principal reduciendo el voto a la fuerza que más se alinea con el independentismo (BNG).

A nivel estatal, el gráfico compara dos encuestas de enero y abril, pero bajo la columnas aparecen los resultados de las últimas generales. Tomando éstos, el movimiento se ve más acentuado: PP perdería otro tercio de su voto, y Cs subiría del 13 al 22% quebrando definitivamente el bipartidismo y reforzando la posibilidad frustrada hace unos meses de un gobierno de coalición Psoe, Cs, Podemos, y otras fuerzas progresistas. Una combinación que parecen proponer tercamente los electores: que nos gobierne la izquierda pero asegurando que se defiende la unidad sin vacilaciones.

El cambio en el centro político condiciona el resultado. Si a pesar de la crisis, si a pesar del desigual reparto de la riqueza para salir de la misma, y a pesar de que los sueldos y pensiones desciendan en mitad de la recuperación económica, si a pesar de todo eso, aparece en primer plano una contradicción, un problema, que el conjunto del electorado percibe como crucial, entonces de manera inevitable, va decantar el voto. Ese problema es hoy la unidad.

La unidad del pueblo trabajador de toda España está puesta en cuestión, y no tanto porque algunos sectores de burguesías locales en las nacionalidades se hayan agrupado en torno a un programa independentista, como porque la izquierda ha abandonado la defensa de la unidad del pueblo como una cuestión de principios vital. Cuando no la ha subvertido por una mera defensa de la unidad de España, que no es lo mismo y alinea al pueblo con los intereses de bancos y monopolios, preocupados sí en la defensa de una unidad, su visión de la unidad: la unidad de mercado, en el mantenimiento de la exclusividad de su coto privado de explotación.

Así se explica que una parte de la corriente de la mayoria social de izquierdas en España mueva su voto hacia una fuerza política como Ciudadanos, a nivel estatal o en aquellas Comunidades donde la izquierda se muestra tibia o desaparecida en enfrentar el problema.

Ciudadanos ha cambiado su línea política en su último congreso, renunciando a su parte socialdemócrata y subrayando su liberalismo económico; pero aún así vive del crédito que le otorga por la derecha la corrupción exasperante en el PP, y la inanición desde la izquierda.