Hace unos meses era la Fundación Ebert «patrocinada políticamente por la socialdemocracia y económicamente por grandes magnates de la industria y las finanzas alemanas» la que presentaba los posibles escenarios del futuro de la UE, uno de los cuales contempla la ruptura de algunos de los Estado-nación actuales. Lo que daría lugar a «una Europa matriz con Alemania en el centro y un euro restringido a las economías más sólidas».
El informe de la Fundación Ebert precisaba de forma concreta como un claro ejemplo de ese posible nuevo mapa político europeo los casos de “Cataluña y la Italia del norte”. Un escenario en el que, afirmaban, “no son los Estados los que rompen con la unión monetaria, sino las regiones prósperas las que rompen con los Estados para intentar incluirse en una zona de integración central”. Se les olvidó añadir que, por supuesto, bajo hegemonía alemana.
«En el caso de España, los salarios tendrían que bajar todavía un 30%» Han pasado apenas unos meses desde que se hiciera público el informe, y los halcones de Berlín han vuelto a insistir en exponer su programa de empobrecimiento y fragmentación. Esta vez por boca de Bernd Lucke, profesor de Economía de la Universidad de Hamburgo y cofundador del partido euroescéptico alemán Alternative frür Deutschland (Alternativa para Alemania). Formación política que aspira a convertirse en partido bisagra con capacidad de influir políticamente en el futuro gobierno de Merkel a través de los sectores más agresivos de la democracia cristiana.
Y cuyas posiciones políticas se alinean con los de representantes tan cualificados de la gran burguesía alemana como el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, el presidente de la Federación de la Industria Alemana (BDI), Ulrich Grillo –que recientemente pidió a Grecia que pusiera en venta sus islas para devolver el dinero del rescate– o de la familia Springer, propietaria del diario Bild, el de mayor tirada en Alemania, quien se refiere a Mallorca como el 17 länder (región o estado federado) alemán. En una entrevista al diario El Mundo, Lucke exponía sin pelos en la lengua su alternativa económica y política para España.
De entrada, una afirmación tajante: “si un día, algo muy poco probable, yo fuese canciller federal, llevaría a Bruselas un programa para que los países del sur de Europa abandonasen el euro de forma no traumática para el sistema y regresasen a sus antiguas monedas. Así podrían abordar la tarea de recuperar competitividad desde una perspectiva más real”.
Pero su programa no se reduce a propuestas generales, también para cada país tienen su propia alternativa: “En el caso de España, los salarios tendrían que bajar todavía un 30% para hablar de una producción realmente competitiva (…) Sin esa bajada, no se volverá a crear empleo como para reactivar la economía”. Es decir, si ya hoy la mayoría de los asalariados españoles cobran sueldos inferiores a los 1.000 euros, lo que barajan en Berlín es rebajar los sueldos por debajo de los 600 o 700 euros. Es posible, como dice Lucke, que así se reactive la economía, pero a costa de matar de hambre a la mitad de la población.
«Cataluña y País Vasco podrían permanecer en el euro, Andalucía no» Puede que para los grandes monopolios alemanes, Volkswagen, Mercedes, Bayern, Basf,… no sea todavía la “solución perfecta” que idearon los nazis reclutando forzosamente centenares de miles de trabajadores europeos para trabajar gratuitamente en sus fábricas durante la Segunda Guerra Mundial, pero empieza a parecérsele bastante.
Como tampoco se limita a exponer medidas económicas, sino que no duda en saltar a un terreno político tan sensible como la misma integridad territorial de España y la configuración de nuestro actual Estado: “Hay muchas formas de hacerlo, varios proyectos diferentes [para los países que abandonen el euro]. El objetivo es que los que no puedan financiarse tomen distancia para crear así una línea de contención del problema. Y no es necesario pensar en países enteros. Cataluña, País Vasco y el norte de Italia podrían permanecer en el euro, por ejemplo, pero está claro que Grecia o Andalucía no forman parte de esta realidad. Empeñarnos en lo contrario es negar la evidencia. Y cuanto más tardemos en darnos cuenta, más caro nos costará a todos”.
Países enteros no, que son difíciles de dominar y digerir. Mejor pensemos en países divididos y fragmentados. Cataluña y Euskadi sí, Andalucía no. El viejo sueño napoleónico de trazar una línea divisoria en el Ebro para anexionar a Francia los territorios que quedan al norte reaparece 200 años después, sólo que esta vez en versión germánica. Lo preocupante del asunto es que mientras lo de Napoleón no dejó de ser nunca un proyecto sobre el papel, la burguesía monopolista alemana ya ha ensayado recientemente, y con éxito, en la antigua Yugoslavia o en Checoslovaquia esta táctica de dividir y fragmentar para dominar y explotar mejor .
La brutal y desvergonzada franqueza con la que está gente habla de empobrecer a la población del sur de Europa o de romper y dividir países como España e Italia no conoce límites. ¿Pero quiénes se han creído ellos que son, sino una burguesía criminal y degenerada que ha llevado por dos veces a Europa a la mayor carnicería que ha conocido jamás la humanidad? ¿Con su trayectoria de barbarie y crueldad, qué lecciones de progreso y bienestar creen que pueden venir a dar a la vieja y sabia Andalucia?
La cosa no tendría mayor importancia ni iría más allá de la insignificante opinión de un oscuro profesor de Hamburgo si no fuera porque llueve sobre mojado. Y porque aunque el partido que él representa muy probablemente no llegará siquiera a rebasar la barrera del 5% para entrar el parlamento alemán, la reiterada e insidiosa propaganda sobre este asunto que desde Berlín se insiste en trasladar a la opinión pública revela, de forma tan inquietante como peligrosa, que oscuras nubes de tormenta se están gestando desde uno de los corazones más negros de Europa.