Los proyectos de Washington y Berlín para España

Lo que debe continuar. Lo que no puede cuestionarse

“¿Pero que clase de mapa de España es este donde no aparece Washington?”. Al abordar el “debate sobre estado de la nación” todos deberíamos tener presentes esta pregunta lanzada por El Roto en una de sus viñetas.

Su respuesta es la primera clave sin la cual no podremos comprender nada de lo que sucede en España. Vivimos en un país donde la intervención de los grandes centros de poder mundiales -en primer lugar la superpotencia norteamericana, pero también Alemania, la gran potencia europea- determina el desarrollo de los acontecimientos.

Por tanto, en primer lugar debemos ser conscientes de cuáles son los planes que Washington y Berlín tienen reservados para España.

Sus planes económicos 

Acostúmbrense a convivir con el saqueo

Todos los organismos internacionales han alabado “la solidez del crecimiento español”. Pero añadiendo siempre una misma y persistencia exigencia.

La delegación del FMI ha demandado más ajustes pese al “impresionante” crecimiento de España. El director de la OCDE declaró en Madrid que “el mensaje más importante que les quiero transmitir es la necesidad de mantener el impulso reformista, es clave que las reformas se mantengan”. Y la Comisión Europea exige a España “no caer en la complacencia y seguir con las reformas”.

Por reformas debemos entender todas las medidas que, en los últimos siete años, han recortado las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría.

Desde 2010, primero con Zapatero y luego con Rajoy, sufrimos, no “los efectos de la crisis” sino la imposición, a golpe de dictados del FMI o la UE, de un proyecto cuyo centro ha sido la intensificación del saqueo contra el 90% de la población, y el aumento de la apropiación y expolio de las principales fuentes de riqueza del país por parte del capital extranjero.

Convertirlo en permanente -léase “garantizar la continuidad de las reformas estructurales”- es la primera prioridad de Washington y Berlín. Frente a una mayoría social que se rebela contra este saqueo.

Cuando aún estaba en cuestión la investidura de Rajoy, la agencia norteamericana Moody´s advertía que “existe el riesgo de que se de marcha atrás en algunas reformas si alcanzan un acuerdo de gobierno las fuerzas que se oponen a las mismas”. 

Hoy la primera preocupación de los grandes centros de poder mundiales sigue siendo que las necesarias concesiones a la mayoría social progresista que el gobierno del PP deberá realizar -como los dos incrementos del salario mínimo en los últimos años- no cuestionen lo más mínimo que el grado de saqueo alcanzado se convierta en estructural.

Dos son las principales línea rojas que el FMI o la UE imponen a la política económica española:

-Mantener el ajuste presupuestario. 

El primer mandato es cronificar el asfixiante corsé de reducción del déficit que ha justificado los mayores recortes en gastos sociales o limitado drásticamente la inversión pública.

El último informe del FMI sobre España declaraba que «la reducción de los déficits públicos sigue siendo una de las principales tareas». Al valorarlo, un analista declaraba que «el FMI considera que sigue habiendo margen para meter la tijera». Recordando que en su informe, el organismo internacional declaraba que «hay poco margen para bajadas de impuestos» -como la que Ciudadanos reclama para seguir apoyando al gobierno de Rajoy-, y reclamando por el contrario una subida del IVA para los productos que hoy mantienen un tipo reducido.

Por su parte, la Comisión Europea ha exigido al gobierno español mantener «la restricción continuada del gasto». Echándole en cara algunas medidas como la subida salarial del 1% a los funcionarios. Y recordándole que deberá hacer un esfuerzo adicional para cumplir el objetivo de déficit marcado para 2018. El «desvio significativo en el esfuerzo fiscal», que Bruselas exige a España reponer supone alcanza el 0,5% del PIB. Es decir 5.592 millones de euros.

-Desarrollar la reforma laboral

El segundo mandato es garantizar el mantenimiento del marco, impuesto con las sucesivas reformas laborales, que ha permitido imponer un enorme atraco a los salarios.

Todos los organismos internacionales reprochan a España «el elevado peso de la contratación temporal». Y para resolverlo… exigen mantener y desarrollar la reforma laboral, la legislación que más ha trabajado por la precariedad laboral.

Para «reducir la dualidad del mercado laboral» entre fijos y temporales, el FMI propone «facilitar la contratación y el despido de los trabajadores». Garantizando siempre «la flexibilidad en la fijación de las condiciones laborales en las empresas». Es decir, una enorme igualación a la baja donde, para poder acceder a un empleo fijo, los trabajadores hoy temporales deban aceptar rebajas salariales y peores condiciones de trabajo.

Los hombres de negro del FMI han aconsejado a España «continuar con las reformas estructurales que el gobierno acometió hasta 2015 y que ahora se encuentran prácticamente paralizadas». La resistencia de la sociedad española les ha impedido culminar un saqueo al país que todavía quieren profundizar. Buscan apoderarse de los nichos de negocio que todavía no controlan, y dar un nuevo salto en la capacidad del capital extranjero para apoderarse de las principales riquezas nacionales.

Tres son los nuevos campos hacia donde apuntan todos los organismos internacionales:

-El botín de las pensiones

Las pensiones están cada vez más en el punto de mira. El sistema público de pensiones limita en España el negocio de las pensiones privadas, una de las grandes fuentes de acumulación de capital para los grandes bancos norteamericanos, alemanes…

La OCDE difunde, con absoluta desvergüenza, que «las pensiones en España son demasiado generosas». Y la comisaria de Asuntos Sociales de la UE hace propaganda del mensaje más antisocial, afirmando que «los jóvenes deberán pagar más para sostener las pensiones y tendrán prestaciones más bajas en relación a su salario».

El FMI ha presentado todo un programa para avanzar en la liquidación de las pensiones públicas.

Primero defiende «incentivar una vida laboral más larga», es decir trabajar más, por encima incluso de los 67 años planteados en la última reforma.

Pero para cobrar menos. Puesto que «para sostener el sistema debe bajar la ratio entre la pensión media y el salario».

Segundo, perpetuando el techo del 0,25% en la subida anual impuesto en la última reforma, y que conduce a la pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas.

Y tercero -este es el auténtico objetivo- «animando al ahorro privado», favoreciendo desde el Estado el crecimiento de los planes privados de pensiones.

-La banca española, territorio de disputa

El FMI insiste en recomendar que la banca española «ataje las debilidades que aún arrastra de la crisis», planteando la necesidad de nuevas fusiones y alabando el rescate del Banco Popular y su posterior absorción por el Santander.

La restructuración bancaria, que ha eliminado las cajas de ahorros y liquidado entidades tan históricas como el Popular, está lejos de haber concluído. Y el capital extranjero toma posiciones en esta batalla.

La disputa decisiva girará en torno a Bankia, la joya de la Corona financiera, hoy bajo control público y que la UE impone privatizar antes de 2019.

Los compradores del 7% de acciones de Bankia puestas a la venta recientemente por el Estado han sido, en un 83%, grandes fondos de inversión anglonorteamericanos. Adquiridas, gracias a la premura de tiempo a que conducen los plazos impuestos por Bruselas, a un precio inferior al de mercado.

Y algunos medios advierten de la insistencia del BCE en que bancos españoles participen en fusiones transfronterizas con entidades europeas. La razón la resumía un directivo financiero: «el BCE está influenciado por la banca alemana que estaría dispuesta a comerse a alguna entidad y volver a imponer su predominio en Europa».

-Más capital extranjero, menos pymes

De forma menos efectista que la ejecución de los recortes en sanidad y educación, pero con consecuencias igual de dañinas, se está imponiendo un aumento de la penetración del capital extranjero y su control sobre las riquezas nacionales.

El FMI exige aumentar el tamaño de las empresas españolas y pide «una oleada de liberalizaciones». Especialmente reduciendo las barreras de entrada en «servicios profesionales e industrias de redes», un grupo formado por el sector eléctrico, gasista, correos, telecomunicaciones, transporte aéreo y ferroviario… 

Es decir, un nuevo proceso de monopolización que, aunque pueda beneficiar a círculos oligárquicos, contribuirá a que aumente el control del capital extranjero sobre sectores estratégicos.

Así lo plantea explícitamente la OCDE, al plantear la necesidad de “atraer más capital extranjero por medio de la reducción de los obstáculos regulatorios que limitan la competencia”.

Y proponiendo potenciar “la destrucción creativa” como forma de dinamizar la economía. ¿En qué consiste? En la liquidación de las empresas “que viven con el agua al cuello” para que crezcan las más fuertes y modernas.

Es decir, que los grandes monopolios y el capital extranjero se coman a las pymes y a la industria nacional.

Lo reconoce la Comisión Europea, al defender eliminar las barreras al aumento de tamaño de las empresas, alegando que “en España tienen un excesivo peso las pymes”.

Para determinar la política económica que beneficia a sus intereses, Washington y Berlín necesitan también mantener y potenciar los mecanismos de intervención y control directos que hoy disponen.

Con más sigilo que antes, pero los “hombres de negro” del FMI siguen visitando España cada año, reuniéndose con el gobierno y los principales centros económicos, y emitiendo un informe con “recomendaciones” que son en realidad mandatos.

España es uno de los países más controlados por Bruselas. Acapara el 60% de las multas impuestas por los tribunales de la UE. Y es el único país que todavía está sujeto al procedimiento de control por déficit excesivo.

Sus planes militares

Más encadenados al Pentágono

España es, por su situación estratégica y el papel que ocupa en el despliegue bélico norteamericano, un peón de una importancia estratégica cada vez mayor para Washington.

Amarrar más a España a sus planes militares globales es para EEUU un mandato irrenunciable, al que deben someterse otras consideraciones.

La hegemonía norteamericana descansa, no solo pero sí en última instancia, en su despliegue de poder militar. Para poder concentrar sus fuerzas en Asia-Pacífico, el nuevo centro del mundo, EEUU necesita que sus “aliados” se hagan cargo de estabilizar otras regiones del planeta. Y contribuyan en mayor medida a sostener unos gastos militares que superan cada vez más el menguante peso norteamericano en la economía global.

España está en el centro de esta tormenta. Y el saldo es que, de forma silenciosa, borrado del debate político y cubierto por un velo de silencio mediático asistimos a un aumento sin precedentes de nuestra participación en las guerras del imperio.

El gobierno de Rajoy se ha comprometido por carta ante el secretario general de la OTAN -admitiendo que es una autoridad superior- a un incremento del 80% en el gasto militar. Hasta 18.000 millones de euros anuales, que no pueden destinarse a sanidad o pensiones, pero sí a financiar al Pentágono.

Y ha anunciado el incremento del despliegue de soldados españoles en operaciones militares en el extranjero.

Manteniendo la presencia en las operaciones de la OTAN en las fronteras rusas.

Aumentando el despliegue en Africa, duplicando las tropas en Mali y asumiendo el mando de la misión europea, a los que se deben añadir los soldados españoles presentes en República Centroafricana o Somalia.

En Asia, España aumentará su contingente militar en Irak y Afganistán -¿no nos habíamos retirado?- o prorrogando el despliegue de la batería de misiles Patriot en Turquía, cerca de la frontera con Siria.

Un despliegue internacional que este año aumentará de 2.500 a 3.000 soldados, un nuevo récord que  se incrementa al ritmo de las exigencias norteamericanas.

España debe asegurar también la operatividad de unas instalaciones militares en nuestro suelo que juegan un papel clave para EEUU.

Nos referimos a las bases de Rota y Moron, sedes del “escudo antimisiles”, y de donde salieron los buques que luego bombardearon Siria. O bases menos conocidas pero igualmente importantes, como la de Bétera en Valencia.