La última visita del Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, a Moscú, ha alcanzado momentos de verdadera tensión, empeorando aún más las ya deterioradas relaciones entre la Rusia y la UE. Más allá de los motivos de la visita, en algunos momentos de la entrevista entre Borrell y el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, se lanzaron ataques no contra la UE sino contra nuestro país.
Borrell reclamó ante su homólogo ruso la puesta en libertad de Navalni y de los manifestantes detenidos durante las últimas semanas, así como una investigación «independiente y completa» que esclarezca las circunstancias del envenenamiento del opositor ruso, algo que siempre ha negado el Kremlin. La respuesta de Lavrov fue hablar de «la situación de presos independentistas en España», afirmando que estos «se encuentran en prisión por organizar un referéndum».
Ante este intolerable ataque a nuestro país por parte del representante de un régimen autoritario y antidemocrático, fiel heredero del socialfascismo soviético -que llenó, junto a la otra superpotencia, EEUU, el mundo de guerras, y que subvirtió la bandera roja para buscar la supremacía mundial- desde estas páginas queremos expresar, en este asunto, nuestro apoyo a Josep Borrell.
Comparar a los líderes procesistas encarcelados con Alexei Navalni -independientemente de la opinión que se tenga del líder opositor y de las ideas que defiende- es pura demagogia con hedor a propaganda del KGB. Los líderes procesistas están haciendo campaña en las elecciones del 14F, y sus seguidores pueden movilizarse tanto como lo deseen, algo que no pueden decir los partidarios de Navalni. Y si el Kremlin no pierde la buena costumbre de eliminar con veneno a los que le molestan, cuesta imaginar qué haría si algún dirigente local tratara de declarar una DUI en alguna parte de la Federación Rusa.
Rusia ya no es la superpotencia que fue la URSS, pero se ha convertido en una agresiva potencia imperialista, en una peligrosa fuente de guerra y desestabilización. E interviene en Europa allí donde aparecen grietas y contradicciones, con la máxima de pescar en el río revuelto.
Desde estas páginas hemos detallado muchas veces cómo la internacionalización del procés tuvo como objetivo principal encontrar complicidades en el establishment de la superpotencia norteamericana, especialmente en un partido republicano sumergido en la línea Trump. Pero es innegable que Rusia también ha metido -y sigue tratando de meter- el cucharón en la herida abierta en Cataluña.
Todos los demócratas, todos los progresistas y revolucionarios deben prevenirse y denunciar las injerencias y el intervencionismo de Rusia, en España y en Europa. Y aquellos que -a izquierda y derecha- han aplaudido las declaraciones vejatorias de Moscú hacia Borrell y nuestro país, no sólo son colaboracionistas de la degradación internacional de España, sino del proyecto de saqueo imperialista que se desarrolla contra las clases populares.