En Murcia la ultraderecha ha bloqueado la investidura de López Miras, el candidato del PP apoyado por Ciudadanos, en medio de descalificaciones e insultos a Albert Rivera, calificándole de “acojonado y sinvergüenza” por mantener que Ciudadnos solo negocia acuerdos de gobierno solo con el PP y no con ellos. En la sesión de investidura del pasado 4 de julio, Vox votó en contra y emplazó a PP y a Ciudadanos a seguir negociando un pacto a tres para investir a López Miras en septiembre o ir a nuevas elecciones.
En la comunidad de Madrid la situación es similar a la de la comunidad murciana. Y el partido de Abascal está siguiendo la misma estrategia.
PP y Ciudadanos han firmado un acuerdo de gobierno de coalición y repartido los cargos, con Isabel Díaz Ayuso, la candidata del PP, como presidenta y siete consejerías, e Ignacio Aguado, Ciudadanos, como vicepresidente y seis consejerías.
Un acuerdo que la líder madrileña de Vox, Rocío Monasterio ya ha calificado como “vergonzoso”, y de “trileros” a PP y Ciudadanos, anunciando que no investirá a la candidata del PP si no hay un acuerdo firmado entre los tres partidos.
Hoy por hoy, también en Madrid la investidura se va a una segunda vuelta en septiembre, con una novedad. Monasterio plantea como posible salida su apoyo a un gobierno en exclusiva del PP, sin Ciudadanos; pero que seguirá necesitando los votos de la ultraderecha desde fuera para poder gobernar.
Independientemente de cómo se acaben resolviendo la formación de los gobiernos de Madrid y Murcia, hay consecuencias políticas que ya están marcando la situación y lo seguirán haciendo en el futuro más o menos inmediato.
En primer lugar la debilidad intrínseca de estos gobiernos. El retroceso electoral del PP (perdió más de 700.000 votos en las elecciones autonómicas y casi 1 millón en las municipales) hace inevitable que para gobernar en algunos ayuntamientos y comunidades tenga que recurrir no solo a Ciudadanos sino también a los votos de una ultraderecha, que les somete a un chantaje permanente, pero que sobre todo provoca un amplio rechazo social, incluso en parte de su electorado. Lo que agudiza también las contradicciones con Ciudadanos y sus intentos por “esconder a Vox bajo las alfombras”.
En segundo lugar, la agudización de las contradicciones en Ciudadanos, donde crecen las tensiones, las resistencias y el malestar interno a tener que “negociar” o aceptar los votos de Vox para formar gobiernos con el PP. Y que están llevando a una cadena de ruturas y dimisiones: desde el desafío de Manuel Valls, las críticas de Luis Garitano, el “gurú” económico” de Cs, a las dimisiones de fundadores históricos como Francesc de Carreras o Xavier Pericay, el fundador y líder de Cs en Baleares. Pasando por la dimisión de Toni Roldán, diputado y miembro de la ejecutiva permanente; de Javier Nart, eurodiputado y miembro de la ejecutiva ampliada; de Juan Vázquez, líder en Asturias, exrector de la Universidad de Oviedo; y de Miguel López Bachero, exsecretario de programas de Murcia.
Y tercero. La debilidad intrínseca que este sistema de contradicciones introduce en el proyecto que representa el PP liderado por Casado, es un serio problema para la oligarquía financiera y los centros de poder extranjeros y sus políticas de saqueo, recortes y degradación de nuestro país.