Entrevista al músico argentino

León Gieco: «Solo le pido a Dios»

‘Solo le pido a Dios’ se ha convertido en un himno universal por la Paz, y León Gieco, su autor, en un músico imprescindible para comprender nuestro tiempo

León Gieco ha publicado más de 40 discos, 14 de ellos de estudio, y es considerado uno de los principales artistas argentinos. Sin él no es posible entender la música en español, ya que sus contribuciones han sido fundamentales, tanto para fusionar el folclore con el rock, como para extender el papel solidario y de lucha de la música. No en vano se le reconoce como el ‘Bob Dylan argentino’.

El 7 de octubre de 2023, su sobrino fue secuestrado y más tarde asesinado por Hamás. Un mes después de su secuestro, León Gieco organizó la grabación de ‘Solo le pido a Dios’ en castellano, hebrero y árabe, junto a un músico judío y una artista musulmana, en un centro de formación en el Islam en Buenos Aires. Es difícil imaginar un acto de generosidad mayor.

Solo le pido a Dios’ es un himno universal en defensa de la Paz. Interpretado por Ana Belén, Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat y Miguel Ríos en España, se ha convertido en una canción reconocida por muy distintas generaciones y admirada de forma unánime.

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Con el Hombrecillo del Mar ha vivido un nuevo reconocimiento de una obra extraordinariamente coral, desde Lila Downs a Silvio Rodríguez. ¿Cómo es el proceso de encontrar “pareja” para cada canción?, ¿qué es antes, la canción o el artista?

La canción es primero, luego el artista. Con el ‘Hombrecito del Mar’, que fue un trabajo iniciado y finalizado en pandemia, vivimos la alucinante experiencia de conectar con el mundo sin poder movernos de nuestro espacio.

En mi caso, con Luis Gurevich (músico y querido amigo con el que trabajo desde los 90) armamos el set de grabación en una senda de eucaliptos, elegíamos la hora de grabar para que el canto de los pájaros no interfiera en los registros y fue todo un desafío.

Luego vino el momento de pensar con quiénes compartiríamos esas canciones, y lo maravilloso fue pensar en alguien y que ese alguien nos diga que sí al instante. Eso nos confirmó que nuestra intuición fue acertada. Así que contamos con la colaboración de varios artistas increíbles, y todos nos fueron enviando sus participaciones desde distintas partes del mundo. Creo que fue el trabajo más colaborativo que hice hasta el momento, pero sin dudas, el de mayor satisfacción.

¿Cómo la pandemia contribuyó a definir el ADN del disco?

La pandemia me ayudó a ordenarlo, a perfeccionarlo con todas las herramientas a nuestro alcance, pero sobre todo me ayudó a confiar aún más en todas las canciones que teníamos en la valija a punto de viajar a Los Ángeles cuando nos informaron que no podíamos salir.

El ADN es el que le imprimimos desde la composición, ya viene con las canciones y al momento de grabarlas nos confirmaron que “tenían que ser parte del disco junto a las demás“. Todas hablan de amor universal, de la gente, de historia, de temas sociales, cuentan historias reales y hablan un mismo lenguaje, aunque caminen a otro ritmo, digamos.

Tras los atentados terroristas del 7 de octubre y el asesinato de su sobrino, tuvo un gesto de una extraordinaria generosidad y grabó “Solo le pido a Dios” en castellano, hebrero y judío. ¿Cómo decidió algo así?, para lo que sin duda es necesaria una enorme determinación por buscar la Paz, por encima del dolor.

Bueno, respecto a ‘Solo le pido a Dios’, tiene su historia que es mi historia. Déjeme que se la cuente…

Por favor…

La compuse por el problema de guerra que había entre Argentina y Chile, y gracias a la intervención del Vaticano, que envió al Cardenal Zamoré, se logró una pacificación entre Chile y Argentina. Si hubiera habido una guerra, hubiera sido algo muy grave, las guerras ya no se arreglan más en el mundo…

Esta es la versión del «Sólo le pido a Dios» que León Gieco grabó en castellano, hebreo y sufí tras los atentados del 7 de octubre, en los que Hamás asesinó al sobrino del artista

Ahí compuse ese ‘Solo le pido a Dios’. La empecé en el año 77 y se editó en el año 78, pero fue una canción prohibida y censurada.

En esa época me citaron desde el primer cuerpo del ejército y el general que me recibió me dijo: ‘Usted no puede cantar una canción de paz en épocas de guerra’, una bestialidad realmente. También fue la canción que me trajo como consecuencia estar preso en varios lugares. Era una canción prohibida.

Pero después, cuando perdimos en la guerra de Malvinas (que fue el último coletazo que dieron los militares aquí en Argentina), prohibieron la música cantada en inglés y empezó un resurgimiento de música en castellano, simplemente porque las radios no tenían otra cosa para pasar. No se trataba de nacionalismo, sino que no podían pasar a los Beatles o los Rolling Stones y ponían nuestra música… Como si los Beatles o los Rolling Stones tuviesen algo que ver con la guerra.

Entonces, ‘Solo le pido a Dios’, fue ‘la canción’, se convirtió en un hit total, ¿por qué? porque la cantaban los soldados en Malvinas. Esa canción, nacida en el año 77, tuvo su recorrido…

Y cuando llega Mercedes Sosa en el año 82, todavía en plena dictadura militar, nosotros decíamos que ella era un ícono de la democracia. Al estar tocando junto a Mercedes Sosa en el Teatro Ópera -hizo 13 conciertos- nosotros pensamos que ya venía la democracia, y así fue. Mercedes graba ‘Solo le pido a Dios’, conmigo cantando, y a los seis meses estalla la guerra de Malvinas y ‘Solo le pido a Dios’ se convierte en la canción que todo el mundo escuchaba, y querían contratarme de todos lados para que la cante. Ahí paré de trabajar, porque me dio asco la actitud de los militares en Argentina.

El trabajo más colaborativo que hice hasta el momento’

El advenimiento de la democracia fue en el año 82, y finalmente llegó en el 83. En ese año vienen a tocar Silvio Rodríguez y Pablo Milanés al Estadio Obras Sanitarias, un lugar que por entonces albergaba a unas 5.000 personas, más o menos, y en vez de hacer un concierto hicieron 15. Me invitaron a participar y canté con Pablo Milanés una canción que se llama ‘Canción para Carito’.

O sea, fue la única intervención que yo tuve en todo el tiempo que dejé de trabajar para no especular con la canción ‘Solo le pido a Dios’.

La otra actuación en la cual participé fue con dos músicos argentinos, uno es Pedro Aznar -por entonces bajista del grupo Seru Giran- y Luis Alberto Spinetta, que es como un héroe de la canción de rock argentina. Con ellos y la ayuda de nuestros managers trajimos a tocar al Luna Park a un extraordinario músico brasilero que se llama Iván Lins.

Ahí con Iván Lins cantamos una canción de Violeta Parra y cantamos ‘A nuestros hijos’, una canción hermosa de Iván Lins y Victor Martins. Estas fueron las dos intervenciones que tuve, después partimos -sin tocar comercialmente en ningún lado- a hacer el trabajo de recopilación ‘De Ushuaia a La Quiaca’, con filmación y grabación de las músicas étnicas argentinas, que nos llevó más o menos un año y medio.

Con todo el registro fílmico hicimos una edición especial para televisión, con cuatro capítulos por región del país, y cada uno finalizaba con la frase ‘De Ushuaia la Quiaca es un viaje que recién comienza’. Una vez que lo terminamos, incitamos a los demás músicos para que continuaran haciendo ‘De Ushuaia la Quiaca’ porque sentíamos que habíamos rescatado a muy pocos artistas entre la gran cantidad de increíbles talentos desconocidos.

Después, en el año 86 y 87 hice un disco que se llama ‘Semillas del corazón’ dedicado a los chicos desaparecidos restituidos y ahí seguí cantando. Volví a cantar y a girar por Alemania…

En esos años su carrera cambió notablemente…

León Gieco con Alejandra Darín y Raúl Pochetto

Al volver, firmé con una compañía que se llama EMI ODEON, y empezó otra faceta de mi carrera. Grabé ‘Mensajes del alma’, donde está ‘Los Salieris de Charlly’ que se convirtió en un hit total, y empecé a componer canciones diferentes, con música más compleja. Mi carrera dio un giro muy positivo, se hizo más importante y mucho más internacional.

Pero vuelvo al 82, para no abandonar la pregunta sobre ‘Solo le pido a Dios’. Luego de grabar con Mercedes Sosa, ella me llama desde Frankfurt y me invita a la gira que estaba haciendo por toda Europa. Era la primera vez que yo viajaba, solo había ido a Uruguay o Brasil, así que ella me llevó de viaje por toda Europa y después se repitió en años siguientes, pude conocer Francia, Italia, Estados Unidos…

Se convierte en la canción que todo el mundo escuchaba’

Pero ella quería principalmente que yo fuera a Alemania porque me decía: ‘Quiero que vos veas cómo se comporta la gente con ‘Sólo le pido a Dios’. Y cuando subí al escenario, era el primer concierto, había alrededor de 50.000 personas y empezó la canción, todo el mundo se paraba de su silla y empezaban a hacer ritmo con sus palmas. Así que ‘Sólo le pido a Dios’ tuvo una gran trayectoria y fue una canción por la paz desde el inicio.

La grabaron el nieto de Pete Seeger y Arlo Guthrie -hijo de Woody Guthrie-. La cantó David Byrne en la época que Talking Head eran los Beatles. David vino a participar cuando Pete Seeger me invitó en el año 89 a cantar en Nueva York, Boston y Washington. También la cantamos en el recital de Amnesty International en 1988 con Sting, Peter Gabriel y Bruce Springsteen. Y también la cantó hace muy poco Bruce Springsteen. La he cantado con Serrat, Ana Belén, Victor Manuel y Miguel Ríos en un concierto maravilloso en la gira de ‘El gusto es nuestro’, y Ana Belén la hizo muy famosa en España.

En España desde luego es un himno…

Estando en España, he tenido la siguiente conversación con un taxista:

– Usted es argentino, ¿qué hace acá?, ¿trabaja?

– No, no, yo estoy paseando…

-Qué bueno! ¿y qué hace?

– Soy músico, compositor y canto en mi país.

-¡Ah, qué bueno!

Y entonces le pregunto al taxista:

– ¿Usted debe conocer una canción mía que se llama ‘Sólo le pido a Dios’?

– Pues claro, de Ana Belén.

Todo el mundo cree que la canción es de Ana Belén y está todo bien para mí. Siempre le voy a agradecer infinitamente a Ana Belén por haberla hecho tan famosa, al igual que lo hizo Mercedes Sosa en todo el mundo.

Aun sabiendo que no se va a conseguir, debemos trabajar por la Paz’

‘Sólo le pido a Dios’ siempre fue una canción por la paz y tiene varias versiones cantadas en diferentes idiomas. Por ejemplo hay una versión que se canta en hebreo, en inglés, en iraní, en turco y tenemos una última versión, que es la que mencionaba, con una chica palestina y un muchacho israelí donde cantamos ‘Sólo le pido a Dios’ también por la paz.

Fue una ingenuidad de parte mía pensar que una canción de paz pudiera salvar la vida de mi sobrino en medio de la guerra. La guerra, lo más irracional del ser humano, no reconoce nada. O sea, la canción resume lo que yo pienso, que ‘debe haber paz’ y aunque sé que no se va a conseguir, debemos trabajar para la paz.

Después llevó usted la canción al Vaticano, en abril de este año, en un encuentro ecuménico. ¿Forma parte de la identidad de la canción esa universalidad y capacidad de tender puentes?

Absolutamente, la canción tiene destino universal y más aún en tiempos donde la inmediatez de la comunicación pone tu obra en el mundo y está al alcance de todos en el mismo momento.

Ese puente del que hablas se afianza cuando esa canción empatiza con otras realidades o con las mismas realidades, pero de otra parte del mundo. Ahí está la universalidad de la canción.

Y si sumado a eso, uno tiene la oportunidad de mostrarlas en lugares donde está puesta la atención simultánea de muchas personas, es maravilloso.

En España, la canción está sirviendo como referencia en varias acciones populares por la Paz en Oriente Próximo y por el Alto el Fuego en Palestina. ¿En qué momento de estos años comprendió que ‘Solo le pido a Dios’ se había convertido en algo universal?

En un programa de América TV

Siempre cuento esto, pero así sucedió. La primera vez que toqué ‘Solo le pido a Dios’ fue para mi padre, estábamos los dos solos, en el campo. Y cuando finalicé me dijo: “Esta canción va a recorrer el mundo”.

Yo me lo tomé muy en serio, me lo decía mi padre. Y el tiempo me lo fue demostrando. Una canción que casi queda fuera de un disco, sin embargo, se ganó el primer lugar en la lista del álbum ‘4to. LP’.

Es una canción que cantan personas de todos los credos, hoy en día se sigue traduciendo, me llegan solicitudes de los lugares más impensados para poder versionarla o sumarla a otros repertorios.

Es muy gratificante que eso suceda, y cuando la canta un artista de renombre o cuando me llega un video o un audio con voces de niños de una escuela de algún lugar de Argentina, no deja de sorprenderme gratamente y emocionarme.

Es universal porque empatiza con la realidad de todo el mundo’

Si tuviera que elegir un momento de su carrera para vivirlo una y otra vez, ¿cuál sería?

Creo que todos los momentos son muy importantes. Cuando escuché ‘Solo le pido a Dios’ cantada por Bruce Springsteen, me pareció muy importante.

Cuando vino David Byrne a cantarla también fue muy importante. Pero la primera vez que la escuché internacionalmente fue gracias a Mercedes Sosa. Eso fue muy importante también.

Cuando la canté con Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Ríos también fue muy importante. Cuando la canté con Aute, cuando la canté con Joan Báez…

Joan Báez me dice: “Bueno, cantemos ‘Solo le pido a Dios’ pero también vamos a cantar ‘Blowing the Wind’, ¿no?”. Eso sucedió aquí, en el Teatro Gran Rex en Buenos Aires. Son todos momentos importantes.

Con la Banda Sinfónica de Ciegos

Pero, si tengo que marcar uno bien importante, así como un primer momento, te cuento que mi carrera no empieza a mis 18 años cuando llego a Buenos Aires, sino a los 8 años. Yo empecé a cantar a esa edad. Ya trabajaba, me compré mi primera guitarra y empecé a cantar canciones de Elvis Presley. Y después canté folclore, y algo de tango.

Con esa edad mi papá me llevaba a cantar a los pueblos vecinos, o en mi propio pueblo Cañada Rosquín, en Santa Fe, y también cobraba por ello. O sea que mi carrera solista empieza a los 8 años.

En la adolescencia armé un grupo folclórico que se llamaba Los Nocheros. Y después terminé armando un grupo de rock que se llamaba Los Moscos, y que con los años mencioné en una canción que se llama ‘Ojo con los Orozco’ y dice algo así como:

Rodolfo Orozco con voz como John Scott, ronco, ronco, formó todos los coros. Tocó dobro con Mollo, bombo con Moro, tontón con Pomo, joropo con Tomo, bongo con Don Johnson. Tocó con Toto, Los Lobos, Los Door, Los Moscos….

Ketama, el grupo español entraba al escenario cantando Orozco, y cuando vinieron a Buenos Aires, me invitaron a cantarla con ellos.

No olvidaré a nuestras madres llorando y saludando con un pañuelo’

Volviendo a mi pueblo. Allí era solista, formé un grupo de música folclórica y formé un grupo de rock. Dentro del grupo de rock estaba el bajista que vino conmigo a Buenos Aires. Él es un gran artista de jazz que vive en Barcelona. Tocó con Serrat, tocó con Teté Montoliu casi 11 años. Y tocó con un montón de artistas, y sigue haciéndolo. Se dedicó de lleno a al jazz, y además toca el bajo de caja. Se llama Horacio Fumero y es un músico extraordinario.

Como te decía, Él es mi amigo con quien vine a Buenos Aires. Tal vez, el momento más álgido de todos los momentos sucedió con esta imagen: mi mamá y la mamá de Horacio, las dos llorando y saludándonos con un pañuelo cuando ambos nos subimos al tren para venir a Buenos Aires.

Ese momento lo recordaré toda mi vida.