Los dos socios del gobierno de coalición tratan de encontrar una fórmula legal que subsane -a futuro- los efectos indeseados de la Ley del ‘Solo Sí es Sí’, después de haberse producido un incesante goteo -hasta 300 reducciones de penas y una veintena de excarcelaciones- de revisiones favorables a los agresores sexuales.
Ante esto, es necesario subrayar dos cuestiones que unen a la inmensa mayoría social progresista. Una es que el corazón de la Ley del «Solo Sí es Sí» -que pone el consentimiento como centro de la libertad sexual- es una conquista a defender ante la que no se debe dar ni un paso atrás.
Y la segunda es que -al margen del problema de si se ha producido o no una lectura maliciosa de la Ley por parte de un sector de la magistratura- es un hecho que esta norma tiene grietas que es necesario subsanar para proteger a las v-ictimas de violencia sexual.
Tomemos la imagen de un coche. El potente motor de la Ley de Libertad Sexual -poner en el centro el consentimiento- debe ser preservado y puesto en valor, protegiéndolo de los embates de aquellos que buscan mandar la ley entera al desguace. Pero el chasis del ‘Sólo Sí es Sí’ necesita volver a la ITV, especialmente una horquilla de penas que -de momento- ha rebajado las condenas de cerca de 300 reos de agresión sexual, y que ha adelantado la excarcelación en una veintena de casos.
Es evidente que muchos de los que han atacado -antes, durante y después de su tramitación en el Congreso- la ley del ‘Solo Sí es Sí’, tachándola de «chapuza jurídica”, no lo han hecho en pos de la protección de las mujeres, sino buscando atacar al gobierno de coalición. Los mismos líderes que se rasgan las vestiduras clamando contra lo que llaman un “regalo para los violadores”, son los que atacaron el consentimiento como una forma de «criminalizar a todos los hombres».
Pero también es evidente que -desde el minuto cero- la horquilla de penas prevista en la ley generaba efectos indeseados, contrarios al espíritu innegablemente feminista que impulsa el ‘Solo Sí es Sí’. Se ha venido produciendo un incesante goteo de reducción de condenas y de excarcelaciones de agresores sexuales que han causado dolor, desasosiego y alarma a sus víctimas, a sus familiares y al conjunto de la sociedad.
Un goteo de revisiones a la baja que continuaron después de que la Fiscalía dictase una instrucción para atenerse a la pena máxima fijada en la horquilla. Tal medida no acabó con las rebajas de penas -los condenados por un delito tienen derecho a acogerse a la Ley más favorable para ellos- que han llevado jueces de todas las tendencias, los considerados «conservadores» o reaccionarios, y también los asociados a Jueces Para la Democracia, la asociación progresista.
Es cierto que -como denuncia el movimiento feminista- existe una corriente reaccionaria y machista en la magistratura, al igual que la hay en política o en cualquier instancia de la sociedad. Pero achacar el problema de la rebaja de condenas a la existencia de ese sector de los jueces solo lleva a preguntarse ¿no se debería haber «blindado» la ley del ‘Solo Sí es Sí’ ante esas posibles interpretaciones «patriarcales» de la horquilla de condenas?
Se mire por donde se mire, es necesario cerrar las grietas de esta ley, poniendo en el centro la protección de las mujeres.