La ex Convergencia, ahora PDeCAT, acusado de cobrar otro millón de euros de comisiones ilegales. El entramado mafioso del 3%, un gigantesco atraco al dinero público, es el auténtico rostro de las élites independentistas, desde Artur Mas a Puigdemont
Quien pensara que los problemas de la ex Convergencia, hoy reconvertida en el PDeCAT, con la corrupción se acababan en el “caso Palau” se equivocaba.
La reciente sentencia judicial obliga a la ex Convergencia a devolver 6,6 millones de comisiones ilegales, pagadas por Ferrovial, una de las más importantes constructoras españolas, a cambio de jugosos contratos de obras concedidos por la Generalitat. La trama corrupta se vehiculó a través del Palau de la Música, una de las históricas instituciones de la burguesía catalana.
Pero el atraco a las arcas públicas catalanas no termina aquí. El “caso Palau” no fue la excepción sino la norma.
Así lo acredita un informe entregado por la Guardia Civil al juez de la localidad tarraconense de El Vendrell que instruye el sumario del “caso 3%”.
Está acreditado que Convergencia recibió entre 2008 y 2013 algo más de un millón de euros en donaciones ilegales. Se realizaban a través de fundaciones vinculadas al partido, como CatDem o la Fundación Forum Barcelona. Y están realacionadas con 24 obras adjudicadas por la Generalitat o ayuntamientos y entes públicos controlados por Convergencia, por un valor de 218,7 millones de euros.
La fiscalía resalta “la sobresaliente cantidad de millones de euros objeto de contratos amañados”.
El mecanismo del atraco era universal. Grandes empresas pagaban comisiones a Convergencia a cambio de la adjudicación de contratos públicos en condiciones ventajosas.
Convergencia se financiaba ilegalmente, obteniendo una ventaja sobre sus rivales políticos. Las grandes empresas se lucraban de las obras y contratos públicos. Y las arcas públicas, el dinero de todos los catalanes, eran atracadas por unos y otros.
Este es el modelo sobre el que se ha sostenido la hegemonía nacionalista durante décadas en Cataluña. Recordando a Maragall, el procés tiene un problema que se llama 3%.
Artur Mas fue presidente de la Generalitat y de Convergencia en el periodo en que se cobraron las comisiones ilegales denunciadas en el informe de la Guardia Civil. Puigdemont fue alcalde de Girona cuando se ejecutaba un fraude millonario en la gestión del servicio de agua.
Todos los líderes independentistas que han salido de la ex Convergencia -por mucho que ahora se hayan cambiado de nombre- arrastran el estigma del 3%.
Ese es su auténtico rostro, el de una nueva burguesía burocrática que ha vivido de saquear los presupuestos públicos mientras ejecutaba salvajes recortes en educación, sanidad…