Programa «Todo es Mentira», en Cuatro, 6 de mayo. Preguntado por qué opina de las revelaciones del escándalo Pegasus, que incluyen no sólo escuchas a 65 líderes independentistas, sino la infección de los móviles del propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, uno de los tertulianos dice: «Estamos ante un thriller de difícil comprensión. Aquí hay un sistema de espionaje [Pegasus], que una empresa israelí, NSO, pone a disposición de los gobiernos, siempre con autorización del gobierno de Israel, y con conocimiento de los Estados Unidos»
Quien hace esta afirmación habla con conocimiento de causa. Se trata de José Manuel García Margallo, ministro de Exteriores del gobierno Rajoy, alguien nada sospechoso de ser poco pro-atlantista y de «acusaciones izquierdistas» contra EEUU.
Sabemos que detrás de las sofisticadas herramientas de spyware… hay siempre servicios de inteligencia y centros de poder mundial. El mismo gobierno ha desvelado que se trata de un ataque “ilegal y externo”. ¿Quién tiene capacidad para espiar al gobierno de una potencia media como España? Repasemos lo que sabemos de este programa de spyware para tener elementos de respuesta.
Una práctica antidemocrática, un escándalo que ha de ser esclarecido
El espionaje mediante “Pegasus” es un auténtico escándalo. Se trata de una práctica antidemocrática e intolerable. Debe ser investigada a fondo, y deben depurarse, hasta el final, las responsabilidades políticas correspondientes. Es una revelación que contribuye a la degradación de la vida política española, sembrando el terreno para intervenciones exteriores aún más antidemocráticas.
Pero la pregunta crucial es ¿Cui bono? ¿Quién cabalga Pegasus? ¿Quién tiene capacidad para espiar al gobierno de una potencia media como España?
Repasemos lo que ya sabemos de Pegasus, porque fue sido revelado hace un año por medios como The Washington Post, The Guardian o Le Monde, que publicaron la investigación llevada a cabo por el consorcio de periodistas Forbidden Stories a partir de las pruebas del laboratorio de seguridad de Amnistía Internacional.
El Pegaso israelí
Pegasus es uno de los programas de spyware más sofisticados del mundo. Ha sido desarrollado y comercializado por la empresa israelí NSO Group, y permite a los gobiernos que lo adquieran dotarse de una gran capacidad de escucha, sigilosa y selectiva, algo hasta hace no mucho al alcance de muy pocos. Pegasus puede introducirse en el teléfono móvil del objetivo, seguir su localización, captar sus contenidos e incluso activar el micrófono y la cámara de estos. Teóricamente, este programa sólo debe servir, bajo control judicial, para perseguir organizaciones criminales como el terrorismo o el narcotráfico, pero a la vista está que este límite ha sido sistemáticamente pisoteado.
Una compraventa de un programa semejante sólo puede hacerse bajo control y autorización de Tel Aviv, y sus servicios de inteligencia. Un Estado de Israel vinculado a la superpotencia norteamericana
Tal y como afirma García Margallo, una compraventa de un programa semejante sólo puede hacerse bajo control y autorización de Tel Aviv. El Estado de Israel, y sus servicios de inteligencia, el poderoso Mosad, tienen que dar el visto bueno. Y no son ningún secreto los intensísimos y orgánicos vínculos que -desde la misma creación del Estado de Israel en 1948- une a la inteligencia israelí con los centros de poder de la superpotencia norteamericana.
Lo que hace un año se dijo de Pegasus
¿Quién ha podido comprar los servicios de Pegasus? ¿Y a quién ha infectado este programa?
La investigación publicada en 2021 por Amnistía Internacional y Forbidden Stories, compartida con casi una veintena de medios mundiales, ha revelado que más de 50.000 números de teléfono han sido potencialmente espiados con el spyware israelí Pegasus. Entre los estados que usaron el programa de NSO según las revelaciones, se encuentran México, Hungría, Marruecos, la India, Arabia Saudí, Ruanda y Azerbaiyán.
Entre la lista de 50.000 teléfonos, los investigadores han identificado a 1.000 personas de 50 países distintos. Hay miembros de familias reales árabes, 65 altos cargos de empresas, 85 activistas de derechos humanos, 189 periodistas y más de 600 políticos y funcionarios gubernamentales, incluidos jefes de Estado y de Gobierno, ministros y diplomáticos.
Los más conocidos entre los espiados son el presidente de Francia, Emmanuel Macron; el rey de Marruecos, Mohamed VI y su entorno familiar; el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa; y el primer ministro paquistaní, Imran Khan.
La investigación de 2021 detalla que el mayor número de esos teléfonos espiados -15.000- son de México y pertenecen sobre todo a políticos, periodistas y sindicalistas. Así, estas revelaciones han permitido mostrar cómo los gobiernos de Enrique Peña Nieto (2012-2018) espiaron a lo que consideraban «amenazas políticas», como el entonces líder de la oposición y hoy presidente, Andrés Manuel López Orador, o a los abogados de los familiares de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. Otro número importante de víctimas del espionaje se sitúan en Catar, Yemen, Emiratos Árabes Unidos y Baréin.
¿Un Estado espiándose a sí mismo?
Las primeras revelaciones apuntaban a un uso «ilegal» por parte de gobiernos autoritarios como el de Marruecos, Hungría o la India. A nadie debe extrañar que gobiernos autoritarios como el de Viktor Orbán o corruptos como Peña Nieto, o tiranías como la de Mohamed VI, recurrieran a estas malas artes para dotarse de información sensible contra sus opositores.
Pero lo que no cuadra es que los propios servicios secretos marroquíes usaran Pegasus -insistimos, un spyware que solo puede ser usado bajo control y autorización de Tel Aviv, y con conocimiento de la inteligencia norteamericana- para espiar al propio rey de Marruecos, Mohamed VI, a su entorno familiar… o al propio Abdellatif Hamouchi, jefe de los espías alauitas. i que los servicios secretos de Marruecos -un país cuya política exterior y cuyo Estado lleva décadas bajo el tutelaje de Francia- acabaran infectando con Pegasus el teléfono del presidente galo, Emmanuel Macron.
¿Cómo se explica esto? Una pista nos la ofreció, también hace un año, una «garganta profunda»
Se trata de unas declaraciones de Gérard Araud a Associated Press. Se trata de un exconsejero de NSO, la matriz israelí de Pegasus, a donde llegó en 2019, poco después de dejar su puesto de embajador de Francia en Washington durante la presidencia de Donald Trump. También fue el embajador francés en Israel en la década de los 2000.
No sería la primera vez que los programas de spyware revelan que la primera fidelidad de los servicios secretos de un país… no es a sus gobernantes, sino directamente a Washington.
Gérard Araud dice no tener pruebas, pero tampoco dudas, «de que la compañía israelí NSO trabajaba con los servicios secretos israelíes del Mossad, y tal vez para la CIA». Según Araud, tres estadounidenses que estaban en el consejo consultivo del grupo tenían relaciones con la agencia de inteligencia estadounidense, y la empresa declaró que su tecnología no podía ser utilizada para intervenir números telefónicos en EEUU. «Había ese interrogante sobre la presencia del Mossad o la CIA. Pensaba que eran los dos, pero no tenía ninguna prueba. Pero pienso que están detrás».
No sería la primera vez que las escuchas telefónicas y los programas de spyware revelan que la primera fidelidad de los servicios secretos de un país… no es a sus gobernantes, sino directamente a Washington. Sólo hay que acordarse de las revelaciones, hechas públicas en 2013 por Edward Snowden, de que la NSA norteamericana llegó a espiar el teléfono de Ángela Merkel.
Estas parecen ser las orejas que hay detrás del programa Pegasus. O mejor dicho, quien lleva las riendas del caballo alado.