En un tiempo de polarización extrema hemos asistido a una rara unanimidad. Desde sindicatos a patronal, desde Sumar o Podemos al PP… todos han rechazado la propuesta del ministerio de Seguridad Social de subir las cotizaciones a todos los autónomos, también a los que malviven con ingresos ínfimos.
El gobierno se ha visto obligado a dar marcha atrás. Se ha evitado una actuación a todas luces injusta. Pero esto no resuelve los problemas que sufren los millones de autónomos.
Ahora que este episodio ha puesto en primer plano político la situación de los autónomos, es el momento de plantear una alternativa para mejorar las condiciones de un sector social muy relevante.
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Una injusticia
En España existen 3,7 millones de autónomos, una cantidad muy significativa. ¿Cuáles son sus condiciones de vida? Un solo dato lo expresa con rotundidad. Casi 1,4 millones de autónomos, el 41% del total, viven con ingresos que están por debajo del salario mínimo.
Esta realidad debe estar en primer plano al tomar cualquier medida que afecta a los autónomos. Justo lo contrario de lo que ha hecho el ministerio de Seguridad Social.
La subida de las cotizaciones sociales a todos los autónomos se pretendía justiciar con la contrapartida de que eso mejoraría las prestaciones sociales que reciben -pensiones, las ayudas por cese de actividad, el llamado “paro de los autónomos”…-.
Pero la manera en que pretendía aplicarse se cebaba especialmente con los autónomos que registran menos ingresos, con los más pobres.
En la propuesta inicial del ministerio un autónomo con rendimientos netos inferiores a 670 euros mensuales vería aumentada la cotización a pagar… un 8,5% en 2026… y un 26% en 2028.
Este brutal incremento, a detraer de unos ingresos ya muy bajos, suponía una soga que asfixiaría a los autónomos con menos recursos.
La reacción no se ha hecho esperar. Prácticamente todo el especto político y social, en la derecha y también en la izquierda, se ha puesto en contra. Y, para evitar un conflicto político mayor, el ministerio ha debido dar su brazo a torcer.
Los autónomos de los tres primeros tramos de ingresos, los que están por debajo del salario mínimo, verán congeladas sus cuotas en 2026. Y para el resto el incremento será mínimo, alcanzando un máximo del 2,5%.
¿Se ha resuelto el problema? No. Sí se ha impedido la aplicación de una medida que atacaba a los autónomos más pobres. Pero los problemas siguen abiertos, sin una alternativa para solucionarlos.
Las dos asociaciones de autónomos vinculadas a los sindicatos (AUTAE a CCOO y UPTA a UGT) plantean que “se ha perdido una oportunidad” para rebajar la cuota de los autónomos más pobres y aumentar más las que pagan aquellos con mayores ingresos.
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Contradicciones flagrantes
En 2022 se alcanzó un amplio acuerdo, del que participaron sindicatos, patronal y asociaciones de autónomos, para reformar las cotizaciones sociales que pagan los trabajadores por cuenta ajena. Se acordó hacer coincidir las cotizaciones con los ingresos reales de cada autónomo. De esta manera los que disfrutaran de mayores ingresos pagarían más, y los más pobres menos. Al tiempo que el aumento de las cotizaciones permitiría aumentar las prestaciones sociales para todos, desde pensiones a bajas o un subsidio equivalente al paro por cese de actividad.
Aparentemente el contenido de este acuerdo es impecable y positivo. Pero la fotografía se vuelve más turbia cuando bajamos a los hechos.
En la segunda propuesta del ministerio de Seguridad Social, ya rectificada tras el aluvión masivo de críticas recibidas, hay contradicciones flagrantes.
Un autónomo con ingresos de 670 euros o menos debe pagar una cotización de 200 euros, un 30% del total.
Mientras que un autónomo con ingresos superiores a 6.000 euros abona 590 euros, un 9,8% o menos.
Es decir, los autónomos más pobres pagan, proporcionalmente, tres veces más que los más ricos. Esto es un disparate que atenta contra la progresividad, es decir que paguen más los que más tienen.
La solución no es congelar las cuotas de los autónomos con menos ingresos, y no aumentar apenas las de los que más tienen. En la última propuesta del ministerio a quienes disfrutan de ingresos superiores a los 6.000 euros mensuales apenas se les eleva la cotización 14 euros.
Subir más lo que pagan aquellos que sí pueden permitírselo, para rebajar sustancialmente lo que abonan quienes apenas ingresan el salario mínimo o menos.
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Los autónomos necesitan Redistribuir la Riqueza
Las cotizaciones sociales no son un impuesto. Son un pago que da derecho, en función de la cotización que se pague, a prestaciones sociales como las pensiones, el subsidio de paro, bajas por enfermedad…
Los autónomos sufren una cobertura social mucho más baja que el resto de la población. Su pensión es, de media, 630 euros menor que la de un asalariado. Si su negocio quiebra tienen muy difícil cobrar un subsidio equivalente al paro -debe ser ratificado por una mutua, que en el 60% de los casos deniega la prestación-. Y apenas pueden permitirse bajas, incluso en caso de enfermedad.
El ministerio de Seguridad Social plantea un único camino para resolver este problema, que afecta a millones de personas: si los autónomos quieren tener mayor protección social deben pagar más cotizaciones sociales.
¿Pero para poder disfrutar de derechos sociales reconocidos, como una pensión o un subsidio de paro, se le debe exigir a un autónomo que apenas cobra el salario mínimo pagar más del 30% de sus ya ínfimos ingresos?
No parece que este sea un camino justo. Y sí hay otra alternativa: Redistribuir la Riqueza.
Si comparamos lo que pagan los autónomos, y lo que abonan a Hacienda grandes fortunas, bancos, monopolios o multinacionales, la diferencia es escandalosa… a favor de los que más tienen.
Un autónomo debe pagar el 19% de sus ingresos declarados en IRPF si apenas cobra el salario mínimo, y un 24% si solo cobra unos módicos 1.500 euros mensuales. Sin embargo las grandes fortunas disponen de muchos mecanismos, hacia donde desvían parte de sus multimillonarios ingresos, como las sicavs, que les permiten pagar apenas un 1%.
Aproximadamente 1,4 millones de autónomos, que han constituido su negocio como una sociedad, deben pagar el impuesto de sociedades. Abonan por él, como microempresas, el 21% de sus muy modestas ganancias. Pero las sociedades y fondos de inversión, o los fondos de activos bancarios, disfrutan de un tipo del… ¡1%! Y 285 grandes bancos y monopolios, una hiper élite empresarial, que deberían pagar entre un 25% y un 30% de sus ganancias… apenas abonan un 5,8%.
Este es el enorme agujero de evasión fiscal, a beneficio de los que más tienen, que sufrimos trabajadores y también autónomos.
Los problemas de los autónomos solo se pueden resolver redistribuyendo la riqueza. Que bancos, monopolios y multinacionales paguen más, mucho más, para que la inmensa mayoría de autónomos, con ingresos muy limitados, paguen menos, mucho menos.
