Lo que pasa y lo que no quieren que veamos

Mientras todas las fuerzas se presentan como las nuevas alternativas al modelo político del bipartidismo, no aparecen los problemas de fondo que están en juego. Ni si un modelo al servicio de los intereses y los dictados de las grandes potencias, o un modelo al servicio del 90% de la población, de redistribución de la riqueza, ampliación de la democracia y defensa de la soberanía nacional.

Está pasando. El Congreso reprueba al ministro de Justicia, Rafael Catalá y a la cúpula fiscal por las interferencias del gobierno en los casos de corrupción del PP. La onda expansiva de la Operación Lezo llega cada vez más lejos, amenaza a la presidenta de Madrid Cristina Cifuentes y cerca al presidente del gobierno, pendiente aún de declarar en el juicio de la Gürtel por la financiación ilegal del PP.

Mientras, casi sin ruido mediático, las grandes líneas de la política del PP siguen su curso. La Reforma Laboral sigue dominando el mercado de trabajo de bajos salarios y precariedad. Las pensiones continúan perdiendo poder adquisitivo porque la inflación ha vuelto a subir en abril hasta el 2,6%; y en el Pacto de Toledo se cuece otra reforma-recorte de las pensiones. Rajoy pacta con PNV y los diputados canarios el apoyo a unos Presupuestos Generales precarios.

Y desde el ministerio de Defensa, Cospedal despliega, por primera vez en la historia de nuestro país, una brigada acorazada en Letonia y el escuadrón de aviones F-18, que participa en la misión Baltic Air Policing de la OTAN en Estonia, intercepta por cuarta vez una avión militar ruso SU-24.

Es lo que no quieren que veamos.

Pasa la división de la izquierda. Agudizada dramáticamente en el seno del PSOE por un proceso de primarias que lleva camino de profundizar aún más la fractura que lo recorre de abajo arriba. Sin que, al menos a corto plazo, parezca que se puedan restañar las heridas.

División amarga entre las fuerzas de izquierdas que han concentrado los votos de cambio. Agravada por una moción de censura al PP unilateral, que debiera haber sido parte de una propuesta consensuada y trabajada con todas las fuerzas que están por la regeneración democrática más allá de solo la izquierda (¡Tan evidente con la que está cayendo!) para dar una alternativa de gobierno a la situación.

Divisiones en la izquierda amplificadas por la lupa de los grandes medios de comunicación que las aumentan y deforman. Y que impiden ver con claridad que más allá de esas divisiones, por encima de las posiciones políticas de los dirigentes hay un inmenso caudal, una amplia mayoría social, principalmente pero no solo de izquierdas, compuesta por millones de votantes, simpatizantes, afiliados, militantes y cuadros de los partidos parlamentarios y extraparlamentarios que reclaman un cambio de progreso, regeneración democrática y redistribución de la riqueza.

Una mayoría social, donde se integran los sectores históricamente luchadores con la sabia revolucionaria del 15-M, plural y diversa que no quiere que la encuadren sino que le den cauces tan plurales como ella pero unitarios para hacer frente a los intereses comunes.

Es lo que no quieren que veamos.

Nos amenazan con la fecha del 1 de octubre con un “choque de trenes”, primera fecha prevista por Mas y Puigdemont para el referéndum independentista. Desde la cabeza de la burguesía burocrática se pone fecha al reto, mientras el gobierno y los nódulos del Estado anuncian nuevas querellas judiciales. Y se mueven todos los hilos por la internacionalización del procés. Es lo que está pasando.

Pero no quieren que veamos la realidad de fondo. Los mismos que pretenden la segregación de Cataluña del resto de España son quienes han impuesto los mayores recortes y penalidades de la última década al conjunto de los catalanes. Y aún hoy. Un ejemplo lo concentra todo: ¡la Generalitat invertirá 2,5 millones en un plan para repartir leche en las escuelas! ¿Es esta la imagen de la Cataluña de Más y Puigfdemont? Es el reconocimiento de a donde están llevando los señores del 3, 4 y 5% a la sociedad catalana. Y especialmente al pueblo trabajador.

Ni que aparezca cómo desciende el apoyo a la independencia y, sobre todo, las campañas como la que promueve Recortes Cero, y apoyan fuerzas como UCE, «Por la unidad del pueblo trabajador, no a la independencia».

Pasa que todas las fuerzas se presentan como las nuevas alternativas al modelo político del bipartidismo, al que el mismo PP trata de sumarse, renovado a golpes de corrupción.

Pero no aparecen los problemas de fondo que están en juego. Si un modelo al servicio de los intereses de los grandes centros de poder que han impuesto recortes, sometimiento a los dictados de las grandes potencias, o un modelo al servicio del 90% de la población, con un programa basado en políticas de redistribución de la riqueza, ampliación de la democracia y defensa de la soberanía nacional, sin OTAN, ni bases ni sometimiento a las imposiciones de Bruselas.

Y en este camino cómo la alternativa de un gobierno de progreso y regeneración democrática, basado en un acuerdo de las fuerzas paarlamentarias que lo pueden hacer posible, PSOE, Unidos-Podemos y Ciudadnos, junto con el apoyo de otras fuerzas como Compromís, es hoy el paso posible y necesario alternativo al gobierno del PP.

Pero esto es lo que no quieren que veamos.