Dos días después de las europeas el parlament catalán iniciaba la legislatura. Debía formarse la Mesa de la cámara. Y a pesar de la rotunda victoria de Illa, y de que las fuerzas del procés han perdido la mayoría parlamentaria, su presidente será Josep Rull, el señalado por Puigdemont.
¿Qué ha pasado? ¿Y qué consecuencias va a tener? ¿Podrá Illa formar gobierno… o nos abocamos a una repetición electoral?
La elección de Rull como presidente del parlament es el resultado de un acuerdo entre Junts, ERC y la CUP. Al partido de Oriol Junqueras le han vuelto a “temblar las piernas”, y ha preferido entregar a Junts la segunda autoridad política de Cataluña ante el miedo a ser señalado una vez más como “traidor a la causa”. Y sorprendentemente la CUP, que afirma ser anticapitalista, ha dado su apoyo a “la derecha de toda la vida”.
Y también ha sido posible porque esta vez el PP ha decidido no apoyar a los socialistas. Cuando estaba en juego la alcaldía de Barcelona, el partido de Feijóo decidió apoyar al PSC para que no cayera en manos de Junts. Ahora no ha respaldado a la candidata socialista, permitiendo que se impusiera la conjunción de las fuerzas independentistas a pesar de que en el parlament existe una amplia mayoría enfrentada al procés.
Josep Rull fue uno de los consellers condenados, y luego indultados, por su participación en el 1-O y la DUI. Proviene de la ex Convergencia, donde estaba integrado en los sectores más soberanistas y derechistas, con una activa responsabilidad en la ejecución de los recortes y en los escándalos de corrupción.
El control de la Mesa del parlament es una importante palanca de mando. Rull ahora puede decir a quién presenta como candidato a una investidura. Si le otorga esa posibilidad a Illa… o se la entrega a Puigdemont.
¿Qué exista una mesa independentista significa que “el procés sigue vivo”? No.
La subdirectora de La Vanguardia califica este hecho como “fogonazos procesistas”. El procés no puede revivir. Las europeas han confirmado el hondo retroceso de las fuerzas que lo representan, que ya se puso de manifiesto en las pasadas autonómicas. Pero siguen conservando parcelas de poder, y mantienen su carácter tóxico.
Ahora se revuelven para intentar evitar, desesperadamente, que se pueda formar un gobierno encabezado por Illa.
¿Qué puede pasar a partir de ahora?
Antes del 25 de junio debe celebrarse el primer debate de investidura. Y entonces empezará a correr el reloj, con un plazo de dos meses para formar gobierno. Si eso no sucede se deberán repetir, en otoño, las elecciones catalanas.
Puigdemont no puede formar gobierno. Incluso sumando a la ultraderecha independentista de Aliança Catalana no tiene mayoría. Pero sí pueden configurar lo que el PSC ha denunciado como “una minoría de bloqueo”. Apostando a la repetición electoral.
ERC va a tener que decidir: si permite la investidura de Illa, o si la bloquea enfrentando unas nuevas elecciones que pueden ser demoledoras para sus intereses.
El editorial de La Vanguardia afirma que, pese a los sobresaltos, “el ciclo político va entrando paulatinamente en otros derroteros, que no son ya los del procés”. Y llama a los partidos independentistas a “hacer un ejercicio de realismo, reconocer la realidad presente y actuar en consecuencia”.
Pero el aventurerismo de la “caverna de Waterloo”, nucleada en torno a Puigdemont, deja abierta cualquier posibilidad. Han sido derrotados y están en retroceso, pero se resisten a aceptarlo. Aunque Illa conserva todavía muchas posibilidades de alcanzar la presidencia de la Generalitat, no se debe descartar un bloqueo que conduzca a nuevas elecciones.