La “operación Castilla y León” ha sido ruinosa para el PP. El precio a pagar por volver a ser la fuerza más votada ha sido demasiado caro.
Suponía una apuesta ambiciosa: aprovechar las encuestas favorables para reproducir el contundente triunfo obtenido en Madrid, abriendo un “ciclo victorioso” al que se añadiría Andalucía. Pero los resultados están muy lejos de los esperados en Génova, y han evidenciado sus límites y problemas.
Los límites los marcan las matemáticas: el PP no solo no ha crecido, sino que ha cosechado el peor resultado, en número de votos, de unas autonómicas en Castilla y León. Han sacudido la política española, utilizando a dos tránsfugas de UPN para intentar hacer descarrilar la reforma laboral, y no han conseguido su objetivo.
En las autonómicas madrileñas el PP creció conteniendo a Vox. Ahora, en Castilla y León, para que Vox creciera se ha debido estancar el PP. Vasos comunicantes que no amplían el espectro “de la derecha”. En Castilla y León la suma de PP y Vox no ha conseguido acercarse al techo marcado en solitario por el partido de Casado en 2007.
Es el carácter reaccionario del proyecto que encarna Casado el que marca sus límites, lo que le impide conquistar una “mayoría holgada”.
Los resultados de Castilla y León han evidenciado los límites y problemas del PP
Pero las elecciones de Castilla y León han puesto encima de la mesa el problema potencialmente más dañino para el PP: qué hacer con Vox. El apoyo del partido de Abascal daría a Mañueco mayoría absoluta, pero dificultaría el camino hacia la Moncloa, movilizando a las bases de la izquierda.
Génova buscará impedir a toca cosa una cercanía excesiva con Vox. Ya se anuncia que el PP buscará algún tipo de acuerdo con las fuerzas regionalistas presentes en las cortes castellanoleonesas, para según algunos medios “forzar a la extrema derecha a que se retrate en la investidura”.
Y ya han aparecido voces que plantean otra alternativa: una abstención del PSOE que impida la entrada de Vox en el gobierno autonómico.
El peor fantasma del PP ha aparecido en Castilla y León. Su carácter extremadamente antipopular le impide conquistar por sí solo una mayoría suficiente, dificultándole alcanzar acuerdos con otras fuerzas. Y el único apoyo que se le ofrece es el de Vox, precisamente el que pretenden evitar.
Habrá gobierno del PP, pero la forma en que finalmente se resuelva está abierta, y no da igual una que otra.
Los resultados de Castilla y León ya empiezan a tener consecuencias en la política española. Las elecciones en Andalucía, que serían inminentes en caso de un triunfo amplio del PP, presumiblemente se demorarán. Y la relación final que el PP establezca con Vox provocará reacciones a derecha y a izquierda.
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