A lo largo de mas de un año, desde febrero de 2010, venimos advirtiendo reiteradamente en nuestras publicaciones cómo en torno al proyecto de rebajarnos un 40% las rentas y salarios se está librando la principal batalla política de nuestro país. Y cómo ese proyecto supone un empobrecimiento generalizado y un auténtico saqueo para el 90% de la población. Hoy, en su habitual artículo de los lunes en el diario El País, Joaquín Estefanía titula su columna precisamente: «El gran saqueo». Aunque sea con retraso, bienvenido a la realidad.
En él afirma que “millones de ciudadanos se van quedando or el camino”, entre otras razones porque “a diferencia de otros momentos de crisis, ahora hay más desigualdad porque los pobres son más pobres porque están perdiendo bienestar”. Aunque la crisis, según Estefanía, “ha afectado a todos, la capacidad de defensa y recuperación es muy diferente según el lugar que cada cual ocupa en la distribución de la renta”. Y además, “las políticas públicas no se adecuan a la nueva situación ni a los riesgos que ello implica.” Dicho en otras palabras, la política del FMI y Bruselas –fielmente ejecutada por Zapatero– está agrandando el abismo social, aumentando la desigualdad y empobreciendo a aquellos que menos renta disfrutan. Sin embargo, describir esto es quedarse a mitad de camino. Por definición, un saqueo, o en este caso, como acertadamente dice el mismo Estefanía, “un gran saqueo”, implica dos bandos: el de los saqueados y el de los saqueadores. Pero de este último bando nada dice. Curiosamente, es un articulo aparecido también este lunes en otro medio del grupo Prisa, el diario económico Cinco Días y titulado “Alemania emite el doble de deuda que España”, el que nos pone sobre la pista, al revelar que Alemania es el país europeo que mas ha incrementado su nivel de deuda pública desde enero de 2008, cuando se inició la crisis. En realidad, sus emisiones de deuda (más de medio billón de euros), duplican en volumen a las de España (245.000 millones). Y no sólo eso, sino que equivalen a la suma del aumento de la deuda de Holanda, Irlanda, Grecia, Bélgica, Polonia, Portugal, Austria y Dinamarca juntas. ¿Y por qué la economía que dicen que más y mejor ha salido de la crisis tiene que recurrir a ese brutal nivel de endeudamiento? Sencillamente, por la necesidad de impedir la quiebra de sus principales bancos inyectándoles dinero público. Sólo que gracias a un artificio contable de la UE impuesto por la misma Alemania, el dinero público destinado a comprar activos bancarios y sanear el sistema financiero no contabiliza como déficit. ¡Merkel, Berlín, el Bundesbank,.. los abanderados de la lucha contra el déficit son en realidad quienes mayor déficit acumulan año tras año! No estamos ante una extraordinaria paradoja, sino ante una relación causa-efecto. En efecto, para que los grandes bancos alemanes y su Estado puedan recaudar el capital que necesitan para reponer pérdidas, tapar agujeros y evitar la bancarrota, es necesario que los países políticamente más débiles y dependientes de ellos (Portugal, Grecia, Irlanda, España,…) no tengan acceso a esa financiación. Apropiarse, monopolizar y concentrar esos capitales es el objetivo de sus virulentos ataques contra la deuda pública de los PIGSS y de sus exigencias de una drástica reducción de los déficit, aunque ello signifique condenarnos al estancamiento económico y el empobrecimiento de la población. Para que ellos puedan seguir enriqueciéndose es preciso que nosotros nos empobrezcamos. Este, y no ningún otro, es el origen del “gran saqueo” que padecemos. Para Berlín, España, Portugal, Grecia o Irlanda no somos más que sus “pozos de petróleo”, de los que se han arrogado los derechos de explotación. Sólo que el saqueo en este caso no se mide en cuántos dólares sube el precio del barril de petróleo, sino en cuantos puntos aumentan los intereses que pagamos por la deuda, en cuánto nos rebajan salarios y pensiones, en qué grado se recortan los gastos sociales. El voto útil de la izquierda Las nuevas turbulencias sobre la deuda griega y las drásticas medidas impuestas a Portugal tras el rescate son claros indicios de que esta batalla no sólo no se atenúa con el tiempo, sino que, al contrario, se recrudece más cada día, a medida que sus necesidades y exigencias van en aumento. Las fuerzas populares y de izquierda debemos afrontar la batalla electoral del 22-M dando una respuesta política a la altura de estos ataques que estamos recibiendo el 90% de la población. Las elecciones autonómicas y municipales son, antes que nada, una batalla política. Una batalla en la que nos estamos jugando la correlación de fuerzas entre las fuerzas del pueblo y las fuerzas de nuestros enemigos. Y dentro de las filas del pueblo, lo más importante que hay en juego en estas elecciones es si avanza o no –y en qué medida lo hace– la política de unir al 90% de la población, la alternativa de exigir un referéndum sobre las pensiones, el programa de redistribución de la riqueza, la línea que defiende la necesidad de crear un amplio frente de unidad popular contra la crisis. Sólo fortaleciendo este programa y esta alternativa que defendemos las candidaturas De Verdad contra la crisis-UCE podremos acumular la fuerza política que necesitamos para imponer una salida a la crisis en beneficio de la mayoría es. Esto es lo más importante que hay en juego. Y no decirlo con claridad es engañar a la gente. Zapatero levanta ahora la bandera del “que viene la derecha, que son peores”, tratando de retener al mayor número de votantes indignados, descontentos y hartos de su política de recortes y rebaja salarial. Pero enarbolar el miedo a la derecha para mantener el voto de la gente de izquierdas cautivo de una política contraria a los intereses populares es una táctica muy vieja, que cada vez engaña a menos gente. Hay que tener conciencia y claridad respecto a este punto: votar al PSOE el 22-M es lo mismo que entregar un cheque en blanco al FMI y a Bruselas, es dar nuestro voto a Obama, Merkel y Botín para que sigan atacando impunemente nuestros intereses. Zapatero reclama nuestro voto para el PSOE, pero a quien atiende es a la llamada de Obama para aplicar fielmente sus dictados. Nadie debe llamarse a engaño sobre esta cuestión. El único voto útil para hacer frente a los planes de esta gente es el voto a las candidaturas De verdad contra la crisis-UCE. Votar a Izquierda Unida, pensando que vale la pena concentrar el voto a la izquierda del PSOE, que así quizá se consiga evitar la hegemonía de la derecha y tener más fuerza para “arrastrar” a los socialistas hacia posiciones de izquierdas en ayuntamientos y autonomías es una pura quimera. La política de los gobiernos autonómicos y municipales y su capacidad de actuación tras el 22-M van a estar determinadas por (y sometidas a) las exigencias del FMI, que ya ha dicho claramente que la siguiente etapa del ajuste ha de venir de los recortes en sanidad, educación y gastos sociales en autonomías y ayuntamientos. Y lo que está sobre la mesa el 22-M es quien acata estas exigencias y quién se opone. ¿De verdad se va a luchar contra ellas pactando con el PSOE de Zapatero, otra vez en nombre de frenar a la derecha? ¿De verdad nos quieren hacer creer que es posible llegar a algún tipo de acuerdo beneficioso para los intereses del 90% de la gente con el mismo partido que desde el gobierno está ejecutando a pies juntillas la política que dictan Obama, Merkel y Botín? ¿Nos quieren volver locos o están ellos presos de una aguda esquizofrenia política? El único voto útil para la izquierda el 22-M es votar por el referéndum de las pensiones, es votar por la redistribución de la riqueza, es votar por crear un frente de unidad popular que una, represente y defienda los intereses del 90% de la población, es votar la candidaturas De Verdad contra la crisis-UCE. Es esencial que estas elecciones supongan un avance político y organizativo de esta alternativa que dice que sí se puede salir de la crisis y acabar con el paro desde los intereses de la mayoría. Este es el voto verdaderamente útil para el 90% de la población y lo que debe valorar el 22-M cualquier persona de izquierdas y progresista. Votar De Verdad contra la crisis-UCE el 22-M es dar fuerza política a esta alternativa para que pueda abrirse paso. Votar De Verdad contra la crisis-UCE y trabajar por difundir y extender ampliamente esta alternativa es luchar porque el 22-M y después podamos avanzar por un camino y un futuro radicalmente distinto al que están imponiéndonos aquellos que no buscan otra cosa que saquearnos.