El final de la legislatura ha confirmado que hay una virulenta ofensiva lanzada desde los grandes centros de poder internacionales y nacionales bajo la consigna de “todos contra el gobierno de Sánchez”- para poner fin a cualquier precio al “gobierno que no puede ser”, bajo el que, aún de forma limitada y moderada han avanzado las exigencias de la mayoría progresista.
Ahí es donde están las razones de que fuerzas aparentemente contrapuestas coincidieran tumbando los presupuestos y acelerando el final de la legislatura.
Por un lado el PP de Casado, que mantiene un cerrado alineamiento con el EEUU bajo la línea Trump, encabezando la ofensiva contra el gobierno de Pedro Sánchez. Con la últraderecha como “fuerza de choque”. Por otro, Puigdemont y Torra encabezando las élites más irredentas del procés, que ya se opusieron a apoyar la moción de censura y ahora han forzado el voto contra los presupuestos, y que ven en el “avance de la mayoría social progresista, que rechaza los recortes y defiende la unidad” un peligro para sus proyectos. Y en tercer lugar “también los sectores del PSOE, desde Felipe González a destacados barones regionales, que ejecutaron un golpe interno para descabalgar a Sánchez de la secretaría general”.
Esta ofensiva se ha desatado en un clima donde desde el Banco de España a la Comisión Europea o el FMI, han clamado contra la subida del salario mínimo o atacado las pensiones públicas.
Esta es la clave que todos ocultan: los grandes centros de poder necesitan llevar más allá su proyecto de saqueo contra el 90%. Por eso las medidas sociales tomadas por el gobierno de Sánchez, aún cuando representaran un programa socialdemócrata moderado, eran inaceptables. Especialmente porque evidenciaban una influencia de la mayoría de progreso incompatible con el avance de las exigencias del hegemonismo y la oligarquía.
Esta ofensiva va a continuar durante todo el ciclo electoral con un objetivo central: impedir que se forme un gobierno bajo la influencia del la mayoría social progresista y encauzar o cuanto menos limitar el “viento popular y patriótico”. Porque lo que está en juego es una batalla en la que se decide el modelo político, su configuración y la correlación de fuerzas, entre quienes representan las exigencias del proyecto de saqueo y degradación y quienes representan la influencia del viento popular por otro.
La ofensiva del hegemonismo va a seguir siendo virulenta y ya estamos viendo cómo mueve sus fichas. Con una intervención exterior cada vez más directa en el tablero político español.
Con un PP de Pablo Casado cada vez más alineado con la línea Trump y su campaña de “fake news” sobre el gobierno “que ha vendido España a los independentistas”.
A lo que se añade la inoculación de VOX, directamente financiado, asesorado e impulsado desde Washington para encuadrar bajo banderas xenófobas a sectores descontentos de la derecha.
O todas las presiones y maniobras para impedir por todos los medios que Ciudadanos participe bajo la forma que sea en “gobiernos de progreso”, y echarlo en brazos de PP y VOX. Plasmada en la insólita decisión de la ejecutiva de Ciudadanos de anunciar públicamente que no pactarán “ni con con el PSOE ni con Pedro Sánchez” tras las generales.
Pero este es también su punto más débil. La alternativa de un “gobierno de los recortes” presidido por Pablo Casado y respaldado por Vox encuentra serias dificultades. Su carácter extremadamente reaccionario le hace cosechar un rechazo cada vez mayor. Incluso entre sectores “conservadores”.
Frente a ellos también se abre una oportunidad para que avancen las resistencias y la influencia del “viento popular” a los proyectos del hegemonismo y sus intentos por reducirlo, minimizarlo o encuadrarlo.
En la izquierda, las resistencias se manifiestan de diferentes formas incluso contradictorias.
Así, el PSOE está dispuesto a mantener una “agenda social de progreso” con los elementos esenciales que han marcado estos 9 meses de gobierno. Lo que le está haciendo ganar apoyo social y recuperar parte de sus votantes como se refleja en las encuestas.
Por otro lado en Podemos ocurre todo lo contrario. La dirección de Pablo Iglesias no es capaz de encuadrar a toda la izquierda política y social más allá del PSOE. Hay una resistencia a la línea de Iglesias reflejada en las divisiones internas del Partido y en la pérdida de apoyos electorales, dejando un amplio sector “huérfano”, desengañado, en la izquierda.
Un Juicio para degradar
Con la apertura del juicio a parte de los dirigentes del procés, las élites independentistas vuelven a jugar un papel clave como arietes para imponer la degradación política del país que necesita el proyecto hegemonista de saqueo para avanzar.
El juicio abierto en el Tribunal Supremo ha dado paso a una campaña para presentar a España como un país donde “se violan todos los derechos fundamentales”, con un sistema judicial y un régimen democrático “no homologable con los estándares europeos” y “trufado de franquismo”.
Los sectores más agresivos del independentismo, dirigidos por Puigdemont desde Waterloo, han atacado cualquier gobierno progresista en España, primero intentando que no se apoyara a Pedro Sánchez en la moción de censura, y luego imponiendo el boicot a los presupuestos.
Intentando propiciar una intervención exterior europea para hacer avanzar sus proyectos de ruptura en una España todavía más intervenida.
La defensa de la unidad desde la izquierda va a ser una cuestión clave en estas elecciones. Ante una dirección de Podemos que apoya activamente la ofensiva de las élites independentistas para degradar España.
Otra vez Gobierno de Progreso
A pesar de que se intenta silenciar, la posibilidad de un gobierno de progreso vuelve a ponerse en primer plano, demostrando que toda la política española gira en torno a esta alternativa, posicionándose a a favor o en contra.
Casi todos los medios están presentando las encuestas como si lo único que hubiera en juego son dos opciones de gobierno, el bloque de la derecha (PP, Cs y VOX) y el de la izquierda (PSOE, Unidos Podemos y otros). Así El País hace un balance tomando como base el promedio de los sondeos para concluir que son “unas generales más inciertas de los que parece”, porque “el bloque de la derecha” –PP.Cs,Vox- tiene poco segura la mayoría para formar gobierno, y “el bloque de la izquierda” (PSOE, UP y otros, incluyendo a los independentistas), que dependería de una movilización general del voto de la izquierda.
Sin embargo, un análisis más concreto a la encuesta de La Vanguardia de este domingo permite sacar otras conclusiones y tendencias más probables.
La primera, que el gobierno con más apoyos -211 diputados- seria el “gobierno de progreso” (acuerdo PSOE, Ciudadanos y Podemos por la fuerte subida del PSOE y de Ciudadanos y la fuerte caída también del PP (-40 diputados), incluso que PSOE y Ciudadanos podrían alcanzar la mayoría (179 diputados).
La segunda, el hundimiento de Unidos Podemos, que perdería la mitad de escaños y casi la mitad de su electorado, 39 diputados y unos 2,1 millones de votos. De los cuales el PSOE recogería apróximadamente 1,3 milones, por lo que unos 800.000 votantes de Podemos irían a sumarse al millón de votos que ya perdíó Podemos en 2016.
Un tercer dato a tener en cuenta de esta encuesta es el aumento de la participación, del 69,8% en 2016 al 71%, lo que podría estar apuntando a una posible movilización del voto abstencionista en la izquierda.
Cada vez más sectores apuestan por un gobierno de progreso, ante la amenaza que supondría un gobierno presidido por Casado y respaldado por Vox. Incluso entre los votantes de Ciudadanos, según la encuesta de Metroscopia, la coalición preferida sería un acuerdo con el PSOE.
Una vez más, la posición ante un gobierno de progreso, como una alternativa de gobierno estable respaldada por una amplia mayoría, y que sería un dique de contención ante quienes pretenden imponernos más recortes y menos derechos, va a volver a estar en primer plano.
Recortes Cero, la otra izquierda
Recortes Cero ha logrado un reconocimiento e influencia en la mayoría social progresista y entre las fuerzas políticas de izquierdas cada vez mayor; aunque esto no se corresponda todavía con representación institucional.
Y este es el reto que se le plantea a Recortes Cero en estas elecciones: seguir ganando posiciones e influencia, acumular fuerzas y consolidarse como la fuerza de referencia de izquierdas por la redistribución de la riqueza, patriótica, democrática y capaz de articular un frente amplio de unidad.
Es necesaria otra izquierda que de alternativa a esa mayoría social de progreso y a las fuerzas políticas, a las corrientes sociales, personalidades y profesionales de izquierdas y progresistas.