En un claro espaldarazo a Obama, que había solicitado a Europa que acogiera a ex presos de Guantánamo liberados sin cargos cuando se cerrase la base, previsiblemente en enero de 2010, los ministros levantaron los obstáculos para acoger libremente a estos individuos. España, Francia, Gran Bretaña y Portugal, que figuran entre los países dispuestos a responder afirmativamente a la petición de Obama, aceptaron las exigencias de Italia, Alemania y Austria, temerosos de que los ex detenidos supongan una amenaza para la seguridad una vez en territorio europeo.
Los Estados de acogida deberán «comartir información relevante» con el resto de países europeos y tomar «las medidas apropiadas», incluidas restricciones «temporales de libertad de movimientos, si es necesario», según las conclusiones adoptadas en Luxemburgo. En la práctica, los ex detenidos declarados inocentes, que lleguen a Europa después de varios años recluidos en la base estadunidense de Guantánamo, podrían ver cómo se les deniega la libertad de movimientos en el espacio Schengen, que comparten 25 de los 27 países de la Unión Europea.Francia, el único país europeo en haber recibido en su territorio a un ex recluso argelino de Guantánamo, ya ha «limitado sus movimientos y no puede salir del territorio francés», indicó en Luxemburgo el ministro francés de Inmigración, Eric Besson.La Europa de los valores y de las libertades ha encontrado dificultades para digerir Guantánamo en la práctica. Tras reclamar durante años a Estados Unidos el cierre de la cárcel se vio sorprendida por la petición de ayuda del presidente Barack Obama y ha necesitado medio año para dar lo que parece una respuesta positiva tras agónicos debates.Los presos a liberar pueden haber tenido la mala fortuna de haber sido «personas que estaban donde no debían en el momento en que no debían», como señala una fuente comunitaria, pero varios Gobiernos europeos temen en el fondo que no fuera así. Y temen también que largos años de vejaciones injustas en Guantánamo hayan afectado a su equilibrio emocional y político hasta convertirles en un potencial peligro para la seguridad cuando gocen de libertad.De ahí la larga negociación para encontrar un acomodo a los intereses de Estados Unidos -cerrar Guantánamo y liberarse del problema-, a los de los partidarios de la acogida -como España, que desean colaborar estrechamente con Estados Unidos- y a los de los renuentes -como Alemania y Austria-, temerosos de las consecuencia de la libertad de movimientos que consagra genéricamente la residencia de las personas en la Unión.La complejidad del asunto queda de manifiesto en las reacciones de algunos países. El ministro alemán del Interior, el conservador Wolfgang Schí¤uble ha escrito a su colega estadounidense para decirle que Berlín no va a aceptar ex presos, mientras que el ministro de Exteriores, el socialdemócrata Frank Walter Steinmeier, es partidario de la acogida. En Italia, Silvio Berlusconi los acepta, pero su ministro Roberto Maroni, los rechaza.El ministro sueco de Inmigración y Asilo, Tobias Billstrom, cuyo país asumirá la presidencia de la UE dentro de tres semanas, recalcó que el cierre de Guantánamo «es primariamente un asunto de EE.UU.», ya que «fueron ellos quienes lo crearon».Sin embargo, dijo que si algunos países de la UE quieren acoger detenidos, pueden hacerlo «de forma individual» con el mecanismo que se prevé aprobar este jueves.»Si no plantean ningún riesgo, hay que aclarar por qué no pueden quedarse en Estados Unidos», defendió el titular alemán del Interior, Wolfgang Shauble.El propósito de Obama es dividir a los presos en cinco categorías: un grupo que será juzgado por tribunales ordinarios estadounidenses y cumplirá la sentencia en EE UU, pese a la resistencia de una parte de la opinión pública; otro será juzgado por un sistema reformado de las comisiones militares; veintiún detenidos serán puestos en libertad atendiendo a la decisión de los tribunales; una cuarta categoría de presos (alrededor de medio centenar) serán trasladados a otros países; y un quinto grupo, el más polémico, de presos considerados peligrosos, pero sin pruebas formales contra ellos, que seguirán detenidos ilimitadamente sin juicio.El traslado a territorio estadounidense tampoco resolvería, en todo caso, el problema de qué tratamiento judicial otorgarles a quienes hasta ahora son legalmente combatientes enemigos. El Gobierno no se atreve a presentarlos ante tribunales ordinarios porque teme perder los juicios por falta de pruebas.La mayoría de las evidencias reunidas contra los detenidos en Guantánamo fueron obtenidas por servicios secretos, que no comparecen como testigos en una vista pública civil, o conseguidas mediante métodos de interrogatorio que el propio Gobierno de Obama ha definido como torturas.Se trata de una verdadera patata caliente para la administración de Obama. Aunque algunos de los presos han confesado su participación en el 11-S, podrían quedar en libertad si los jueces decidiesen anular la causa contra ellos por el uso de torturas. Obviamente, el Gobierno no puede permitirse políticamente poner en la calle a detenidos de la relevancia de Khalid Sheikh Mohammed, autor intelectual de aquellos atentados, pero tampoco tiene garantías de ganar un proceso contra un acusado del que se ha reconocido oficialmente que fue sometido a la técnica del ahogamiento fingido. Parece que los fieles aliados de Europa quieren fervientemente ayudar a la administración norteamericana a acabar cuanto antes con un problema que a Obama le quema en las manos y justo esta resolución es acordada a pocos días de la segunda visita del presidente norteamericano a Europa, ¿Casualidad?