Ursula von der Leyen para la presidencia de la Comisión Europea: los populares no podían decir que no; y Christine Lagarde como presidenta del Banco Central Europeo (BCE): Macron no quería renunciar a una francesa en las cañerías económicas de la Unión.
Las dos mujeres elegidas para ocupar los dos asientos de mayor poder dentro de la UE son representantes de las clases dominantes alemana y francesa que llevan décadas rigiendo los destinos de la UE. Pero hay más.
Su nombramiento también tiene en cuenta la relación transatlántica. Aunque ésta no pasa por su mejor momento tras dos años con Trump en la Casa Blanca, el plácet de Washington es importante para Berlín y París. Ursula von der Leyen ha sido ministra de Defensa de un país de la OTAN -algo que siempre implica una relación especial con el Pentágono-, defendiendo un papel más activo de Alemania y la UE en el diseño militar norteamericano. Y Christine Lagarde viene de ser directora del FMI, uno de los principales organismos de dominio globales de la superpotencia norteamericana.
Las dos han mostrado notables discrepancias con el actual inquilino de la Casa Blanca, pero son guardianas de los inadvertidos pero poderosos hilos que vinculan a Berlín y París con los centros de poder hegemonistas.
Tanto der Leyen como Lagarde parecen asegurar una cierta continuidad de las políticas más draconianas que durante años se han traducido en recortes sociales y ataques a las condiciones de vida de los sectores más vulnerables de la población. Unas políticas de austeridad y “ajustes” que -aunque no alcanzan los draconianos niveles de 2012- nunca se han ido del todo.
Ambas son defensoras de una disciplina fiscal prusiana, de contención inflexible del gasto público de los Estados miembros -o al menos de sus eslabones más débiles- y de una contínua política de «recomendaciones» (es decir, dictados y mandatos) a los ejecutivos en función de los intereses de las burguesías más poderosas del continente, es decir, Alemania y Francia.
Son defensoras y diseñadoras directas de las medidas de austeridad presupuestaria que han ahogado las economías de los países del sur de Europa, los llamados despectivamente PIIGS: Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España.
Ambas son representantes de las dos burguesías más depredadoras de la UE, y son responsables directas del saqueo y la degradación de las condiciones de vida de millones de ciudadanos de la Europa meridional, o de crear enormes bolsas de pobreza.
Su elección no vaticina nada bueno a las clases populares de Europa, en especial a la de los países meridionales.