¿Quién ha ganado y quién ha perdido el debate? Cientos de páginas de periódicos y horas de radio o televisión valoran si el PP ha sabido sortear la ausencia de Rajoy o el fantasma de la corrupción, si el PSOE logra sostenerse como «pata izquierda» del bipartidismo, o si los emergentes, Ciudadanos y Podemos, avanzan y consolidan su espacio frente a los dos partidos hegemónicos. Pero esta es solo la «fachada» del debate, que precisamente oculta lo que de verdad nos jugamos en estas elecciones. No es en las diferencias o enfrentamientos, sino en las coincidencias donde se revela la naturaleza de cada una de las cuatro fuerzas que participaron en el debate. No es lo que se dijo, profusamente comentado, sino precisamente en lo que no se dijo, lo que se hizo desaparecer del debate, convenientemente oculto, lo que marca los límites y el carácter del «cambio» que todos anuncian tras el 20-D.
Desde Soraya Sáenz de Santamaria a Pablo Iglesias, todos aceptaron que, de una u otra manera, España permanecerá en la OTAN y “seguirá cumpliendo sus obligaciones como aliado”.
Desde Pedro Sánchez a Albert Rivera, todos aceptaron que el euro y nuestra subordinación a la Europa alemana es “ineludible”, y que como mucho pueden renegociarse las condiciones más onerosas.
Los cuatro coincidieron también en “respetar” el grueso fundamental de la intensificación del saqueo sobre el 90% de la población o de la apropiación creciente del capital extranjero de las principales fuentes de riqueza del país, más allá de que algunos propongan suavizar “los recortes ejecutados por la derecha”.
Lo sustancial del debate a cuatro, presentado como expresión “del nuevo tiempo”, es que fijo los límites y raíles sobre los que debe discurrir “el cambio” que algunos anuncian tras el 20-D. Marcando a fuego las “reglas del juego” fundamentales -es decir los pilares del dominio hegemonista y oligárquico- que más allá de las diferencias todos deben respetar. Y escenificando que tanto las viejas fuerzas del bipartidismo como las nuevas fuerzas presentadas como renovadoras aceptan esos limites y esas reglas del juego.
La primera pregunta dirigida a Pablo Iglesias es quizá el mejor ejemplo. Ana Pastor le “recordó” el drástico giro en el programa de Podemos desde las europeas a las generales, eliminando cualquier referencia a la salida de la OTAN o al impago de la deuda. «Lo sustancial del debate a cuatro, presentado como expresión del nuevo tiempo, es que fijo los límites y raíles sobre los que debe discurrir el cambio tras el 20-D, marcando a fuego las reglas del juego fundamentales.»
Pablo Iglesias reiteró en el debate que impediría cualquier participación de España en la guerra en Siria. Pero Podemos propone como ministro de Defensa a Julio González, ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, avalado por el Pentágono como desvelan los cables de Wikileaks, y que ha reiterado en campaña que “España cumplirá todas sus obligaciones como miembro de la OTAN”.
El mismo día del debate, la Comisión Europea publicó su “Informe de Vigilancia” sobre España. En el que advertían que el gobierno que saliera del 20-D debería “ampliar la reforma laboral” y “realizar nuevos ajustes”.
Pero ninguno de los candidatos presentes en el debate arremetió contra esa flagrante intromisión exterior. Las únicas voces que se escucharon fueron las que pedían “negociar con Bruselas otros plazos y otras condiciones”.
Pagamos cada año 40.000 millones solo en intereses de la deuda, el doble que la suma de todos los recortes en sanidad o educación. Una deuda que según estudios de economistas tan prestigiosos como Juan Torres, en un 85% es ilegitima.
Pero en el “debate a cuatro”, el atraco de la deuda, una de las principales palancas de saqueo del capital extranjero y la gran banca, no ocupó ni un segundo.
Hemos entregado a la gran banca 200.000 millones de dinero público bajo la forma de un desvergonzado “rescate”. Pero también eso desapareció del debate. Así como la posibilidad de crear una gran banca pública con Bankia o Banco Mare Nostrum.
Los dueños del nuevo modelo político
Ninguno de estos “olvidos” es casual. Es la expresión de un nuevo modelo político donde el viejo bipartidismo es sustituido por un “juego a cuatro” donde todos han aceptado previamente las “reglas del juego”.
La ejecución del proyecto hegemonista de saqueo sobre el 90% ha hecho retroceder al viejo bipartidismo, hasta el punto de que el modelo vigente desde el 78 ya no sirve para gestionar los intereses de la oligarquía y el hegemonismo.
Obligando a la necesidad de un “cambio político” para garantizar y fortalecer el dominio hegemonista y oligárquico. Asi lo anunciaba a principios de 2013 el “Informe confidencial al embajador [norteamericano en Madrid] Salomon”, donde se advertía de que EEUU “no puede permitir que una pieza militar clave para el Norte de África como España entre en un período de desestabilización política, social y económica descontrolado”. En él se proponía que “como ocurrió en los años 70 con la transición”, las grandes potencias imperialistas con intereses en España se coaliguen para “ayudar y controlar” la situación española. O, en su caso, pilotar una “segunda transición”, una reforma constitucional que sustituya el viejo modelo bipartidista por otro. Y concluía advirtiendo sobre la inexistencia de nuevos dirigentes “no contaminados con el régimen que hoy se tambalea”, aunque aseguraba sin ningún genero de dudas que, “llegado el momento, los nuevos protagonistas de la reforma aparecerán”.
Podemos o Ciudadanos pueden acorralar al PP con los casos de corrupción, pueden proponer una regeneración democrática, o una mayor racionalización y eficiencia en el modelo económico, e incluso conseguir algunas concesiones a determinadas demandas de las clases populares en orden a una mayor transparencia y democratización de la vida política. «Ninguno de estos olvidos es casual. Es la expresión de un nuevo modelo político donde el viejo bipartidismo es sustituido por un juego a cuatro donde todos han aceptado previamente las reglas del juego.»
Pero para participar en el nuevo juego político, para estar presentes en los “debates a cuatro”, deben aceptar junto a PP y PSOE, las dos “líneas rojas” marcadas por Washington y Berlín: la ineludible aceptación del euro, y por tanto el acatamiento en lo sustancial de la Europa alemana. Y la permanencia de la OTAN y las bases, y con ello la aceptación del estatus quo de España como peón militar de la maquinaria bélica yanqui y plataforma para sus necesidades en Europa, el Norte de África y Oriente Medio.
Las nuevas fuerzas emergentes llamadas a participar en este proceso de cambio político y regeneración democrática, Podemos y Ciudadanos, presentan un doble carácter.
Su irrupción forma parte del avance del viento popular y patriótico, dada la posición de sus bases y votantes, altamente movilizados en contra del bipartidismo y en el rechazo a las consecuencias del saqueo, especialmente en el caso de Podemos. Por eso los grandes medios de comunicación monopolistas están teniendo que maniobrar para limitar su emergencia a una horquilla que en ningún caso debe rebasar el 15-20% de los votos.
Pero al mismo tiempo, la línea impulsada por sus direcciones representa en cierto modo la “domesticación” de ese viento popular y patriótico, castrando su parte más rupturista y conduciéndolo a “integrarse” en el nuevo modelo sin desbordar los límites impuestos por los intereses fundamentales de la clase dominante.
No habrá cambio sin redistribución
No puede haber ningún cambio de verdad en España mientras no haya redistribución de la riqueza, es decir, sin enfrentar y golpear el centro del proyecto principal de nuestros enemigos. Este es el eje central de la campaña y de la propaganda de Recortes Cero ante el 20-D.
La lucha contra el proyecto de intervención y saqueo, impuesto desde Washington y Berlín, y la alternativa de redistribución de la riqueza son el eje de nuestra campaña porque, por un lado, representa la única alternativa que se corresponde con las necesidades e intereses del 90% de la población. Por otro, porque es el elemento clave para cualquier cambio de verdad que no está recogida por ningún otro programa o candidatura.
Conquistar el cambio político que la inmensa mayoría necesitamos y redistribuir la riqueza exige defender la soberanía nacional de España frente a imposiciones exteriores. Impulsando una política económica autónoma que se enfrente a los dictados del FMI o la UE que imponen los recortes. Y convirtiendo a España en un referente mundial de Paz y Neutralidad frente al acelerado incremento de nuestra integración en los planes militares norteamericanos.
Por un cambio de verdad
Por la redistribución de la riqueza
El 20-D vota Recortes Cero Grupo-Verde