Las visitas de Yolanda Díaz y el PNV a Puigdemont

Las trampas de Waterloo

Una cosa es alcanzar acuerdos con Junts, y otra blanquear Waterloo, olvidando el carácter extremadamente reaccionario de las élites del procés.

Primero fue Yolanda Díaz, y luego el presidente del PNV. Ambos acudieron a Waterloo para exhibir cercanía con el líder de Junts.

La negociación de la investidura se utiliza para rehabilitar políticamente a un Puigdemont al que la sociedad catalana ya ha dado mayoritariamente la espalda.

Una cosa es alcanzar acuerdos con Junts, y otra blanquear Waterloo, olvidando el carácter extremadamente reaccionario de las élites del procés.

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¿Rehabilitar a Puigdemont?

Yolanda Díaz, vicepresidenta y líder de Sumar, no solo se reunió en Bélgica con Carles Puigdemont, perseguido por la justicia española.

Cuidó la representación del encuentro, para ofrecer una conexión que iba más allá del protocolo.

Pocos días después, era el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, quien acudía a Waterloo para entrevistarse con el líder de Junts. Dejando claro en un comunicado que ambas formaciones buscan unificar posturas y acordar una estrategia conjunta.

Puigdemont, que antes del 23-J dormitaba en Waterloo, está siendo rehabilitado y presentado como un interlocutor político válido. Es una trampa de la que convendría protegerse.

Es legítimo llegar a acuerdos con Junts, algo imprescindible para que sea posible un gobierno de coalición entre PSOE y Sumar. Pero eso no debe obligarnos a tragar con ruedas de molino.

Cuando Yolanda Díaz presenta a Junts como “parte de la mayoría progresista”, o un dirigente de En Comú Podem como Jaume Asens afirma que Puigdemont defiende algunas posiciones “de izquierdas” están blanqueando a la derecha más retrógrada.

El PNV rompió con Puigdemont en 2017. El lehendakari Urkullu intercedió para intentar evitar que se proclamara la DUI. Cuando las élites del procés tomaron la vía unilateral, los jelkides peneuvistas pusieron tierra de por medio. Todavía recuerdan que la aventura secesionista y etnicista que supuso el Plan Ibarretxe les costó el gobierno vasco.

Su actual acercamiento a Junts, buscando recuperar la entente mantenida con la ex Convergencia, es un activo político para Puigdemont.

Junts sigue siendo un activo político tóxico. Por su carácter reaccionario y por su agresividad y aventurerismo. Conviene no olvidarlo.

Aunque sus votos sean decisivos en la investidura, Junts está en sus horas más bajas. En las recientes generales fue la quinta fuerza en Cataluña, por detrás del PP. Y en la reciente diada se demostró que su capacidad de movilización en la calle está muy lejos de la alcanzada en los momentos álgidos del procés.

Y para ser “rehabilitado” Puigdemont está dando un giro a sus posiciones. Ha pasado de calificar a ERC como “traidores” por negociar con el PSOE a hacerlo él mismo. Y la exigencia de un referéndum ha sido sustituida por la amnistía.

Pero Junts sigue siendo un activo político tóxico. Por su carácter reaccionario y por su agresividad y aventurerismo. Conviene no olvidarlo.

Doble freno

Otras visitas a Waterloo han sido tanto o más efectivas, aunque no hayan gozado de la misma publicidad.

Son las realizadas por el presidente de la gran patronal catalana, Foment del Treball Nacional, Josep Sánchez Llibre, ex dirigente de CiU. Que actuaba en coordinación con otro de los grandes centros de la burguesía catalana, el Cercle d´Economia.

Se entrevistó con Puigdemont para reconducir sus posiciones hacia el pragmatismo, impulsando a Junts a negociar la investidura de Pedro Sánchez.

La burguesía catalana recuperaría así un interlocutor político, en Barcelona y en Madrid, papel que jugó CiU durante décadas.

En la mayoría que respalda al gobierno de Sánchez, y con la que debe negociar las principales medidas, se integraría otra fuerza de derechas. Hasta ahora había una, el PNV.

Si se cierra definitivamente el procés, y se destierra totalmente cualquier vía unilateral, el PP estaría dispuesto a recomponer un “bloque de derechas” con el PNV y con Junts. Que le permitiría no depender de Vox.

Y la presencia de Junts, junto al PNV, en la “mayoría de investidura” de Pedro Sánchez, supondría un doble freno de derechas para el nuevo gobierno.

Un acuerdo con Junts para formar gobierno exige no olvidar que son muy, pero que muy de derechas.