El misil de la corrupción le ha vuelto a estallar al PP en plena línea de flotación. Agitando las aguas de la política nacional que bajan más que revueltas. No es posible moverse en la enmarañada situación política sin preguntarnos qué dicen y qué proyectos tienen quienes de verdad mandan e intervienen en nuestro país. ¿Y quiénes son los que mandan?
Hay tres centros de poder fundamentales que tienen un papel determinante en la vida económica y político social del país.
Uno la superpotencia norteamericana. Basta ver los telediarios, tertulias de radio y televisión o dar un vistazo a Internet o a los periódicos para que nos asalten las noticias relacionadas con Trump y las actuaciones de EEUU en cualquier rincón del planeta para defender su hegemonía y sus intereses. Y España, por supuesto está especialmente colocada bajo la hegemonía del principal centro de poder mundial.
La Unión Europea, encabezada por Alemania y su poder económico y control político en Bruselas, es determinante para las políticas que rigen en los países europeos que la integran. Berlín es el segundo centro de poder que interviene en nuestro país.
Y está la clase dominante española, un puñado de familias de la oligarquía financiera, que apenas representan un 1%, pero que concentran la mayor parte de la riqueza, como dueños de la gran banca, los grupos monopolistas y las principales empresas del país, junto con el capital extranjero.
Estos centros de poder son determinantes en la vida económica, política y militar del país.
Asegurar los beneficios y apropiarse de las riquezas nacionales
En el terreno económico coinciden, en primer lugar, en un objetivo común: consolidar y profundizar las reformas estructurales (la reforma laboral y de las pensiones) que han precarizado el mercado laboral, garantizan sus superbeneficios y abren el negocio de la gestión de los 100.000 millones de euros que mueven las pensiones públicas.
Recientemente la presidenta del FMI, con sede en Washington, Cristine Lagarde, exigía «una nueva reforma laboral» en España, y «más fusiones bancarias». Desde Bruselas, los comisarios de Merkel siguen apretando las clavijas con los recortes. Sitúan el déficit previsto en el 3,5%, cuatro décimas por encima de las previsiones del gobierno y advierten que nuestro país tendrá que estar dispuesto a recortar otros 4.300 millones de euros más de los que hay en los Presupuestos de este año para cumplir con el déficit marcado del 3,1%.
Por su parte el Gobernador del Banco de España, Luis María Linde, recomendaba ante la comisión de seguimiento del Pacto de Toledo que se retrase aún más la edad de jubilación, y se incentive la contratación de planes de pensiones privados con los que hacer frente a la “moderación” de las pensiones. Mientras que la CEOE y las empresas del IBEX-35 reclaman insistentemente mantener la reforma laboral.
Al mismo tiempo el control sobre las riquezas nacionales por el capital extranjero avanza a pasos agigantados. Especialmente los bancos y fondos norteamericanos están aplicando lo que Donald Trump ya decía antes de ser presidente: “España es un gran país que tiene fiebre, y es el momento de aprovecharse de ello…, es una gran oportunidad para los inversores que buscan suelo barato y ofertas exclusivas” (Abril de 2012, entrevista en la CNCB).
Se sacrifican sectores oligárquicos vinculados a la construcción (y afectados por la corrupción) en beneficio del capital extranjero y otros sectores de la oligarquía. Así FCC ha pasado a ser propiedad del capital norteamericano -a través de Carlos Slim- y la constructora OHL, con su consejero, Javier López Madrid, detenido en la «operación Lezo», está en el punto de mira. Pero también cualitativos como la banca, con Bankia y el Popular pendientes. O el sector energético, cada vez más controlado por el capital extranjero. JP. Morgan, Goldman Sachs y fondos norteamericanos como Cerberus o Centerbridge están multiplicando sus compras, más de 4.500 millones de euros en los últimos seis meses por la compra del 20% de Gas Natural y la red de Naturgas, además de operaciones crecientes en el sector de las renovables.
Encadenados a la estrategia militar norteamericana
En el terreno militar lo que manda es el proyecto norteamericano, relanzado con la llegada de Trump, de encuadramiento de nuestro país en la estrategia militar del Pentágono con tres ejes de actuación.
Mantener y reforzar el papel de las bases norteamericanas (Rota ya es el cuartel naval del escudo antimisiles y Morón la base del AFRICOM, la fuerza de reacción rápida para el norte de África); puesto de manifiesto con la utilización de la base de Rota en el reciente bombardeo de Siria.«Trump exige dedicar 21.500 millones a gastos militares; y lo exige ya aunque en el gobierno haya resistencias a seguir el ritmo marcado»
Avanzar en la participación de España en las misiones en escenarios bélicos, bajo dirección yanqui o como parte de la OTAN, donde ya participamos en las fuerzas llamadas “punta de lanza” de despliegue rápido y con el despliegue de la fuerza acorazada en Letonia.
Y, en tercer lugar, cumplir con las exigencias de Washington para avanzar en nuestra contribución económica, duplicando el presupuesto militar hasta el 2% del PIB. España ronda los 10.000 millones en gastos militares, incluidas todas las partidas relacionadas con Defensa, y cumplir con el dos por ciento supondría dedicar 21.500 millones de euros a gastos militares.
Eso es lo que exige Trump, y lo exige ya. Aunque en el gobierno español haya resistencias a seguir el ritmo marcado desde la Casa Blanca.
Según Cospedal, el gobierno del PP se habría comprometido a alcanzar el 2% en 2025, por las limitaciones del pacto de estabilidad con la UE y las dificultades para consensuar los presupuestos. Pero lo que era válido para Obama no lo es para el nuevo presidente, que exige a sus socios de la Alianza Atlántica que cumplan este objetivo en esta misma legislatura y no dentro de ocho años.
Así se lo recordó Trump a Rajoy en la llamada telefónica del 7 de febrero. Trump insistió en que esperaba de España sin excusas que duplique su presupuesto cuanto antes para cumplir lo prometido a la OTAN en 2014. Nada de esto dijo la nota de Moncloa, pero la exigencia sí figuraba en la nota oficial de la Casa Blanca, como recogieron varios medios en su momento.
Controlar el cambio de modelo político
En lo político, acelerar el cambio de modelo político, que se inició con la renovación de la Monarquía en la cúpula del Estado y el hundimiento del bipartidismo por su gestión de la crisis, con políticas de recortes a la población y rescates a la banca y carcomido por la corrupción.
Un cambio que les permita garantizar los múltiples intereses de Wahington, la UE y la oligarquía española, al mismo tiempo que impiden que la mayoría social progresista pueda cristalizar en una alternativa de gobierno.
Washington y Berlín han dado muestras de su apoyo al PP, defendiendo el valor de una “España estable”, demostrando que necesitan un partido (o dos) de la derecha fuerte.
Pero el estallido simultáneo de una catarata de acontecimientos de corrupción (detención del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, la dimisión de Esperanza Aguirre, la citación de Rajoy para declarar por la Gürtel, las denuncias sobre la implicación de la Fiscalía aticorrupción en presiones y relevo de fiscales para retrasar o impedir investigaciones o la detención del consejero delegado de OHL…) ha roto el discurso del PP, anclado en levantar sus «logros económicos» como muro de contencion frente a los casos de corrupción, no consigue pasar esta página.
La renovación del PP, envuelto por una ola de corrupción sistémica, no es ya una opción, sino una imperiosa necesidad. El PP debe desprenderse de la vieja estructura contaminada por la corrupción y renovarse con una nueva éltite que no lo esté. Una batalla que se libra en dos frentes.«Necesitan salir del marco de la corrupción lo antes posible, pero también que sea un proceso controlado, para evitar una crisis de gobierno»
En el seno mismo del PP, entre un sector «tecnocrático» y «no contaminado» mayoritariamente de nueva generación (como Pablo Casado) que se mueve en el entorno de Rajoy; y la vieja estructura más vinculada al antiguo presidente Aznar y Esperanza Aguirre, políticamente más cercana a la nueva administración yanqui, pero que, colocada en la diana de la corrupción, lleva todas las de perder.
Y en los tribunales. Necesitan salir del marco de la corrupción lo antes posible, pero también que sea un proceso controlado, porque de lo contrario hasta Rajoy (pendiente de declarar en el juicio de la Gürtel por posible financiación ilegal de su partido) podria caer y provocar una crisis de gobierno de consecuencias imprevisibles.
En esta batalla en los tribunales, como dice Enric Juliana, el «control de la fiscalía es hoy la piedra de toque. Frenar, frenar, frenar. Es la tarea encomendada al nuevo fiscal general del Estado, José Manuel Maza, y al nuevo jefe de la fiscalía Anticorrupción, Manuel Moix».
La renovación del modelo político es sin embargo un proceso lleno de dificultades.
En el PSOE han tenido que descabezarlo mediante un golpe de mano para tratar de reconducir una renovación que aún no tienen controlada, con Pedró Sánchez aún vivo y una militancia inflamada por la influencia de la mayoría social de progreso.
En el PP, a pesar de tener una suelo electoral amplio, aumenta el rechazo social, especialmente entre los nuevos sectores que se incorporan a la vida política del país, y por lo tanto las repercusiones que va a tener en futuras elecciones. Sobre todo si se ve obligado a adelantarlas.
Este sigue siendo su punto más débil: la contradicción entre un proyecto hegemonista y oligárquico que debe ser ejecutado por un gobierno del PP, en pleno proceso de cambio del modelo político, frente al avance de una mayoría social progresista, que ha pesar de todos los intentos por marginarla y reconducirla, juega un papel político imposible de ocultar.