En las elecciones autonómicas, el PSOE ha sido la primera fuerza política en 10 de las 12 autonomías donde se celebraban elecciones, ganando en feudos históricos del PP como Castilla-León, La Rioja, Madrid o Murcia. Y en las municipales ha sido la fuerza más votada y con mayor número de concejales, superando en más de 1,5 millones de votos al PP.
La victoria del PSOE es en primer lugar expresión de que ha concentrado buena parte del voto progresista. Conviene no olvidar su carácter prohegemonista y pro-oligárquico. Pero el triunfo socialista, como sucedió tras la moción de censura, está marcado por la movilización electoral de la mayoría progresista. Sea como sea, su gestión va a estar marcada y bajo la influencia de un viento popular que no va dejar de movilizarse para exigir que sus anhelos e intereses se materialicen en políticas y medidas concretas.
El gobierno de Sánchez -con los límites impuestos desde Bruselas, las exigencias norteamericanas o los intereses de la oligarquía- está obligado a satisfacer, aunque sea parcialmente, las exigencias de la mayoría progresista.
Los resultados electorales también han influido en la lucha de líneas intestina -unas veces abierta, otras soterrada, pero siempre presente- dentro de Ferraz y sus baronías. Las autonómicas y municipales han beneficiado a sectores del aparato del PSOE que ejecutaron el golpe interno que defenestró a Pedro Sánchez en 2016 (mayorías absolutas de García Page en Castilla la Mancha o Fernández Vara en Extremadura, avance importante de Lambán en Aragón y en menor medida del PSOE andaluz). Pero lo que ha salido reforzado de este largo ciclo electoral en el seno del PSOE es la dirección que representa Pedro Sánchez, que tiene ahora la iniciativa política.
Los resultados de las elecciones europeas, autonómicas y municipales van a influir en la forma en que acabe configurándose el nuevo gobierno. El retroceso de Podemos aleja la posibilidad de un gobierno de coalición, y refuerza la alternativa de un gobierno monocolor del PSOE, una adaptación del “modelo portugués”, la preferida por la dirección del PSOE.
El futuro gobierno socialista va a gozar, a pesar de estar en minoría, de una estabilidad mucho mayor que tras la moción de censura. Y, tras convertirse en el primer partido socialista en el parlamento europeo, aspira a recuperar parte del peso perdido en Europa. La reunión de Macron con Sánchez antes del Consejo Europeo -hacía mucho tiempo que España no era llamada a una reunión así- es un hecho a tener en cuenta.