El año pasado fue el peor en décadas en lo que se refiere a incendios forestales, con casi 310.000 hectáreas quemadas. Es el peor dato del siglo: en las últimas dos décadas, España no había vivido una oleada de incendios de tal magnitud. Pero este 2023 comienza de forma aún más preocupante
Apenas hemos comenzado la primavera y ya se han registrado incendios en Castellón, Teruel, Asturias y Cantabria, como si estuviésemos en pleno mes de agosto. ¿Por qué cada año el infierno del fuego en España va a peor?
Entrevistamos a Nicolás Pérez, bombero forestal, delegado sindical por el Sindicato Aragonés Obrero (SOA) y miembro del comité de empresa de SARGA (Sociedad Aragonesa de Gestión Medioambiental).
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En pleno mes de marzo, tus compañeros de Sarga están participando en las tareas de extinción del terrible incendio de Castellón y Teruel, un incendio de sexta generación. Y cuando todavía no está apagado, vemos las noticias de los terribles incendios de Asturias y la Cordillera Cantábrica. Como bombero forestal, ¿cómo valoras todo esto?
Es consecuencia de más de 50 años de abandono del medio rural, con la desaparición de labores tradicionales como el pastoreo o la tala de árboles. Otro tema es que seguimos invirtiendo en extinción antes que en prevención; para que nos hagamos una idea, cuando hay un incendio se invierte una media de 10.000 euros por hectárea. Esas cifras están a años luz de lo que se invierte en políticas de prevención.
Y además apenas se promueven iniciativas que reactiven el medio rural, que permitiría reducir el riesgo y la magnitud de los incendios. Hace menos de un año se intentó por la zona de Añón (mi comarca) establecer unos campos de pastoreo y fue del todo imposible llevarlo adelante.
Los expertos hablan de tres tipos de factores para que cada año España arda por los cuatro costados: el cambio climático, el abandono del medio rural, y las muy insuficientes políticas públicas de gestión forestal y de prevención de incendios, entre las que se encuentran las muy malas condiciones laborales -con precariedad y temporalidad- de los bomberos forestales. ¿Es así o hay más razones?
Son estas las causas pero sobre todo la temporalidad. Venimos de una situación en la que las cuadrillas de trabajo de bomberos forestales están operativas, en el mejor de los casos, 6 meses. Sobre todo trabajan durante los incendios en labores de prevención y extinción, pero cuando no hay fuego las cuadrillas están quietas. Esto se debe a que el esfuerzo económico es insuficiente, se debería hacer una inversión más grande, como ha pasado con el dispositivo andaluz.
Hay que reconocer que el Director General de Medio Natural y Gestion Forestal de Aragón, Diego Bayona, ha intentado un plan de fomento de empleo y conservación del medio rural activando a gente en paro, pero es insuficiente.
Aparte, esto no deja de ser una cuestión de clase, aunque somos mano de obra especializada, se nos reconoce como peones, eso no solo afecta a nivel salarial sino que podemos llegar a tener guardias de hasta 24h, por ejemplo. Además, en el proceso de selección, las pruebas físicas últimamente están siendo mucho más excluyentes y los criterios que están empezando a priorizar están un poco desligados del trabajo de campo.
Tras meses de huelgas y movilizaciones, la prensa ha anunciado que el Comité de Huelga y la Dirección de la empresa pública SARGA «han alcanzado un preacuerdo que desconvoca la huelga» ¿Es así? ¿Se ha alcanzado ese acuerdo y consideras que es satisfactorio?
Se ha alcanzado a un preacuerdo y debe ser sometido a valoración por los trabajadores. Pero de entrada somos bastante críticos y no nos gusta lo que se ha firmado. Valoramos que se ha hecho muy deprisa, sin estar bien definido. Tampoco podíamos sostener la lucha por mucho tiempo, al no haber una planificación ni una caja de resistencia que nos hubiera permitido hacer una huelga indefinida.
Esperábamos propuestas más ambiciosas como la consolidación del territorio de trabajo, mejora de métodos de trabajo, etc. Por resaltar una cosa positiva, la respuesta de los trabajadores está mucho más adelantada que la de sus dirigentes. Por eso es imprescindible la unidad sindical para que todas esas reivindicaciones se materialicen.
Hace un mes el Consejo de Ministros ha aprobado dos anteproyectos de ley para regular la actividad y las condiciones laborales de los bomberos forestales y agentes medioambientales, un colectivo que suma más de 20.000 personas en toda España, pero parece que el Parlamento está dilatando su aprobación. ¿Cómo va ese trámite parlamentario? Y sobre todo ¿consideras que esos dos anteproyectos recogen las principales demandas laborales de los trabajadores del sector?
Sobre el anteproyecto, la última noticia que tenía es que se había hecho una enmienda a la totalidad. A este respecto no te puedo decir mucho más. Lo que sí que hay es un enfado muy grande, de perder una oportunidad histórica. Teníamos esperanza en que saliese una base jurídica que regularice. Pero al final es un anteproyecto que se ha quedado ambiguo.
¿Qué políticas piensas que harían falta para crear las condiciones para cuidar de verdad las masas forestales de nuestro país, y evitar que cada año el infierno sea peor?
La situación ha cambiado, tenemos un medio rural despoblado, cada vez las políticas parece que alejan más el escenario del medio rural. Entonces, hay que ir por el camino contrario, se debe promover que haya un repoblamiento de los pueblos, para eso lo primero es promover puestos de trabajo ligados con el trabajo rural (ganadería, industria local) que permitiría también la activación del consumo local. De hecho, también estamos en una plataforma ibérica de defensa del territorio que lo que busca es este mismo objetivo, presionando para reducir el consumo de la electricidad, entre otras cosas. Porque potenciar el medio rural significa dotarlo de población y eso es una tarea titánica que no se puede llevar adelante si no hay una voluntad política para ello.
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Incendios forestales: ¿Cada año un infierno peor?
El 2022 se cerraba con un total de 267.939,64 hectáreas arrasadas por el fuego a lo largo del año, esto es, casi el triple que la media del último decenio (94.249,00 hectáreas).
¿Las causas? Todos los expertos coinciden en un cóctel que tiene tres vértices.
1.- El cambio climático: No hay experto que no asegure que el cambio climático es la causa global que esta haciendo que los incendios, y especialmente los de sexta generación, imposibles de apagar, sean cada vez más frecuentes en el mundo y en España.
El cambio climático es la causa innegable de los fenómenos meteorológicos extremos, de la ampliación de los días de verano climático; de olas de calor cada vez más frecuentes, duraderas, y extremas; de sequías cada vez más pertinaces; de que a lo largo del verano se cumpla, cada vez en más regiones y cada vez con más frecuencia, la llamada «regla de los tres treinta» que hace imparable a un incendio: rachas de viento superiores a 30 km/h, una humedad relativa inferior al 30% y temperaturas superiores a 30º C.
2.- El abandono del medio rural: Hace décadas, una importante proporción de la población española vivía en el medio rural, y era del monte de donde sacaban gran parte de sus medios de vida. Desde la leña que quemaban en sus chimeneas al esparto de sus zapatos era sacado del campo, y la ganadería extensiva limpiaba de forma natural el sotobosque. Una brigada de cabras o de ovejas es mejor, más eficaz y más limpia, para despejar el bosque, que una legión de máquinas desbrozadoras.
La despoblación rural ha generado montes extremadamente llenos de combustible, masas forestales continuas y sin discontinuidades que suponen autopistas para las llamas.
3.- Recortes y precariedad en los equipos de extinción: El tercer vértice de los incendios en España es la precariedad a la que se condena a trabajadores que se juegan la vida en cada fuego: sueldos bajos, contratos temporales, alimentación escasa y medios obsoletos. Solo la vocación y un espíritu de servicio al pueblo justifica una tan maltratada forma de vida.
Casi todos los brigadistas son «fijos discontinuos», trabajando de junio a octubre. En la mayoría de los casos lo hacen en subcontratas que -sorpresa- priorizan las ganancias a la seguridad o el bienestar de sus bomberos, recortando todo lo que pueden.