Hay una izquierda transformadora y revolucionaria, que no cabe en el “modelo socialdemócrata” que representa el PSOE. Abarca un ámbito de cinco millones de votantes, que persistentemente se expresan en las diferentes elecciones.
Esta es una realidad política que normalmente, y de forma interesada, es minusvalorada o directamente eliminada, pero cuya extensión e influencia en los acontecimientos no para de crecer.
No es una realidad homogénea, sino que en su seno han surgido líneas y fuerzas que proponen alternativas diferentes, desde la actual dirección de Podemos al proyecto que encarna Recortes Cero.
¿Qué está pasando “a la izquierda del PSOE”? ¿Qué influencia tiene lo que suceda en su seno en el curso político del país o en el desarrollo de la lucha contra los recortes?
La “otra izquierda” ya está aquí
En las elecciones generales de 2008 los partidos situados a la izquierda del PSOE sumaron 1,3 millones de votos. Siete años después, en las generales de 2015, esta cifra casi se había multiplicado por cinco, alcanzando los 6,5 millones de votos.
En las recientes generales, los efectos del “voto útil”, ante el peligro de un gobierno encabezado por el PP y con presencia de la ultraderecha, actuaron con enorme fuerza en beneficio del PSOE. Pero incluso en esas condiciones, 4,6 millones de votantes decidieron, conscientemente y a contracorriente, apoyar a candidaturas a la izquierda del PSOE.
Y a estos deberíamos añadir buena parte de los 1,3 millones de votantes a ERC y otras fuerzas independentistas de izquierdas. Que tienen muchos más puntos en común con la mayoría progresista que existe en toda España que con las direcciones de sus partidos.
De conjunto, aparece un enorme ámbito de masas, que nada tiene que ver con una “izquierda marginal”, sino que abarca entre cinco y seis millones de personas.
No es una “elucubración”, una “hipótesis” lanzada al aire. Es una realidad que podemos constatar empíricamente, y contar a través de los votos depositados en las urnas.
Supone entre el 17% y el 25% de los votos totales. Y en las últimas generales se hubiera convertido, visto de conjunto, en la segunda fuerza del país, por encima del PP y muy cerca del PSOE.
¿Qué representan estos, como mínimo, cinco millones de votos “a la izquierda del PSOE”?
Conforman una izquierda con otros valores, que no puede ser encuadrada en los estrechos límites de un paquete de reformas de corte socialdemócrata, sino que aspira a cambios profundos. Es una izquierda realmente transformadora, y en muchos casos revolucionaria. Lo que se quiere reducir al ámbito de la “extrema izquierda”, pero que en España abarca cinco millones de votantes.
Durante mucho tiempo su expresión política permanecía “silenciada” o limitada por la hegemonía bipartidista, pero ese dique se quebró en 2015.
Está también presente en la vida social con un peso e influencia creciente. Desde el 15-M, que lanzó una enmienda a la totalidad al régimen político y las élites -”no nos representan”, “su Botín, mi crisis”-, a la extensión de la lucha contra los recortes, desde los sindicatos a las mareas en defensa de la sanidad o la educación públicas, desde las movilizaciones feministas a la lucha en defensa de las pensiones públicas.
¿Quién integra esta “otra izquierda”?
Aglutina a un abanico diverso y plural de fuerzas políticas y movimientos sociales. Desde Podemos e IU a fuerzas de ámbito autonómico como Compromís, otras sectoriales como PACMA, o una “izquierda extraparlamentaria”, en la que Recortes Cero es una referencia, habitualmente silenciada pero que consiguió en las últimas elecciones casi 600.000 votos, más que el PNV.
Hablamos, por tanto, de forma material y concreta, de uno de los sectores políticos y sociales más importantes en la sociedad española. Que ya es una realidad que se debe tener en cuenta, y que tiene capacidad para influir en el desarrollo de los acontecimientos.
Diferentes líneas, distintas alternativas
El espacio de esta “otra izquierda” está en movimiento y expansión. Su explosión apenas se produjo hace cinco años, en 2014, y han surgido nuevas fuerzas, no solo políticas, también sociales.
Lejos de la unanimidad, en su seno han surgido diferentes propuestas en el terreno del pensamiento, de las alternativas políticas y las propuestas prácticas. Seguir una u otra tiene enormes consecuencias.
Podemos irrumpió en las europeas del 2014, y alcanzó en las generales del 2015 un techo de 5 millones de votos. Sumados al millón de IU agrupaba a seis millones de votos.
Pero en las últimas generales perdió un 60% de este apoyo, quedando reducido a 3,7 millones de votos. Este descenso no es una buena noticia. Ha debilitado a la mayoría progresista, permitiendo que “ayuntamientos del cambio” como Zaragoza caigan en manos del PP. Y ha sembrado en algunos casos desmoralización. Pero es también expresión del rechazo de sectores dentro de la izquierda.
Podemos fue la primera fuerza en las generales de 2015 en Cataluña y Euskadi. Pero la cercanía con las élites del procés, asumiendo en algunos casos los planteamientos de los Puigdemont y Junqueras ha provocado que muchos votantes de izquierdas les den la espalda.
La oposición de la dirección de Podemos tras las generales de 2015 a participar en un gobierno basado en un acuerdo con PSOE y Ciudadanos, que reflejara la mayoría expresada en las urnas, le costó perder un millón de votos en la repetición de las generales en 2016, a pesar de haberse unido con IU.
La constante “jibarización” del programa, eliminando referencias a la auditoría de la deuda o el cuestionamiento de las bases norteamericanas y la pertenencia a la OTAN, también ha provocado que algunos sectores de la izquierda les dieran la espalda.
Y, en la relación con otras fuerzas, la dirección de Podemos ha aplicado la política de intentar “fagocitar” a los movimientos a la izquierda del PSOE, generando con ello rechazo. Un tratamiento de las diferencias que en el seno de Podemos ha terminado en rupturas y salidas de cuadros dirigentes.
Pero esta, la representada por la dirección de Podemos, no es la única propuesta que aspira a dirigir el enorme e influyente campo “a la izquierda” del PSOE.
Recortes Cero, una alternativa en expansión
Desde su mismo nacimiento, en 2014, Recortes Cero quiere representar una política de frente, dirigida al conjunto de la izquierda transformadora y revolucionaria, y al 90% de la población que sufrimos los recortes. Y es una alternativa que, desde la modestia y enfrentando dificultades, ha crecido y ganado apoyos.
En primer lugar, Recortes Cero plantea un proyecto general para toda España que gira en torno a dos ejes fundamentales: la redistribución de la riqueza y que defender la libre unidad de las nacionalidades y regiones de España es progresista.
En segundo lugar, Recortes Cero ha impulsado una política de unidad, basada en el respeto a la autonomía de cada formación y en el beneficio mutuo. Expresado en las 21 organizaciones políticas, sindicales, sociales y culturales que lo forman, un abanico plural, desde Unificación Comunista de España a Los Verdes-Grupo Verde.
Un trabajo que ha permitido la confluencia, en convocatorias electorales, con organizaciones representativas de diferentes ámbitos progresistas, desde el castellanismo de izquierdas del Partido Castellano-Tierra Comunera (PCAS) a Izquierda en Positivo, representando a sectores de izquierdas movilizados contra el procés, o Por un Mundo más Justo (PUM+J).
En tercer lugar, Recortes Cero ha sabido aglutinar en las tres grandes campañas que ha impulsado o en las que participa, a un espectro todavía más amplio de la mayoría de progreso.
A través de los diferentes manifiestos que, en las generales de 2016 o los últimos comicios de 2019, han puesto en primer plano la alternativa de un gobierno de progreso, basado en un acuerdo entre PSOE, Ciudadanos y Podemos. Una línea a la que se han sumado diferentes sectores de izquierdas y progresistas.
Recortes Cero es una de las organizaciones fundadoras de la Mesa Estatal por el Blindaje de las Pensiones (MERP) y participa activamente en todas sus campañas, como la recogida de 2 millones de firmas para que las pensiones se blinden en la Constitución o la presentación de mociones de apoyo en los ayuntamientos.
Y, ante la ofensiva de las élites del procés, Recortes Cero ha impulsado, en Cataluña y en el conjunto de España una campaña abierta con el manifiesto “1-O: Estafa antidemocrática”, suscrito por más de 5 mil firmantes, profesionales, activistas, sindicalistas y ciudadanos, desde Alfredo Clemente, ex secretario general de CCOO de Barcelona y del PSUCviu, a la exdiputada de En Comú Podem, Dolors Terradas, el nuevo presidente del Senado, Manuel Cruz, o el ex secretario general del PCE, Paco Frutos…
Estos tres ejes expresan la alternativa que representa Recortes Cero. Que ha crecido en las urnas, modestamente y enfrentándose a las dificultades de una ley electoral que penaliza a los nuevos partidos. Siendo una de las siete candidaturas que han presentado, en 2015 y 2019, listas en todas las circunscripciones electorales. Y alcanzando los 114.482 votos al Senado, expresión de una corriente de apoyo.
Existe “confluencia”, puesto que Unidas Podemos o Recortes Cero, como muchas otras organizaciones, han coincidido y seguirán haciéndolo en luchas y alternativas de progreso. Pero existen también diferencias, dos líneas enfrentadas en puntos nodulares.
La “otra izquierda” es ya una realidad. Existe una amplia base de masas para una izquierda transformadora y revolucionaria. Y su importancia e influencia, con lógicos avances y retrocesos, ha crecido. Pero la línea que dirija su pensamiento y su práctica va a ser clave para decidir su futuro.
Mucho cuidado con los votos
Con el voto los ciudadanos pueden expresar directamente y sin intermediarios su opinión. Pero hay que tener cuidado a la hora de contarlos.
Los límites del modelo político, y las circunstancias del momento, pueden conducirnos a distorsionar la realidad si pensamos que los resultados electorales son una traslación mecánica de la opinión de los votantes.
¿Quién ha dicho que todos los votos del PSOE deben ser contados dentro del espectro socialdemócrata?
En los 7,5 millones de votos del PSOE en las pasadas generales, podemos encontrar a mucha gente de izquierdas cuyas demandas no se limitan a pequeñas reformas sino que aspira a cambios profundos. Pero que, para evitar la formación de un “gobierno de los recortes” con Casado y Abascal, ha decidido “concentrar” su voto en el PSOE.
Esto no solo ocurre en el ámbito estrictamente “de izquierdas”. ¿Seguro que todos los votantes de Ciudadanos son “liberales”, “de derechas” o “de centro-derecha”? ¿No hay votantes de izquierdas que han apostado por Ciudadanos como dique de contención contra la amenaza de disgregación?
Esto es constatable cruzando los resultados de las últimas elecciones en barrios populares y ciudades catalanas, donde se suceden mayorías de Podemos en las generales de 2015, de Ciudadanos en las autonómicas de 2018 o del PSOE en los recientes comicios.