El trabajo del doctor Carlos Piñeiro es un referente internacional que se estudia ya en varios países y que está recuperando el espíritu preventivo de la atención primaria Al tiempo que los médicos de Catalunya y Andalucía se movilizan contra los recortes, en el otro extremo del país, un médico de familia gallego, Carlos Piñeiro, está encabezando un revolucionario proyecto para que la población de Narón (A Coruña) reduzca en 100 mil kilos el sobrepeso y la obesidad. Pueden parecer dos mundos inconexos a simple vista, pero la realidad dice lo contrario. La lucha contra los recortes necesita dotarse de un programa de sanidad al servicio del pueblo, y ahí es donde tenemos que aprender de Carlos Piñeiro, aprender de Narón.
El proyecto de Narón
Narón tiene unos 40.000 habitantes. A raíz de un estudio epidemiológico en 2009 que evidenciaba que el 30% de la población sufría obesidad o sobrepeso y las enfermedades asociadas, como hipertensión o diabetes, el Dr Piñeiro inició una cruzada contra el sedentarismo y los malos hábitos alimentarios con un reto colectivo, perder 100 mil kilos en dos años: “100.000 Motivos de Peso”.
La movilización de instituciones, empresas, asociaciones le ha hecho valedor recientemente del Premio Europeo de la Obesidad 2018, en la categoría de Mejor Programa de Participación Pública de entre propuestas de 42 países.
El Dr Piñeiro es un auténtico activista social por la salud. Sale a caminar con sus pacientes y promueve la “dieta ártabra”, la dieta atlántica propia de la Costa Ártabra donde está Narón, en las escuelas. Los resultados, desarrollados en la entrevista que sigue, apuntan a que las personas mayores del proyecto han reducido su medicacicón, las complicaciones y los ingresos hospitalarios.
Otra línea
¿Cómo puede ser que en un país como el nuestro, que ha sido puesto de ejemplo ante el mundo por la dieta mediterránea, avance la obesidad y las enfermedades cardiovasculares a un ritmo galopante? La experiencia de Narón pone de manifiesto dos cosas.
Primero, que se puede prevenir, curar, mejorar la vida y ahorrar al servicio de la gente. Segundo, que si esto no se puso en marcha en los años 80 con la Atención Primaria es porque los intereses de grandes monopolios financieros, farmacéuticos, tecnológicos y agroalimentarios tomaron las riendas de la sanidad pública. Un modelo que culpabiliza al individuo, sus hábitos, por caer enfermo, que impone la medicalización social, la cronificación de las enfermedades y el “tanto tienes, tanto vives”.
Prevenir, curar, mejorar las condiciones de vida y ahorrar al servicio de la gente. Esta es la línea que dirigió la experiencia de los médicos descalzos (República Popular de China, años 70) que dio pie a la conferencia de Alma-Ata de la OMS (1978) que a su vez permitió la puesta en marcha de los sitemas de atención primaria en países como el nuestro.
Hoy, la lucha contra la privatización y los recortes de la sanidad pública necesita dotarse de un norte. Y podemos ver ese norte en Narón. La sanidad tiene la posbilidad, una vez más, de ser referente a nivel mundial. Hagamos todo lo posible por difundir y extender la experiencia de Narón.
¿Cómo se crea el programa “cien mil motivos de peso”?
Hay que distinguir dos aspectos, los propios de la campaña que llevó al programa “100 mil motivos de peso”, después de conocer que teníamos 3000 personas con obesidad y 9000 con sobrepeso hicimos un cálculo en base al excesivo sedentarismo, problemas de sobrepeso y obesidad, y luego nos llamó la atención que de diez en diez años y por sectores etarios, aumentaba una media de dos puntos porcentuales tanto la hipertensión arterial, la dislipemia como el sedentarismo. Esto significa que tenemos una población mayor muy discapacitada. Nuestro planteamiento fue que si estos factores (sedentarismo, obesidad, sobrepeso) aumentan es porque lo estamos haciendo mal, hay que hacer un planteamiento absolutamente diferente. Para poder hacer un seguimiento de esas doce mil personas calculamos que era necesario una pérdida de peso de un 5% por año, 10% en dos años y redondeando cifras nos salía más de 100 mil kilos en dos años.
Hacemos una campaña estilo americano, como hicieron en Oklahoma City para hacer perder 1 millón de libras de sobrepeso a sus habitantes. Aquí la alcaldesa y la corporación se pesaron públicamente e hicieron una llamada general a la población para que se inscribieran en el programa. Se abrió un período de seis meses. A cada uno se le explicaba el proyecto y firmaba un consentimiento, con objeto de poder utilizar sus datos, de acuerdo a la ley de protección de datos, para desarrollar dos tesis doctorales por año tanto por parte de médicos como de enfermeras. Esto implica a todo el centro de salud y supone objetivos docentes muy importantes. Tenemos un centro docente en el que se forman médicos de familia y enfermeros comunitarios. Estilo americano, pero a nuestro estilo, en cuanto a que partimos, de los problemas de malnutrición y deficiencia en el acceso a una alimentación equilibrada, que afectaban a 1300 personas. Nos llevó a hacer un proyecto solidario, a parte de salud pública, de la problemática de toda la población y colaborando con el centro de recursos de alimentación local. Cada persona que pierde un kilo de peso, voluntariamente dona un litro de leche o un kilo de alimento no perecero. Nos pareció más igualitario que el estilo americano.
¿Podéis dar resultados?
Lo que podemos decir es que tenemos incorporadas a 4380 personas. Nuestra prioridad ha sido alcanzar a los 3000 obesos de la zona y se han sumado otras 1380 personas. A esto hay que añadir 1200 niños.
Hemos diferenciado tres sectores. El infantil hasta 15 años. Este año es el cuarto año de los cursos de formación de profesorado y de padres y madres de las AMPAS. Vienen de todas las partes del país. Es una maravilla, hay una implicación muy importante del profesorado y los niños son los investigadores sobre su entorno, su estilo de vida, centrado en tres factores que son los mismos que en los adultos: azúcar, grasas y sal, relacionados con problemas de hipertensión, de sobrepeso y de sedentarismo. Hemos creado un congreso a nivel comarcal donde los niños exponen sus trabajos. Y planteamos la actividad física como término.
El segundo sector va de 15 a 70 años. Y luego tenemos un grupo de 276 mayores de 70 años, con el que estamos haciendo un estudio de la fragilidad de los mayores. Después de tres años y medio de seguimiento, comparándolo con un grupo control de 250, de momento hemos observado un 48% menos de ingresos hospitalarios. ¿Qué hace nuestro grupo activo? Baile terapéutico, gimnasia terapéutica, natación cada dos días y caminan de 6 a 8 km cada día. Es impresionante, disminuye el consumo de ansiolíticos. Estamos tabulando datos pero la media en nuestra zona es de 10-12 medicamentos por persona, y en el grupo activo es de 2. Hemos hecho un cálculo de que desarrollar este proyecto cada año implica una horquilla de ahorro sanitario entre 1,8 y 2,4 millones de euros. Esta es nuestra apuesta definitiva, es la única manera de que los políticos se den cuenta de que el sistema sanitario público es viable.
Tenemos un grado de demanda importantísima. Hay gerencias enteras de toda España que quieren desarrollar el mismo proyecto. Si conseguimos que en todos los centros de salud se desarrolle un proyecto similar, podríamos ahorrar, mínimo, de 6 mil a 8 mil millones de euros por año.
El equivalente al recorte en sanidad y educación…
Sí. El trabajo conjunto de médicos y profesorado puede tener un impacto en la sociedad y hacer viable aquello en lo que creemos todos, una sanidad y una educación pública óptima. Desde nuestro formación hemos conseguido que se pusiera en marcha una asignatura de promoción de la salud en Galicia. A día de hoy hay matriculados más de doscientos mil niños. Es importantísimo para el futuro. Vamos incorporando cada año más colegios. En nuestra área trabajamos con 100 colegios, 1200 niños. Formar al profesorado es esencial. Es algo que los salubristas y los sanitarios siempre hemos dejado un poco de lado y hemos cometido un error. No se trata de ir nosotros a dar nuestra opinión. Todo lo contrario. Es el profesorado quien tiene que implementar un programa en el que el niño investiga sus estilos de vida, interacciona con sus padres que también se están formando. Nos está llamando la mejor gente en el campo educativo del país.
Los medios están obsesionados con el número de kilos. Lo objetivo es que están bajando 2,2 kilos por mes. Pero cuando alcanzan la meta del 5% por año se le propone a la persona que se mantenga con una dieta equilibrada y seguir caminando. Lo que queremos es modificar el estilo de vida, los 100 mil kilos lo utilizamos para hacer la campaña de inscripción en seis meses. Este es un gran proyecto comunitario que busca el cambio en el estilo de vida. En Galicia la gastronomía es esencial, mal planteada, y hay una forma de vida muy sedentaria. No es casualidad que tengamos de las mayores tasas de obesidad infantil y en adultos.
¿Qué papel juega la dieta Ártabra en todo esto?
La primera tesis doctoral que se está desarrollando tiene que ver con la adherencia a la dieta atlántica. Hubo problemas para conseguir la autorización de la Fundación de la dieta Atlántica para usar el formulario de adherencia a la dieta atlántica y tuvimos que conseguirlo en Portugal. Entonces me salió espontáneamente que se iba a hablar de la dieta Ártabra, que es la dieta Atlántica de la costa Ártabra. El nombre viene de antiguo, de los romanos. El equipo decidimos que era mejor, desde el punto de vista pedagógico, usar el término dieta Ártabra porque los niños y niñas van a hablar de los concheiros, de los castros marítimos, de cómo se alimentaban. Es una forma de implementar la historia de la alimentación en nuestra zona.
A partir de ahí hablamos con los grandes chefs de la zona, el grupo Nove. Son 24 chefs de los mejor de la cocina gallega. Les pedimos formar a los restaurantes de nuestro municipio. Han venido 4 de los grandes cocineros para que esté presente la dieta Ártabra en los menús, y nos hemos puesto el objetivo de que Narón sea capital europea de la dieta Atlántica. De esta manera implicamos a sectores hosteleros, sectores agrícolas, industriales, mariscadores, productores de frutas o vegetales… todas las industrias locales participan. Formamos grupos de trabajo que se marcan objetivos cada seis meses. La escuela de hostelería comarcal asigna un monitor, de los chicos de último curso, a cada colegio. A su vez, los niños van a acudir a la escuela de hostelería a aprender a cocinar. No un masterchef en plan competitivo ni nada parecido. También el profesorado se va a formar, y los médicos y enfermeras del proyecto vamos a tener un curso de Medicina Culinaria porque si prescribimos dieta tenemos que saber cocinar. Hemos observado que hay una mayor adherencia terapéutica a la dieta. Los niños van a aprender el impacto de cada nutriente, especialmente en relación a azúcar, sal y grasas y esto va a marcar el problema epidemiológico que tenemos. Si hay un problema de dislipemias que va a más, si hay un problema de hipertensión cada vez mayor que no conseguimos controlar, tendremos que tomar medidas de estilo de vida.
¿Estáis recuperando el espíritu preventivo y social con el que se puso en marcha la Atención Primaria en España en los años 80, en el que el médico deja de ser alguien sentado en una consulta recetando y pasa a ser un activista social?
Me considero un médico social. Al terminar la carrera me fui a París a hacer medicina social en la cátedra de Hernand San Martin. Luego conecté con la gente de Liverpool, era mi obsesión. Como médicos de familia y sobre todo comunitarios tenemos que pensar en la comunidad. Se han cumplido los 40 años de Alma-Ata, yo creo que es el momento de reivindicarnos y empezar, ya que la atención primaria fue la puerta fundamental para la salud pública y para la sanidad en este país, a replantearse qué es lo que podemos hacer. Hoy se habla mucho de empoderamiento de la población, pero si no se hace en la realidad de qué sirve hablar. ¿Cómo va a participar la población? Aparte de los talleres tenemos nueve cocineros voluntarios, el grupo Nove es la gran supraestructura ideológica de la cocina que están ahí formándoles. Tenemos a la escuela de hostelería detrás, y también van a participar los padres de las AMPAs y las asociaciones de vecinos. A nivel de vecinos, aparte de como personas que participan en el proyecto, desarrollamos una liga, una especie de Champions, relacionada con diez retos. Empezamos en enero y ya estamos configurando los grupos.
Los diez retos tienen que ver con actividad física y con azúcar, sal y grasas. Si incorporan aceite vegetal en lugar de grasa animal, un punto. Si incorporan 5 piezas de fruta, otro. Y así hasta diez. Son equipos de diez personas, cada persona puede participar con diez puntos. Cada asociación puede participar con 8 o 10 equipos. Estamos trabajando con el ayuntamiento y tenemos una pequeña ayuda europea. No es una mera competición, vamos a premiar aquellas personas, a aquel equipo que tenga el mayor número de personas que consuman frutas y vegetales, que abandonen grasas saturadas de origen animal y consuman aceite de oliva virgen extra. Cada año premiaremos aspectos conductuales relacionados con estilos de vida. El aspecto comunitario le está dando un alcance importante a este proyecto. Vamos a implicar a empresas en la lucha contra el sobrepeso. Todo está hecho. Sólo hay que organizarse de forma adecuada para que sea eficaz y que no genere un coste importante. Teniendo como tenemos el sector público sanitario y educativo es una garantía de éxito si lo hacemos bien.
Sobre la repercusión internacional, ¿esto puede ser un hito por el que se conzca la sanidad española en el mundo?
Hay que ser humildes. Pero hay un dato, nuestro programa ha tenido, según un seguimiento de comunicación, un impacto de cien millones de personas. No hay campaña de ninguna empresa que tenga esta difusión. Se nos conoce en China, en Japón, están contactando un montón de países. Nos vamos a ir a Francia en enero, vamos a ir a Alemania. Se está generalizando. No quiere decir que nos vayan a imitar. Yo me conformo, hablando de Alma-Ata, con ser el aldabonazo y el recuerdo de lo que tendríamos que haber hecho hace muchos años. Si hay gerencias enteras en España que nos están invitando para que expliquemos qué es lo que estamos haciendo para ponerlo en marcha en muchos centros de salud, nos parece interesantísimo porque eso es que se ha recogido el mensaje. Hemos conseguido que en Galicia los programas comunitarios se hayan puesto de moda y se considere incorporarlos a los centros de salud. Esto estaba olvidado hasta hace poco. Podemos sentirnos orgullosos de que esto se vaya expandiendo. Queremos hacer un mapa epidemiológico de la obesidad por edades y sectores, como están haciendo los Centros para el Control de las Enfermedades (CDC) en EEUU. Somos un equipo multidisciplinar en el que participamos desde geografos, químicos, expertos en veterinaria, en salud pública, nutricionistas… coordinar todo esto está generando mucha expectativa y un cierto temor. Esto es lo que quieren hacer en otras comunidades y estamos dispuestos a colaborar encantados.
¿Prevéis que hayan resistestencias por parte de la industria alimentaria o farmacéutica?
La industria alimentaria, sobre todo multinacionales, tienen miedo por el proceso de transición alimentaria que la UE pone en marcha en 2020. Según las nuevas leyes, si las grandes superficies no cambian sus conceptos, el 70% quedará fuera. La esencia del problema de la discapacidad crónica tiene su origen en la alimentación. Se están preparando y han contactado con nosotros, interesados en ver si pueden financiar. Pero no, esto es el sector público. Tenemos medios para desarrollar nuestro programa y no necesitamos ningún tipo de publicidad ajena. Por desgracia, en los congresos de médicos de familia, están empezando a participar industrias alimentarias financiado cosas. No es causal.
El tema de la actividad física es esencial. Hacemos prescripción médica de la actividad física. Yo voy a caminar con mis pacientes a las ocho de la mañana. Lo queremos implementar dentro del programa de asistencia. Hace 20 años que se hace en Suecia. Tenemos que cooperar todos y recuperar cosas que se han ido perdiendo. Tenemos un grave problema con la estructura demográfica actual a nivel europeo. Hay una gran cantidad de personas mayores con una gran discapacidad.